Sanitarios cuquis
La Supersanitaria de seis metros de Callao puede enfurecerse como Godzilla
Como en la plaza de Callao solo hay un árbol, y apenas hay bancos, y no hay sombra, y es una plaza durísima y muerta donde lo que predomina es el cemento (una plaza hurtada a los ciudadanos), hay mucho espacio para poner cosas superfluas, como promociones comerciales, visitas de celebrities hollywoodienses o, como nos ocupa, un enorme muñeco de una sanitaria cuqui.
Es la Supersanitaria, de seis metros de alto.Lo cuqui cada vez ocupa mayor espacio en la sociedad adulta, como en Japón, utilizamos logotipos, emoticonos, mascotas y todo tipo de imágenes adorables, muñequitos con cabe...
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Como en la plaza de Callao solo hay un árbol, y apenas hay bancos, y no hay sombra, y es una plaza durísima y muerta donde lo que predomina es el cemento (una plaza hurtada a los ciudadanos), hay mucho espacio para poner cosas superfluas, como promociones comerciales, visitas de celebrities hollywoodienses o, como nos ocupa, un enorme muñeco de una sanitaria cuqui.
Es la Supersanitaria, de seis metros de alto.Lo cuqui cada vez ocupa mayor espacio en la sociedad adulta, como en Japón, utilizamos logotipos, emoticonos, mascotas y todo tipo de imágenes adorables, muñequitos con cabezas y ojos grandes que despiertan sentimientos de ternura y protección. Esto lo ha estudiado el británico Simon May en su libro El poder de lo cuqui, publicado por Alpha Decay. Lo cuqui, según el filósofo, nos hace vivir en un mundo menos violento, menos traspasado por el poder. Algo inocente a lo que aferrarnos en un mundo en cambio vertiginoso y que parece dirigirse hacia el abismo. Una vuelta al mundo infantil, más blando, donde el tiempo no pasa y todo está bien. Así, la gente pasa por la plaza de Callao y se enternece y hace cola para sacarse una selfi con este muñeco detrás y sus enormes ojos azules. Hoy en día hacemos por cola por cualquier cosa y nos hacemos selfis hasta con las farolas, al igual que las abrazan los borrachos. No vayamos a dejarnos unos likes tirados por ahí.
La sanitaria cuqui, con su uniforme verde hospital, su mascarilla y su coleta, lleva también una capa roja para hacer ver que no solo es una heroína sino una superheroína (muchos sanitarios han dicho que no les gusta que les llamen héroes, que hacen su trabajo y necesitan todos los recursos, y contratos estables). Es un homenaje que le hace una tienda de juguetes al colectivo sanitario, que tan esencial está siendo en esta larga crisis, que tanto ha sufrido y que tanto sufrirá en las próximas semanas. Pero llama la atención tanto homenaje simbólico, con este muñecón en pleno centro de Madrid, mientras los centros sanitarios pasan todo tipo de penurias y estrecheces. Seguramente si fuésemos a hacernos las selfis a esos lugares no saldrían tan amables.
Dice también el filósofo May que lo cuqui tiene un reverso tenebroso, un lado oscuro debajo de su dulce fachada, incluso un trasfondo monstruoso. Así que imagino que el muñecón cuqui de la supersanitaria de Callao cobra vida, y arranca con fuerza sus zuecos del suelo, y cambia el gesto amable, y se pone a caminar como Godzilla por la Gran Vía, sembrando el caos muy cinematográficamente, aunando en su ser toda la rabia del colectivo al que representa. Se dirige a los despachos de los responsables de esta precariedad sanitaria, a cogerles de la pechera y a cantarles las cuarenta. Se acabaron las ricurinas.