Ropa con conciencia ‘made in’ Malasaña
Las prendas de Roca Mood son confeccionadas en el centro de Madrid por mujeres víctimas de trata
En Roca Mood, la filosofía kilómetro cero se cumple a rajatabla. Poco menos de 200 metros separan el lugar donde Lucía Rodríguez diseña y vende su ropa, en la Corredera Baja de San Pablo, del taller donde se confecciona, en la calle de la Ballesta. En un mundo en el que las prendas que vestimos se fabrican a miles de kilómetros y desconocemos cómo se elaboran, ella trata casi a diario con todas y cada una de las mujeres de APRAMP (Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Pr...
En Roca Mood, la filosofía kilómetro cero se cumple a rajatabla. Poco menos de 200 metros separan el lugar donde Lucía Rodríguez diseña y vende su ropa, en la Corredera Baja de San Pablo, del taller donde se confecciona, en la calle de la Ballesta. En un mundo en el que las prendas que vestimos se fabrican a miles de kilómetros y desconocemos cómo se elaboran, ella trata casi a diario con todas y cada una de las mujeres de APRAMP (Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida) que cortan, tejen y rematan todos los abrigos, pantalones, vestidos y blusas de su marca. “Sé cuánto cobran, están dadas de alta en la Seguridad Social y tienen un horario”, asegura Rodríguez.
Producción local y condiciones laborales dignas son apenas dos de los pilares sobre los que se sustenta el proyecto que esta diseñadora sevillana de 26 años emprendió en 2018, al finalizar unas prácticas con el diseñador Leandro Cano. “Él trabajaba todo de una forma muy artesanal y en Madrid me encontré con el tema de la moda sostenible”, explica.
El resultado fue una primera colección en homenaje a la ciudad en tonos que remitían a sus atardeceres y compuesta por prendas versátiles pensadas para resolver largas jornadas. “Era toda ropa muy urbana y que servía tanto como para ir a una reunión como para quedar a tomar cañas con las amigas”, recuerda. Hoy ese espíritu se mantiene, con el añadido de haber creado una marca que apuesta por una producción muy reducida, las fibras naturales como el tencel y el algodón, el empaquetado de papel reciclado y por piezas cuya vida se alargue más allá del par de temporadas.
Un precio justo
Rodríguez controla sola todo el proceso de producción, diseña, es imagen de su propia marca y gestiona los pedidos online y las redes sociales. Si sus inicios en un local del barrio de Chamberí fueron gracias al boca a boca, como para muchas otras pequeñas firmas de ropa como la suya, Instagram se ha convertido en una poderosa herramienta comercial y en una ventana desde la que promueve el consumo consciente, cuestiona iniciativas como el Black Friday y muestra cuánto cuesta realmente fabricar un abrigo de calidad. “Me hice uno para mí, lo saqué en una historia y la gente empezó a preguntar por él, y me dije: voy a explicar todo lo que tiene detrás para que entiendan por qué yo no puedo cobrar 80 euros”. Cantidad y precio del tejido, corte, confección, costes indirectos… La publicación ya acumula más de 10.000 visualizaciones. “Cuando se corta industrialmente se generan unos colchones de tejido enormes, se corta con láser y en media hora han sacado a lo mejor 100 prendas. A mí como máximo pueden cortarme dos a la vez. Es un proceso tan artesanal que también me permite decirle a alguien que le voy a subir un hombro para que le quede perfecto”, explica, en referencia a los arreglos a medida que realiza para ajustar las prendas.
Rodeada de locales que han echado el cierre a raíz de la pandemia, Rodríguez también bajará la persiana el próximo 23 de enero. Los últimos 10 meses no solo le han obligado a parar de diseñar vestidos de novia e invitada y a adaptarse a las nuevas exigencias lanzando, por ejemplo, un pijama, también le han mostrado el potencial del comercio online, que ya supone el 60% de sus ventas y en el que concentrará todos sus esfuerzos a partir de ahora. “La tienda física la llevo yo prácticamente por completo y ocupa mucho tiempo, energía y recursos que se pueden invertir en la parte digital que nos permite llegar a toda España. También el producto podrá ser mejor de lo que es con nuevos patrones cada temporada y ofreceremos la posibilidad de hacer prendas a medida gracias a las videollamadas”, argumenta. Un nuevo modelo de negocio que les permitirá avanzar hacia una marca más sostenible gracias a la preventa. “Trabajaremos con fabricación bajo demanda por lo que no sobreproduciremos, que es algo a lo que nos obliga un espacio físico”.
Será un cambio en la forma, pero no en el fondo. Todas las prendas seguirán confeccionándose en APRAMP y la nueva oficina y lugar de patronaje se ubicará a tan solo dos calles de local actual. “Nos quedamos en Malasaña”, aclara, y añade que la idea es establecer puntos de venta físicos en todo el país -el primero, en La Antigua, en la Corredera Baja de San Pablo- así como la realización de “ventas privadas”. “Será algo exclusivo y de plena atención para la clienta. También será más seguro respecto a protocolos covid gracias a hacerlo poco a poco y con espacio entre unas y otras”, afirma.
Consciente de que lograr que un producto sea 100% respetuoso es casi una quimera y debe ser algo más que una estrategia de marketing, la diseñadora sevillana reflexiona sobre esa búsqueda. “Todo lo que se produce a día de hoy de por sí no es sostenible, porque en realidad existen en el mundo las suficientes prendas para vestirnos a todos. El click de la sostenibilidad está en que todos intentemos hacerlo lo mejor posible dentro de nuestras circunstancias”.
Rebajas a la carta
Crítica con la política de descuentos agresivos, en el periodo actual de rebajas Rodríguez ofrece la posibilidad de que el cliente aplique el descuento entre el 10 y 25% que considere más justo. “Quería que en vez de hacer rebajas al uso, cada cliente piense cuánto porcentaje necesita realmente. Poco a poco vamos inculcando que nuestros márgenes son X y que con cada precio estás ayudando a distintas cosas. Ya hay algún que otro pedido donde se han acogido a un porcentaje pequeño”.