El regreso de Julita Salmerón
La estrella del documental ‘Muchos hijos, un mono y un castillo’ reaparece en Instagram y está dispuesta a protagonizar una nueva película
Ha sido la alegría del confinamiento. Dos años después de estrenar Muchos hijos, un mono y un castillo, Julita Salmerón ha reaparecido en Instagram. La estrella del descacharrante documental ganador del Goya protagoniza desde hace semanas pequeños vídeos grabados en su casa madrileña. Lo mismo merienda roscón de Reyes que se pone a hacer inhalaciones, lo mismo suelta una de sus divertidas ocurrencias que comparte ...
Ha sido la alegría del confinamiento. Dos años después de estrenar Muchos hijos, un mono y un castillo, Julita Salmerón ha reaparecido en Instagram. La estrella del descacharrante documental ganador del Goya protagoniza desde hace semanas pequeños vídeos grabados en su casa madrileña. Lo mismo merienda roscón de Reyes que se pone a hacer inhalaciones, lo mismo suelta una de sus divertidas ocurrencias que comparte un truco para ahorrar. Rendidos a sus pies, más de 12.000 seguidores celebran las publicaciones. Mensajes de agradecimiento y emoticonos con forma de corazones se suceden tras cada nueva entrega. “Que te quieran es lo más bonito que hay en el mundo. Estoy totalmente anodadada. Agradezco muchísimo esos mensajes con tanto cariño, pero no los merezco”, dice por teléfono.
Gracia natural. “Soy una persona completamente normal, que algunas veces digo cosas graciosas. Todo lo que digo son tonterías, se me ocurren espontáneamente. Si esas cosas hay gente a la que le animan, pues bendito sea Dios”, celebra. A sus 84 años, Julita Salmerón solo quiere divertirse. Hace mucho que cumplió todos los sueños que dan título a la película dirigida por Gustavo Salmerón, que grabó durante 14 años. “Me filmaba con una camarita. Yo pensaba que no iba a llegar a ningún sitio, el pobre”. Disfrutó mucho de todo lo que le trajo la película. “Lo más maravilloso fue todo el amor de la gente. Me daban besos y me tocaban como si no fuera humana”. Tiene 6 hijos y 14 nietos. Lleva 61 años al lado de Antonio, su marido. “Sigo locamente enamorada de él. Si enfermamos de coronavirus, quiero que primero me lleve a mí. No soporto la idea de su muerte”. Aún tiene el tenedor extensible en la mesita de noche con el que llama su atención. “Cuando se acuesta se quita los audífonos y no me oye. Si necesito algo, le pincho”.
Cuando lo miro recuerdo los niños, los juegos… Pienso mucho en esa época. Me paso el día recordando, me encanta. Soy muy feliz. Pienso que he sido muy afortunada, que mi vida ha sido muy bonita
En casa. Le gusta comenzar el día sin despertador. “Me puedo levantar y acostar todo lo tarde que quiera porque no tengo que madrugar para trabajar. Eso es maravilloso”. Desde que se decretó el estado de alarma no ha salido de casa. Ni a dar un paseo. “Como es muy grande y tengo la suerte de tener un jardín, salgo al jardín”, comparte. Hasta hace unos días disfrutaba mucho dando de comer a sus gallinas. “Ya no tengo. Todas eran preciosas, pero se han ido muriendo. Solo me quedaban dos. El otro día se murió una y no podía soportar la soledad de la otra así que se la envié en un taxi a casa de mi hijo, que tiene más”. Le entusiasma regar las plantas, ver la tele, coser y hacer labores.“Tengo aquí una tienda de Pontejos entera”. Cajas y cajas con todo tipo de cosas se apilan en las habitaciones. Lo tiene todo perfectamente clasificado. “No tengo síndrome de Diogénes ni nada parecido, tengo cosas puedo necesitar y cosas que me afectan emocionalmente, recuerdos de mi vida. Son cosas que no puedo dejar de tener”.
Roscón con nata. Cuando llegó a mil seguidores en Instagram, el 9 de abril, lo celebró merendando roscón de Reyes. Le dio buena cuenta a su trozo, al que echó generosamente nata en spray. “Madre mía, qué hermosura”, decía entre carcajadas con la mascarilla colgada. Lo había descongelado para la ocasión. “Ya no me queda”, revela. “En las últimas navidades hice una merienda espléndida para mucha gente querida, compré un montón de roscones y congelé lo que sobró. Yo no debo comer esas cosas, pero me las como. A mí qué me importa ya estar más o menos delgada si la vida se me termina, pero no tengo ganas de morirme. Estoy todavía bastante bien, a pesar de todo”. De vez en cuando, hace una travesura. “Ayer me comí un chocolate que tiene dentro avellanas. Lo tengo escondido debajo de dos libros para que no lo vean. Ay, qué felicidad”.
Historia de España. Gustavo Salmerón está detrás de su aparición en Instagram. “Le envié una cámara a mi hermana Paloma, que vive con mi madre, para que la grabase durante el encierro”. Las peticiones para que haga una película o una serie se multiplican en cada nueva publicación. “Estamos en proceso de trabajo”, admite el ganador de dos premios Goya. En su primer documental, Julita Salmerón personificaba la Historia reciente de España. Se reflejaba desde el asesinato de su abuela en la guerra civil a la abdicación de Juan Carlos I. “El nuevo material se puede utilizar para seguir esa narración. A fin de cuentas, el confinamiento es parte de la Historia. Me parece una buena oportunidad contarlo”, explica el director de la película que fue aplaudida en Toronto, Karlovy Vary, Sidney, Hong Kong, Mar de Plata o Palm Springs. La protagonista, que no quería hacer Muchos hijos, un mono y un castillo, ahora sí que está por la labor. “No creo que interese mucho otra película, pero si al público le interesa haré un esfuerzo”, concede.
Años felices. Julita Salmerón nació en 1935 en Cuenca, en la cama de matrimonio de sus abuelos. Se considera madrileña. “Madrid ha sido para mí lo más maravilloso que yo he podido encontrar. Soy madrileña, de pura cepa”. Hija de maestros, tuvo un jardín de infancia, al que llamó Platero. “Decidí abrirlo porque no me gustaba para mis hijos ninguno de los que había. Por nuestra zona estaban los mejores, pero fui a verlos todos y ninguno me convencía. Quise abrir uno más creativo. Los niños además de aprender a leer y a escribir tienen que aprender a ser creativos”. Siempre ha tenido una conexión especial con ellos. Les hacía divertirse incluso con las comidas. “Por ejemplo, a los huevos les pintaba ojitos”. La escuela infantil estaba en el jardín de su casa. “Cuando lo miro recuerdo los niños, los juegos… Pienso mucho en esa época. Me paso el día recordando, me encanta. Soy muy feliz. Pienso que he sido muy afortunada, que mi vida ha sido muy bonita”.