El fundido a blanco de un mural icónico en Usera
Una obra del artista urbano boloñés Blu se ha borrado por reformas en el edificio en el que estaba plasmada
Era un círculo de señores calvos que se robaban la cartera unos a otros y estaba en una medianera del distrito de Usera, justo en la ribera del Manzanares. Ahora, la pared trasera del edificio situado en el número 1 de la calle de Eugenio Caxes, luce de un blanco nuclear que casi hace daño a los ojos, a excepción de las firmas que en los últimos días algunos grafiteros ya han plasmado en la parte baja del muro. Al anochecer, se encienden las luces del centro comercial Plaza Rio 2, justo enfrente, que hacen aún más daño a la vista, como una nave extraterrestre que viniera a conquistar el sur de...
Era un círculo de señores calvos que se robaban la cartera unos a otros y estaba en una medianera del distrito de Usera, justo en la ribera del Manzanares. Ahora, la pared trasera del edificio situado en el número 1 de la calle de Eugenio Caxes, luce de un blanco nuclear que casi hace daño a los ojos, a excepción de las firmas que en los últimos días algunos grafiteros ya han plasmado en la parte baja del muro. Al anochecer, se encienden las luces del centro comercial Plaza Rio 2, justo enfrente, que hacen aún más daño a la vista, como una nave extraterrestre que viniera a conquistar el sur de Madrid. Los compradores compran, los niños juegan en la tirolina, la policía esposa a un ladrón y le arrastra por el paseo, una pareja joven fuma y mira, algo melancólica, el muro donde el mural ya no está.
Se trataba de una obra del artista urbano boloñés Blu, considerado por el diario británico The Guardian como uno de los diez mejores del mundo y cuya obra llegó a formar parte de una exposición en la Tate Modern de Londres. Era, desde 2010, junto a otro mural de Sam3, un ingrediente notorio del paisaje urbano en torno a Madrid Río. “Estos murales fueron un hito: se trata de la primera generación de artistas urbanos que pasan de hacer pequeñas cosas en la calle a pintar en gran formato, y, además, con respaldo institucional”, explica el experto en arte urbano Guillermo de la Madrid, del colectivo Madrid Street Art Project. Nadie, ni vecinos ni Ayuntamiento, ha sabido apreciar esta obra de arte.
Ahora el edificio ha sufrido una reforma y el mural ha desaparecido. “Aprovechando que se iba a hacer el descuelgue, se decidió arreglar también esa fachada porque estaba agrietada y en malas condiciones. El trabajo de pintar la fachada manteniendo el dibujo era carísimo, algo inasumible para la comunidad de vecinos”, explicaron fuentes del edificio a Servimedia. Quién sabe, quizás los vecinos han perdido, sin darse cuenta, una de obra de arte millonaria. Recientemente, en Bristol, Reino Unido, un inmueble pasó de las 300.000 libras a los 5,5 millones, 17 veces más. ¿El motivo? El artista Banksy había pintado en uno de sus muros.
“Los vecinos queremos un barrio culturalmente potente, y además, este tipo de murales embellecen nuestras calles, de modo que pensamos que el Ayuntamiento podría haber hecho algo más para conservar el mural, que era parte del patrimonio del barrio”, dice Juan Manuel Ureña, de la asociación de vecinos de Colonia Moscardó. También recuerda el mal estado de los relojes de sol diseñados por Alberto Corazón, recientemente fallecido: “Alguien tiene que repintarlos, el Ayuntamiento tiene que conservar la obra de los artistas”.
Los murales daban un aire de modernidad y cosmopolitismo a la zona, ya de por sí revalorizada por el flamante y faraónico parque que levantó el gobierno de Alberto Ruiz Gallarón. Fueron muy celebrados en su día y presentados en sociedad una Noche en Blanco, en los tiempos en los que las instituciones comenzaban a contar con el arte urbano, que antes solía operar en la clandestinidad, para darle valor a la ciudad.
Por ejemplo, el 2013 el Ayuntamiento conservador lanzó el Proyecto de mejora del paisaje urbano, en cuyas diferentes fases participaron artistas y colectivos como Suso33, San, E1000, 3ttman, Todo por la praxis, Zuloark o Basurama, que llevaron a cabo intervenciones en medianeras de distritos como Usera, Villaverde o Tetuán. Por entonces se vieron otras intervenciones, como la de Boamistura en el Mercado de la Cebada, o el inicio del proyecto Muros Tabacalera, comisariado por Madrid Street Art Project, como una muestra permanente de la disciplina en el barrio de Lavapiés. El arte urbano ya no se hacía con nocturnidad y alevosía, sino como una parte de la marca de la ciudad.
El artista urbano Blu, que oculta su identidad tras el pseudónimo y que no ha contestado a los mensajes de este periódico, lleva desde 1999 dándole a los espráis en diferentes ciudades del mundo, desarrollando un estilo satírico que suele criticar la globalización y el capitalismo salvaje. Por ejemplo, el gran mural en el barrio del Carmel de Barcelona donde se ve a un gran tiburón boquiabierto cuyas escamas son billetes de 100 euros. Aunque el mural de Usera ha desaparecido debido a las mencionadas reformas, el propio artista ha borrado él mismo varias de sus creaciones. En 2016, pintados de gris, sus murales de Bolonia para evitar que fueran extraídos de los muros y conservados como piezas de museo y colección, para evitar la musealización de su arte. “Después de haber denunciado y criminalizado el grafiti, después de haber oprimido la cultura juvenil que los creó, después de haber evacuado los lugares que funcionaban como laboratorios para los artistas, ahora los poderosos quieren mostrarse como los salvadores de arte callejero”, declaró entonces en un comunicado.
Reclama tu ciudad
Héctor Llanos Martínez
Antes de saber las causas de la desaparición de su mural en Madrid, se especulaba si acaso Blu había decidido eliminarla él mismo. El borrón de Bolonia no fue la primera vez que tomó una decisión de ese tipo. En 2014, el italiano sustituía por pintura negra dos de sus creaciones más conocidas, situadas en la Cuvrystrasse de Berlín. En una de ellas, siguiendo la temática de su también desaparecida obra de Usera, podía verse a un hombre esposado a su propio reloj de oro. La otra mostraba dos personas con el rostro cubierto que se desenmascaraban mutuamente bajo la frase "Reclaim your city" (Reclama tu ciudad). La inmobiliaria alemana Langhof planeaba construir pisos, usando las vistas a su grafiti también como reclamo, en el ya de por sí gentrificado barrio de Kreuzberg de la capital alemana. Fue una perfecta metáfora sobre un libérrimo Berlín que estaba desapareciendo. "Tras ser testigos de los cambios sufridos por la zona durante los últimos años, sentimos que era hora de borrarlos", se limitó a decir en su momento el artista urbano.