Hablan los árboles dos meses después de ‘Filomena’
Los expertos remarcan que debe primar la calidad sobre la cantidad. La solución no es tener muchos ejemplares, sino mejores, bien plantados y bien cuidados
Los brazos largos de Ángel Luis Díaz Carrasquilla, una espigada torre de más de metro noventa, se confunden con las ramas de los pinos que sanea. Motosierra en mano bucea entre las copas de los árboles mientras la cesta desde la que trabaja se balancea en lo alto del brazo de un camión-grúa. Desde abajo, el daño no es apenas visible, pero de cerca y con el punto de vista cenital, los árboles mantienen abiertas las heridas. Las ramas se vencieron con el peso de la nieve que soportaron durante el temporal Filomena hace dos meses...
Los brazos largos de Ángel Luis Díaz Carrasquilla, una espigada torre de más de metro noventa, se confunden con las ramas de los pinos que sanea. Motosierra en mano bucea entre las copas de los árboles mientras la cesta desde la que trabaja se balancea en lo alto del brazo de un camión-grúa. Desde abajo, el daño no es apenas visible, pero de cerca y con el punto de vista cenital, los árboles mantienen abiertas las heridas. Las ramas se vencieron con el peso de la nieve que soportaron durante el temporal Filomena hace dos meses.
Este fenómeno no se espera que se repita a corto plazo pero ha puesto de manifiesto la necesidad de reflexionar sobre el modelo de arbolado en las ciudades. Ecologistas en Acción recuerda que sirve para amortiguar las altas temperaturas y dar sombra, aportar humedad ambiental, filtrar polvo y contaminación, captar CO2 de la atmósfera… La vegetación urbana llega incluso a apaciguar la acelerada psique de los urbanitas. Todo eso se puso en jaque con el azote de la tempestad de nieve, hielo y frío extremo.
El motor de la herramienta de Carrasquilla, como es conocido entre sus compañeros, marca desde la altura el ritmo y las ramas van cayendo inertes una tras otra en torno al tronco en el parque del Chorrillo de Alcalá de Henares. El trabajo no puede hacerse a la ligera, pues hay que evitar que el pino quede desequilibrado. Los otros integrantes de la cuadrilla municipal van amontonando la poda en un gesto controlado al dedillo después de semanas. Sin contar los que hay en parcelas privadas, los forestales o los de rivera, en este municipio hay algo más de 50.000 árboles. Son los considerados urbanos, de los que un 10% aproximadamente se vieron afectados, como los que tratan de ayudar a seguir creciendo estos empleados de las zonas verdes en el Chorrillo. Tienen todavía por delante la mitad del trabajo, pues han saneado unos 2.500 ejemplares gracias a un contrato de emergencia de 700.000 euros.
En ese parque, junto al arroyo de la Camarmilla, yace un pino de unos 20 años por el que ya nada pueden hacer los técnicos del Consistorio alcalaíno. La parte baja del tronco, donde debía estar afianzado a la tierra, tiene forma de lápiz, como si la hubieran afilado con un sacapuntas. Una vez derribado por el temporal, ha sido posible apreciar que el problema fue el cepellón heredado del vivero, que ha impedido a las raíces del árbol desarrollarse a lo largo de los años, explica Roberto Criado, técnico municipal de zonas verdes.
Los pinos y los aligustres han sido los que más han sufrido no solo en la localidad complutense, sino en toda la Comunidad madrileña. El problema no es tanto el tipo de especies como la planificación a la hora de llevar a cabo las plantaciones, destaca Luciano Labajos, uno de los fundadores de Ecologistas en Acción y experto jardinero. “Algunos pinos que estaban plantados muy juntos y habían crecido apelotonados no han podido resistir porque ya estaban en precario desde antes de Filomena”. Coincide en esa apreciación el técnico de zonas verdes de Alcalá, que asegura que no hay que confundir la cantidad con la calidad. “Es más importante contar con buenos ejemplares, sanos y grandes, con buenas copas, árboles de calidad que capten bien el CO2”. “El árbol de foto”, resume Patricia Ruiz, de la empresa Licuas, concesionaria del servicio de parques y jardines.
En ocasiones, sostiene Roberto Criado, es el desarrollo urbano con el zanjeado de las obras de acometida del gas o la fibra óptica lo que acaba debilitando las raíces de ejemplares que llevan en décadas en una calle. También ocurrió tras la realización de un carril bici hace más de una década, que dejó maltrecha a la hilera de árboles que se hallaba en paralelo. En este sentido, echa de menos una mejor coordinación entre las diferentes concejalías.
“Los vecinos alguna vez nos han pedido hasta que fuéramos a podar un árbol porque les molestaba el trinar de los pájaros”Roberto Criado, técnico de zonas verdes en Alcalá de Henares
“Los vecinos alguna vez nos han pedido hasta que fuéramos a podar un árbol porque les molestaba el trinar de los pájaros”, añade entre risas. “El técnico no ve la poda igual que el vecino o incluso que los partidos políticos”, añade Criado. Le escucha Enrique Nogués, el edil socialista responsable de Medio Ambiente, que reconoce que falta “concienciación ciudadana”. Para él un suceso puntual como Filomena no tiene que llevar a un cambio radical de modelo pero sí a aprender la lección. Nogués coincide con Labajos en que una misma especie no debe superar nunca el 10 o el 15 % de las totales para evitar que una plaga o un problema suponga una merma importante.
Si no se acometen los trabajos con la debida profesionalidad, la ciudad se convierte a menudo en territorio hostil para el arbolado y el temporal ha sacado a relucir muchos de los errores cometidos años atrás, alerta Labajos, técnico ahora jubilado pero que desempeñó su labor durante tres décadas en el Ayuntamiento de Madrid. Entiende, dejando entrever críticas a los políticos, que las prisas por acabar e inaugurar obras o la falta de cualificación están detrás de un modelo de arbolado mejorable. Hay que huir de los alcorques pequeños y poco profundos o los marcos de plantación que impiden el correcto desarrollo de los ejemplares, añade.
Pone el ejemplo de la céntrica calle Fuencarral de la capital, donde los aligustres de Japón se vinieron abajo con la nevada en una de las imágenes más sorprendentes que dejó la tempestad. Labajos denuncia además la manera en que se han plantado los árboles de Madrid Río o la plaza de España. “Se busca la foto rápida de la inauguración, pero desde el punto de vista arbóreo no es correcto”. Recuerda de manera especial una plantación con el triple de los pinos de los necesarios que se llevó a cabo en la Casa de Campo, zona que conoce especialmente y donde Filomena afecto aproximadamente a medio millón de árboles. En la capital sufrieron daños 800.000 de los 1,7 millones de ejemplares que hay. El 90% van a poder recuperarse, según datos del área de Medio Ambiente.
Más allá de la necesaria urgencia coyuntural de podar y tratar las especies afectadas, el hachazo que supuso la nevada del siglo ha reabierto el debate sobre la necesidad de un cambio estructural. “La solución no es traer a Madrid especies alpinas porque haya caído una nevada que solo ocurre cada medio siglo”, apunta Luciano Labajos. Insiste en que el problema no son tanto los pinos, las principales víctimas del temporal, sino un plan a largo plazo y ejecutado por verdaderos especialistas. “La especie perfecta no existe, pero sí hay que saber leer el árbol”, concluye Roberto Criado.
Distinción a siete municipios madrileños
Siete de las diez distinciones españolas de ‘Ciudad Arbórea del Mundo 2020’ han recaído en municipios madrileños. Se trata Alcalá de Henares, Las Rozas, Navacerrada, Sevilla la Nueva, Rivas-Vaciamadrid, Arroyomolinos y Madrid. Estas dos últimas revalidan el galardón que ya obtuvieron el año pasado. Las otras tres son el area metropolitana de Barcelona, Cieza y Gandía. Han sido distinguidas un total de 120 ciudades de todo el mundo que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Fundación Arbor Day (Día del Árbol) consideran que administran de manera especialmente eficiente sus recursos arbóreos.