“Un cómico tiene que saber meterse al barro sin mancharse”
Rafa Maza, el actor detrás de Fabiolo, aquel pijo tenista que se ha viralizado en redes, hace una sátira política y social para todos los públicos
“¡Qué pavo!” es el inconfundible latiguillo de Fabiolo, un pijo vestido de tenista que se puede avistar en redes sociales y está de gira en teatros de todo el país. Sin embargo, detrás del personaje que se ha viralizado gracias a sus vídeos está el actor Rafa Maza (Huesca, 42). Desde muy pequeño estuvo interesado en la comedia y el mundo circense, y tras estudiar en la Real Escuela de Arte Dramático la vida prometía mucho. Lo fichó El Intermedio para imita...
“¡Qué pavo!” es el inconfundible latiguillo de Fabiolo, un pijo vestido de tenista que se puede avistar en redes sociales y está de gira en teatros de todo el país. Sin embargo, detrás del personaje que se ha viralizado gracias a sus vídeos está el actor Rafa Maza (Huesca, 42). Desde muy pequeño estuvo interesado en la comedia y el mundo circense, y tras estudiar en la Real Escuela de Arte Dramático la vida prometía mucho. Lo fichó El Intermedio para imitar a Federico Jiménez Losantos y también trabajaba en una importante producción de Chéjov. Pero llegó la crisis y se acabó la fiesta. Aun así no se dio por vencido. En su mente retumbaban las palabras de su padre militar cuando le dijo que quería ser actor: “Te vas a estudiar teatro para terminar siendo camarero”. Casi 20 años después de llegar a Madrid ha logrado forjar su carrera a pulso, y desde esa plataforma hace una sátira política y social para todos los públicos mezclando malabares, toques de teatro clásico y comedia; en particular con Fabiolo, su personaje estrella.
¿Cómo llega a Fabiolo?
Un día pasé por un chino y vi que vendían raquetas de tenis por seis euros. Me compré tres y me puse a hacer malabares con ellas en un semáforo. Luego se me ocurrió la canción de Gomaespuma de “Estoy loco por el tenis”, y la usé para hacer un show después de pasarme por Malasaña y comprarme un polo y un pantalón vintage de tenis. Fue formándose de a poco con actuaciones en la calle y empezaron a salirme eventos hasta que me proponen actuar en un pequeño teatro, en la Escalera de Jacob. En el 2013 nace el primer espectáculo de Fabiolo más formal y un poco más adelante mi otro show de sátira, que se llama Hey bro! Hipster show.
¿Y cómo definiría a Fabiolo?
Es ese pijerío español, bon vivant, con un sentido de la vida un poco estúpido y muy superficial, pero que acaba siendo entrañable precisamente por eso. Además, detrás de esa superficialidad esconde verdades. Me pongo esa máscara de pijo, donde todo el mundo pensará que no se entera de la vida o de los problemas sociales, pero luego hago referencias a la actualidad, valiéndome mucho de imitaciones. Las cosas que son crítica social o política me atrevo a decirlas, pero sin maldad, ese es mi sello. Creo que un cómico tiene que saber meterse al barro sin mancharse. Si te manchas lo has hecho mal, no es gracioso, molesta. Ese es el arte del humorista, que nadie se siente atacado, sino que hace reflexionar, pero con arte.
Pero a alguien tiene que ir dirigida la crítica...
Pues está claro, un pijo es más de derechas. Estamos hablando de una persona con un poder adquisitivo alto y que representa de cierta manera una herencia del franquismo, ¿no? Entonces es político sin necesidad de decirlo explícitamente. Pero en el fondo juego a criticar todo. Me visto de pijo para criticar ese punto de vista tan superficial, pero también, por el otro lado, para meter el dedo en la llaga de la izquierda. Yo he llegado a actuar en mansiones de la Moraleja y en casas okupas con el mismo espectáculo, sin cambiar una coma, y me han aplaudido los dos.
¿Y cuál es el objetivo de su comedia?
El propósito es simplemente hacer feliz a la gente. De alguna manera que sea el humor como una medicina, personal y social. Me llega ese feedback de agradecimiento de gente. Llegado a este punto, y con la trayectoria que he tenido, tengo claro que no lo hago por ser potencialmente famoso, sino porque realmente disfruto poder hacer reír y que eso tenga un poder sanador.
¿Cómo lo han ayudado las redes sociales?
Empezó con un video que colgué en Instagram hace unos años que se viralizó. En ese momento yo no tenía ni idea de las redes, pero vi que se movía y empecé a hacer más videos. El formato me permite encontrar otras vías de creación y salir de solo Fabiolo, Fabiolo, Fabiolo. Hago muchas imitaciones de personajes como Boris Izaguirre o el rey emérito. En el confinamiento fue clave; una vía de escape creativa que me dio bastante visibilidad. Aunque solo puedo mostrar una porción de todo lo que hago ahí, eso luego hace que algunas personas se acerquen a ver el espectáculo y flipan tres veces más.
¿Se imaginó que iba a ser tendencia y se viralizaría? ¿Cómo se lo toma?
No lo pensé nunca, no sabía nada del tema. Me toma por sorpresa en especial el éxito que tiene con los adolescentes, que imitan a Fabiolo en TikTok y también se han empezado a acercar al espectáculo. Entonces me da orgullo traer a los adolescentes al teatro, porque aunque tal vez esperan ir a ver a un friki, mi espectáculo no es un monólogo tradicional, hay malabares, hay canciones, hay atmosferas que creo, hay viajes con la imaginación, hay muchos personajes y también hay una historia. Lo de las redes me hace gracia, pero introducir a los chavales al teatro me parece tan bonito, me reafirma en por qué estoy yo aquí.
¿Cómo le gustaría que avanzara su carrera?
Me gusta mucho el teatro clásico. Últimamente digo que de mayor quiero ser El Brujo, porque hace sus propios espectáculos, porque llena teatros, porque se mete en temas difíciles y usa los clásicos para también hacer referencia a la actualidad. Me refiero a un modelo de artista que puede hacer sus propios espectáculos, con su firma, pero con mucha versatilidad. Pero también me gusta colaborar con otras compañías. Estuve haciendo un Don Gil de las Calzas Verdes, que es un Tirso de Molina, hace poco; he estado en una zarzuela que se llama el Sobre Verde; y sí que toco palos, he hecho Chéjov, he hecho Shakespeare, no estoy confinado a Fabiolo.
La vida de pueblo en la capital como método de creación
Las calles de Madrid han sido escuela e inspiración constante para Rafa Maza. Pero desde que vive en la capital se ha propuesto mantener el estilo de vida de su pueblo de Huesca. Entonces, aunque ya se siente madrileño, disfruta de descubrir y redescubrir constantemente la ciudad, en particular los barrios del centro. También se ha hecho amigo de comerciantes y vecinos, y es esa cercanía, tan característica de la vida de pueblo, que le permite canalizar los personajes que habitan Madrid en sus espectáculos.