La jueza archiva la causa de la explosión de la calle Toledo de Madrid al considerarla “fortuita”
La investigación concluye un mes después del incidente, que dejó cuatro muertos y diez heridos en el centro de la capital
La explosión de gas del pasado 20 de enero en la calle de Toledo, en el centro de Madrid, que dejó cuatro muertos y diez heridos, ha sido “fortuita”, según el auto, al que ha tenido acceso EL PAÍS. Esta es la principal conclusión a la que ha llegado la jueza Belén Verdyguer tras recabar numerosa documentación durante más de un mes. “Tras la práctica de las diligencias de investigación necesarias para el esclarecimien...
La explosión de gas del pasado 20 de enero en la calle de Toledo, en el centro de Madrid, que dejó cuatro muertos y diez heridos, ha sido “fortuita”, según el auto, al que ha tenido acceso EL PAÍS. Esta es la principal conclusión a la que ha llegado la jueza Belén Verdyguer tras recabar numerosa documentación durante más de un mes. “Tras la práctica de las diligencias de investigación necesarias para el esclarecimiento de los hechos”, argumenta la magistrada en un breve documento de dos páginas, “se concluye que la etiología de la explosión fue accidental, sin que haya podido establecerse otra causalidad distinta, habiendo sido provocada la explosión por un escape de gas natural, que se desarrolló de forma lenta, continua y prolongada en el tiempo”. Esta circunstancia explica que las referencias al olor de gas fueran discontinuas durante toda la mañana, “no llegando a generar la alarma entre los residentes del edificio hasta momentos antes de la explosión”. Contra esta resolución cabe recurso.
El escape de gas, según consta en el informe policial, se situó entre la primera caldera del edificio y la acometida del suministro, “no habiendo influido en la causa de la explosión las posibles irregularidades o no de la instalación”. De hecho, la policía científica concluye que el suceso fue accidental debido “a la desconexión del tubo de suministro de gas natural de la llave de acometida por un movimiento del terreno”. La jueza también descarta que la posible manipulación que hubieran realizado el sacerdote y el electricista —ambos fallecieron― influyera en la explosión. ¿Qué sucedió entonces? “Bastó una chispa eléctrica como las que se producen en el acto de accionar un interruptor de luz, al ponerse en funcionamiento un electrodoméstico, o ante la presencia de una llama abierta”.
La fuerte explosión destrozó parcialmente el edificio de siete plantas situado a solo 10 minutos a pie de la Puerta del Sol de la capital. Los hechos ocurrieron poco antes de las tres de la tarde del 20 de enero. El lugar afectado está situado en el distrito Centro, muy cerca de la Puerta de Toledo y junto a la iglesia Virgen de la Paloma y el colegio concertado La Salle-La Paloma. En las inmediaciones hay también una residencia de ancianos, Los Nogales La Paloma, donde en un primer momento se situó por error el suceso. Uno de los fallecidos, David Santos Muñoz, era un electricista de 35 años, feligrés de la parroquia que acudió al edificio “a echar una mano” tras una llamada de su amigo, el sacerdote Rubén Pérez, de 36 años.
El cura y el técnico de mantenimiento fallecieron. La explosión también se llevó por delante la vida de dos personas que pasaban en ese momento por la calle. Javier Gandía, de 45 años, un albañil que trabajaba en el edificio de enfrente y vecino de La Puebla de Almoradiel, un pueblo de 5.000 vecinos de Toledo. El cuarto y último fallecido fue Stefko Ivanov Korcev, un ciudadano de origen búlgaro, que también se encontraba en la calle de Toledo número 98, acababa de pedir le renta mínima vital y hablaba en ese momento por teléfono con su pareja. Un día después habría cumplido 47 años.