Cómo el teletrabajo puede cambiar a Madrid

La tendencia a trabajar fuera de la oficina puede modificar las prioridades de vivienda y los hábitos de los madrileños

Las oficinas vacías de Endesa en MadridAndrea Comas

Según Randstad, el 22,3% de los trabajadores españoles (4,4 millones) tienen posibilidades de teletrabajar, siendo en la Comunidad de Madrid el 28% de ellos. Pero tener posibilidades no significa que lo realicen, pues en España, según la Encuesta de Población Activa, el porcentaje de ocupados que, al menos ocasionalmente, trabajan desde su residencia ascendía al 8,3% en 2019, cifra que se ha visto ampliamente aumentada en esta pandemia ante el estado de necesidad.

Y ¿qué implicaciones podría tener esta implantación masiva para Madrid? De Madrid siempre se ha dicho que es la ciudad de to...

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Según Randstad, el 22,3% de los trabajadores españoles (4,4 millones) tienen posibilidades de teletrabajar, siendo en la Comunidad de Madrid el 28% de ellos. Pero tener posibilidades no significa que lo realicen, pues en España, según la Encuesta de Población Activa, el porcentaje de ocupados que, al menos ocasionalmente, trabajan desde su residencia ascendía al 8,3% en 2019, cifra que se ha visto ampliamente aumentada en esta pandemia ante el estado de necesidad.

Y ¿qué implicaciones podría tener esta implantación masiva para Madrid? De Madrid siempre se ha dicho que es la ciudad de todos porque es un lugar que acoge e integra a personas de otras Comunidades Autónomas e incluso extranjeros, tanto por el turismo como por las oportunidades de empleo, en cuanto a que es amplia la oferta y muchas de las grandes empresas tienen en Madrid sus sedes.

Se ha confundido el teletrabajo con un trabajo realizado en el domicilio de manera improvisada y, en muchos casos, sin contar con las condiciones adecuadas

Grandes edificios, muchos de ellos inteligentes, han permanecido cerrados durante estos días de pandemia o tan solo custodiados por sus vigilantes. Días en los que sus directivos se replantean cómo será el trabajo en el futuro de sus organizaciones y si el teletrabajo ha llegado para quedarse.

Si se queda, es esperable que no se quede del modo en el que se ha realizado durante el tiempo del estado de alarma, porque teletrabajar no es solo enviar a la persona trabajadora a su domicilio a que realice desde allí la prestación laboral, sino que es necesario planificar su implantación; es necesario un marco regulador adecuado, una cuidada planificación por parte de las empresas, e incluso un cambio de mentalidad. Para todo ello, será esencial la voluntad de las partes canalizada a través de la negociación colectiva.

Pero el teletrabajo no es algo nuevo. Lo que sí que es nuevo es la situación irregular en la que nos encontramos, en la que se ha confundido el teletrabajo con un trabajo realizado en el domicilio de manera improvisada y, en muchos casos, sin contar con las condiciones adecuadas. Realizar la prestación en el domicilio no implica que al tiempo se puedan realizar tareas domésticas o de cuidados a mayores o niños ni que sea adecuado realizar la prestación en la cocina o en el sofá del salón: porque teletrabajar es trabajar.

Será preciso realizar previamente a su implantación un estudio de los diferentes puestos de trabajo para determinar cuáles son teletrabajables y cuáles no. Realizado este, habrá que determinar cómo se acometerá la prestación en el domicilio, conocer las características del lugar, las necesidades técnicas del puesto, la forma de comunicación con el resto de compañeros, con sus responsables… y todo ello deberá recogerse en un acuerdo entre el empresario y la persona trabajadora en el que sean tratados todos los temas de la relación laboral, desde los horarios de realización de la prestación hasta el lugar en el que se podrá realizar esta, teniendo en cuenta para ello las medidas de prevención de riesgos laborales. Será necesaria también una revisión de los sistemas y procesos de trabajo integrando a los miembros del equipo de una forma cohesionada y armónica bajo el paraguas de unos objetivos claros y bien diseñados, tanto individuales como colectivos, y una comunicación fluida y multidireccional, así como una formación en distintas herramientas y sistemas que permitan trabajar desde casa con los mismos resultados, al menos, que se obtenían en el centro de trabajo.

La posibilidad influirá en la demanda de vivienda, hacia chalets o pisos más grandes

También es importante que el teletrabajador tenga presente, lo primero de todo, si su domicilio cuenta con un espacio habilitado para teletrabajar, es decir, exento de ruidos y distracciones, además de un mobiliario adecuado, luz suficiente, etc. y si está familiarizado con el uso de las herramientas informáticas, es autónomo en la organización de sus tareas y sabe cómo realizarlas, conoce la empresa y no necesita la comunicación constante con sus compañeros para el desarrollo de los distintos trabajos…

Y para conseguirlo, es posible que comiencen a demandarse viviendas con terraza o con posibilidades de un pequeño cuarto que sirva como despacho, que el salón o uno de los dormitorios tenga espacio suficiente para una mesa de trabajo… o se valorará vivir cerca de un espacio de coworking más que cerca de la oficina a la que se acudirá exclusivamente uno o dos días a la semana.

Estos cambios influirán en la demanda que cambiará sus preferencias a chalets o pisos más grandes en cuanto a que la vivienda pasa a tener mayor importancia al estar las personas más tiempo en ellas.

Mudanzas al extrarradio

¿Podrá Madrid quedarse desierta porque las personas prefieran quedarse en sus ciudades o en el extrarradio? La ciudad sigue teniendo el atractivo cultural y de ocio, pero ¿será esto suficiente? El tiempo lo dirá, si bien es muy probable que las preferencias en la búsqueda de primeras viviendas, además de los parámetros que anunciaba anteriormente, también se valoren cosas diferentes, dejando de ser prioritario estar cerca del lugar de trabajo o incluso el colegio -las personas que tengan niños-, para pasar a priorizar la cercanía a parques y jardines o la menor población como minoración de posibilidades de contagios.

Y ¿qué otras cosas pueden cambiar en Madrid? Sin duda, sus costumbres. Si la persona trabajadora cuenta con flexibilidad horaria es muy probable que adapte sus hábitos de consumo y realice las compras de alimentación en los comercios cercanos a su lugar de residencia en vez de los fines de semana en las superficies de alimentación; también se resentirán bares y cafeterías, en cuanto a que es posible que las pausas del café y el almuerzo las realicen estas personas directamente en la cocina de su casa, reduciéndose el consumo en restauración, especialmente en los establecimientos cercanos a las zonas de oficinas. En el lado opuesto, previsiblemente aumentarán las reuniones con familiares y amigos en fin de semana por la necesidad de socializar no cubierta durante la semana en el centro de trabajo.

También, muchos escolares en el momento de elegir universidad optan por Madrid u otras grandes ciudades con idea de irlas conociendo y socializar con otros universitarios que les ampliarán su conocimiento de otras costumbres y culturas y también para conocer las empresas para las que realizará la prestación… si es que las empresas también con el teletrabajo no cambian su ubicación a ciudades más económicas.

Es probable que suba la compra de alimentos en el barrio y otra movilidad se imponga

Esto podrá cambiar en cuanto a que ese escolar convertido en universitario probablemente volverá a su lugar de residencia desde donde realizará la prestación de forma remota, ya no siendo necesario seguir residiendo en Madrid de alquiler o en pisos compartidos, otro sector que podrá verse comprometido.

Desde el punto de vista de las empresas, en el contexto globalizado en el que vivimos, en el que los mercados han dejado de ser locales y es posible vender por Internet a cualquier ciudad del mundo, igual la presencia en Madrid no tiene demasiado sentido, o tal vez sí, pues aún es sinónimo de estatus empresarial contar con sedes en ciudades y calles importantes.

No obstante todo lo anterior, Madrid seguirá siendo un lugar de encuentro de ferias y congresos, jornadas, seminarios, etc., oportunidades de networking que, aunque muchas pasarán a realizarse de forma virtual, especialmente las más técnicas, otras muchas seguirán siendo presenciales, pues sus posibilidades de conectar con otros profesionales son aún insustituibles por sesiones de videoconferencia.

Como vemos, habrá cambios en nuestra vida a nivel individual y también colectivo a nivel ambiental. Así, las primeras consecuencias de la implantación de urgencia del teletrabajo fueron las reducciones de contaminación de las ciudades, gracias a lo cual todos pudimos contemplar preciosas fotos de cielos limpios y calles desiertas.

Estas calles vacías llevaron de la mano el descenso de accidentes, pero hubo más de los esperados, en cuanto a que encontrarnos solos en la carretera nos daba sensación de seguridad y, por lo tanto, aumentamos las velocidades en nuestros desplazamientos. También los ciclistas y viandantes se hicieron con las calles provocando más de un incidente por falta de atención en los cruces.

Según cálculos realizados por la Fundación Másfamilia basados en la Encuesta de Movilidad en Día Laboral, si el 40% de las personas susceptibles de teletrabajar pudiesen llevar a cabo este método dos veces por semana, se obtendría una reducción al año de 332.843 toneladas CO2 y unas 336.171 toneladas de gases de efecto invernadero. No obstante, al igual que poco a poco vamos concienciándonos en el uso del transporte público o bicicletas o monopatines para movernos por la ciudad, también será necesario concienciarnos de la eficiencia energética en el hogar con los consumos de la calefacción, la electricidad o internet.

Arancha de las Heras es presidenta de la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA)

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