Conociendo el barrio

Pasear sin irme más allá de un kilómetro me ha llevado a visitar el sitio donde vivo desde hace un año

Espero que estéis desescalándoos, desconfinándoos, desmelenándoos estos días con cuidado, ira y humor. Como muchos, me he hecho deportista por inercia, como mis vecinos, contribuyendo a que mi barrio parezca un anuncio del Decathlon a partir de las 20:00. Hoy se cumplen casi dos meses desde que salí a la calle por última vez. Se me había olvidado cómo era Madrid tras estar confinado tanto tiempo, viviendo entre cajas de fideos instantáneos y dramas coreanos. Navegué por el radio de un kilómetro de mi casa como si estuviera en un set de filmación.

Nunca me había dado la oportunidad de co...

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Espero que estéis desescalándoos, desconfinándoos, desmelenándoos estos días con cuidado, ira y humor. Como muchos, me he hecho deportista por inercia, como mis vecinos, contribuyendo a que mi barrio parezca un anuncio del Decathlon a partir de las 20:00. Hoy se cumplen casi dos meses desde que salí a la calle por última vez. Se me había olvidado cómo era Madrid tras estar confinado tanto tiempo, viviendo entre cajas de fideos instantáneos y dramas coreanos. Navegué por el radio de un kilómetro de mi casa como si estuviera en un set de filmación.

Nunca me había dado la oportunidad de conocer mi barrio desde que me mudé el año pasado, así que se la di ahora, considerando el límite de los paseos. Creo que no había mantenido contacto con tantas personas cisheterosexuales desde que vi Love is Blind.

Mis amigos me habían mandado fotos de sus barrios, de carteles, de pintadas xenófobas y racistas en bazares

Se me había olvidado, además, cómo era sentirse señalado por la calle por ser racializado. Igual era por mi forma de correr. Mis amigos ya me lo habían advertido en conversaciones de WhatsApp: me habían mandado fotos de sus barrios, de carteles, de pintadas xenófobas y racistas en bazares regentados por personas chinas. Yo pensaba que el racismo no estaba permitido hasta la fase 2 de la desescalada, junto a la caza y la pesca deportiva.

¿Soy yo o la ciudad se está volviendo cada vez más hostil hacia las personas no hegemónicas? Habrá quien piense que exagero la situación pero me llegan muchas noticias de incidentes que atentan contra nuestros derechos y las vidas de nuestras compañeras, como el caso de la mujer que sufrió transfobia por parte de dos policías en Benidorm que se grabaron insultando y soltando transfobiadas del tipo «si antes jalarías pocas pollas, con lo feo que eres, ¿ahora qué haces?». Este hilo de acontecimientos me hizo replantearme el lugar que ocupan nuestros cuerpos no hegemónicos en la ciudad y qué tipos de fronteras y violencias nos podemos encontrar en ella debido a ello; y releer, cartografiar la ciudad de Madrid desde una perspectiva no hegemónica.

Así fue como me acordé justamente del proyecto Queering The Map que, como dice el colectivo de arquitectura y diseño Venida Devenida, es uno de los muchos proyectos que «dan una comprensión política de nuestras ciudades, comunidades y espacios al considerar alternativas fuera de los discursos dominantes». Queering The Map es un proyecto de mapeo comunitario creado por Lucas LaRochelle en el año 2017 en el que se geolocalizan recuerdos, historias de disidentes sexuales en relación con el espacio físico. Como el mapa es abierto, cualquier persona queer puede participar buscando la ubicación donde vivió esa experiencia y añadiendo una descripción de esa experiencia en la caja de texto. Estas memorias queer pueden ser recuerdos colectivos, indicando espacios de resistencia o de deseo, o espacios que evocan recuerdos individuales de usuarios anónimos.

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En mi barrio no aparece nada cartografiado.

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