Una mirada ingenua a los juguetes como creación artística
Más de 300 juegos infantiles se reúnen en una muestra en el Real Jardín Botánico hasta el 31 de enero
“Mi madre se hacía trenes con latas de sardinas e hilos”, recuerda Javier Santos Lloro. Coleccionista de juguetes desde que hace 20 años, empezó a comprar estos objetos para crear la exposición Colección Santos Lloro en Huesca. Una pequeña parte de esa muestra ha venido a Madrid bajo el nombre ...
“Mi madre se hacía trenes con latas de sardinas e hilos”, recuerda Javier Santos Lloro. Coleccionista de juguetes desde que hace 20 años, empezó a comprar estos objetos para crear la exposición Colección Santos Lloro en Huesca. Una pequeña parte de esa muestra ha venido a Madrid bajo el nombre Miradas Ingenuas, donde se puede ver la evolución a través del tiempo de los juegos infantiles y cómo estos se usan como creación artística. Fruto de la colaboración entre la Diputación Provincial de Huesca, la Fábrica y el Real Jardín Botánico de Madrid, estarán abiertos al público hasta el 31 de enero en el Pabellón Villanueva con un coste de acceso de seis euros.
La exposición comienza con la misma ingenuidad que tienen los niños al escribir la carta a los Reyes Magos. A partir de ahí se divide en dos relatos. El primero de ellos La vida en el juego que contiene 225 piezas de la Colección Santos Lloro. Recoge juguetes españoles y europeos de los siglos XIX y XX de elaboración artesanal y doméstica.
“Esta muestra permite al espectador regresar al origen del arte, a través de creaciones donde prima la sencillez estética, las representaciones propias del público infantil”, explica Santos Lloro. La exposición es un recorrido desde el proceso de crecimiento y formación de los infantes, que se representa a partir de caballitos, muñecas, Reyes Magos y trenes. Además, hay elementos típicos de fiestas patronales y populares como tragabolas, guiñoles, marionetas o cabezudos. Los juguetes de la posguerra eran los conocidos de cartón-piedra, como por ejemplo las muñecas peponas. No todo el mundo tenía acceso a ellas, pero al final el niño se fabricaba sus propios juguetes.
Una parte de los juguetes hablan del adoctrinamiento y la instrucción que han estado presentes en los juegos infantiles de diversas épocas. “Juguete político se hizo poco en España, porque no eran muy demandados. La gente no quería recordar los momentos de la guerra y por eso no se fabricaron”, señala el coleccionista. El objetivo era educar a los niños en cuestiones políticas, posiciones ideológicas e incluso sobre aspectos como el belicismo o las creencias religiosas. Tanques y soldados con las respectivas insignias características, tableros de parchís con símbolos ideológicos o cuadernos de niños manuscritos que muestran la influencia de las familias en su pensamiento. A Santos le parece un hecho lamentable que se produce a día de hoy en la educación.
Por último, muchos juegos y juguetes implican “un proceso de imitación o simulación social” en aspectos más complejos y colectivos, como el hogar, escuelas, oficios y actividades comerciales, que también tenían su reflejo en objetos como remedo de la propia vida. Todos los elementos de la colección son comprados por Santos desde que hace cerca 20 años, un alcalde de Benasque, José Ignacio Abadías, le propuso organizar alguna exposición destinada a todos los públicos. Pronto le vino la idea de los juguetes.
El segundo espacio se titula El juego de la vida y muestra una selección de 75 obras de Antonio Santos, uno de los máximos referentes del arte ingenuo. “Está diseñada para que el visitante trascienda desde la reflexión del ámbito colectivo hasta lo más íntimo”, dice el artista. Juego y creación están vinculados para él, ya que la primera es una actitud vital que forma parte de un proceso creativo en el que la ingenuidad toma todo el protagonismo. Las obras de Santos han sido seleccionadas para reflexionar sobre distintos aspectos del ser humano, desde lo colectivo hasta trascender a la intimidad.
La exposición la ha concebido como una ciudad el punto de partida que ubica al visitante en un lugar fantástico, caótico y de ensoñaciones, con barcos, automóviles, bicicletas o aviones que conviven en estructuras urbanas poéticas y sencillas. Después está la casa. El hogar es un elemento fundamental para representar la esfera de lo privado. Este paso se logra a través de obras de Santos como cocinas, casitas en llamas o un desnudo con pajarito.
Ambas muestras invitan a una reflexión sobre el juego, en especial en las etapas más tempranas. Al coleccionista Javier Santos Lloro le da pena que cada vez los infantes jueguen menos en la calle y piensa que: “Los adultos nos hemos acomodado en darles el móvil para que se entretengan. Cuando nos damos cuenta, los niños se engancha a eso. El que ha puesto en sus manos el aparato son los padres. No digo que no haya que usarla, sino que también es importante que los adultos jueguen con los niños”. Además, cree que puede llegar a tener consecuencias en diversos aspectos de la sociedad, como en el mundo del arte. “Los niños hacían sus propios juguetes, pero ahora se les da todo hecho. No crean nada, solo recibe una obra que encima ha acabado un adulto”, señala el coleccionista. Él solo quiere pedir a los reyes que disminuya la crispación política y que la pandemia se vaya para volver a abrazar y besar. El tiempo dirá si él también tiene una Mirada Ingenua.