Pablo Varela, fiscal antidroga de Pontevedra: “Los narcosubmarinos son un desafío mayor del que suponíamos”
El representante del ministerio público alerta de que la capacidad de los narcos supera los “medios operativos” de la lucha contra el tráfico de drogas y reclama que se incrementen “para que la salud pública no se socave aún más”
El 13 de marzo se interceptó, aunque vacío, el segundo narcosubmarino en Pontevedra, tres años después de la llegada de la primera embarcación de este tipo localizada en Europa con 3.000 kilos de cocaína, construida por organizaciones colombianas para transportar la sustancia que producen a toneladas. El hallazgo no es un hecho puntu...
El 13 de marzo se interceptó, aunque vacío, el segundo narcosubmarino en Pontevedra, tres años después de la llegada de la primera embarcación de este tipo localizada en Europa con 3.000 kilos de cocaína, construida por organizaciones colombianas para transportar la sustancia que producen a toneladas. El hallazgo no es un hecho puntual para la policía, sino que marca una tendencia en el transporte de esta droga. Se sospecha que ha habido otros artefactos que han logrado sigilosamente su objetivo. El método supone un desafío y marca un cambio de paradigma por la dificultad en la detección de cargamentos. Pablo Varela (Oviedo, 46 años), tras seis años al frente de la Fiscalía Antidroga de Pontevedra, admite su preocupación ante esta nueva amenaza. “Es muy preocupante porque nos enfrentamos a otra dimensión más potente del fenómeno del narcotráfico, por su mayor capacidad para articular todo tipo de transporte y socavar, todavía más, lo que tratamos de proteger con cada incautación de droga: la salud pública, principalmente de los jóvenes”, afirma.
Que las organizaciones latinoamericanas hayan abierto esta nueva ruta transoceánica y lleguen aquí “da una idea de la solidez y madurez de las infraestructuras de estas organizaciones”, subraya Varela: “Están dispuestas, ya no a sostener un negocio, sino a incrementarlo, porque crece exponencialmente en cantidad de sustancia y capacidad imaginativa para articular todo tipo de transporte”. La demanda de cocaína se sostiene “con una oferta superlativa y el precio más estable que hay”, con mínimas fluctuaciones: 60 euros el gramo y 32.000 euros el kilogramo. “Esta estabilidad que no es equiparable a ningún otro mercado porque el narcotraficante siempre gana”, expone el fiscal.
El fiscal especializado cree que es pronto para hablar de un medio de transporte consolidado cuando solo han sido interceptados dos semisumergibles, pero son evidencias de un alto nivel operativo de los narcos. Año tras año ven cómo se superan las cifras que se consideraban récord de aprehensiones y de fórmulas para disimular los envíos, afirma Varela, pero los narcosubmarinos no son un método más. “Después de más de 10 años enviando cocaína a Norteamérica por el Pacífico y el Caribe desde Colombia, ahora [los narcos] han testado su utilización en Europa y tienen el dominio de fabricación, lo que les da una proyección del negocio mucho mayor”, explica el representante del ministerio público.
Acortar los tiempos de instrucción
Más producción de cocaína y medios muy perfeccionados son el panorama que describe el fiscal antidroga de Pontevedra. Los narcosubmarinos suponen, a su juicio, “un salto cualitativo, un punto de inflexión”. “El fenómeno al que nos enfrentamos es mucho más complejo porque [los narcos] han logrado una dimensión y capacidad que supera nuestros medios operativos”, subraya Varela. Aboga por “incrementar” esos medios y por “aplicarlos del modo más eficiente posible para lograr que [los narcos] no consigan sus objetivos, aunque esto sea muy difícil”. “Contamos con medios policiales con acreditada experiencia que podrán superar las dificultades”, confía.
Los sumergibles acreditan “la preparación” de los narcos para “ensamblar el funcionamiento entre la organización productora, la expedidora, el transportista y todos los intermediarios”. Varela admite que ganar la batalla al narcotráfico es complicado, pero que no hay que abandonar: “Es posible que no se lo pueda vencer, pero no podemos dejar de luchar por ello, ni minusvalorar la gravedad de discursos que tratan de acentuar la inutilidad de la labor de lucha contra el narcotráfico porque no hay una eventual solución mágica que acabe con él”. Explica que el objetivo “no es tanto minar el dominio de las organizaciones, sino evitar que puedan proveer el mercado ilícito para proteger, principalmente a nuestros jóvenes, del consumo de unas sustancias que tiene unas implicaciones que van más allá de la salud pública”.
Varela aboga porque se dote de los medios precisos a la policía, que se enfrenta a traficantes que actualizan constantemente sus métodos. La agilidad en la tramitación de los procedimientos judiciales es, para el fiscal antidroga de Pontevedra, un apoyo esencial, que debe ir acompasada con campañas de concienciación y de prevención social de las consecuencias del consumo crónico de estupefacientes.
El decomiso anticipado y las oficinas de recuperación de bienes de narcotraficantes han sido grandes avances que han demostrado que se pueden articular reformas, reconoce, aunque reclama cambios legislativos. ”Arrastramos un modelo procesal que hunde sus raíces en el siglo XIX y tenemos que acortar los tiempos de instrucción de causas muy complejas, con gran número de investigados que en la mayoría de los casos requieren trabajo de investigación tecnológica y no siempre contamos con las herramientas adecuadas”, lamenta Varela.
La Red de Fiscales Antidroga de Iberoamérica (RFAI) es un instrumento de cooperación judicial en el que participa España y Portugal, y actúa como una estrategia global contra el crimen organizado desde su creación en 2014. Varela destaca su eficiencia operativa y el modelo para abordar las investigaciones sobre narcotráfico que desde la Audiencia Nacional ha impulsado Rosa Ana Morán, la primera mujer en ocupar la jefatura de la Fiscalía Antidroga de este tribunal, bajo la coordinación del fiscal Ignacio de Lucas.
El responsable de las investigaciones antidroga en Pontevedra cree, con todo, que el problema no debe reducirse a los kilos de droga incautados o a la espectacularidad de una operación concreta. Varela insiste en que la verdadera lucha contra el narcotráfico es la que trata de lograr que el consumo ilegal no perjudique a la sociedad como lo hace. “No es incautar miles de sustancias el objetivo último, sino proteger todo un abanico de bienes jurídicos que están en peligro. Y no es una lucha inútil si no desaparecen las organizaciones, porque la proyección de salud pública es mucho más amplia”, insiste.
La “multinacional” de las organizaciones gallegas
El narcotráfico gallego ha quedado huérfano de los históricos jefes que dominaron el negocio casi tres décadas. Las grandes organizaciones de antaño, con capacidad para comprar los cargamentos y traerlos a Galicia en sus propios barcos, han dado paso a grupos de traficantes que ofrecen sofisticadas y veloces embarcaciones para trasladar la droga a tierra, una operativa imprescindible. “Actúan como una multinacional”, afirma el fiscal antidroga de Pontevedra.
Así, han logrado encajar a la perfección en el modelo empresarial de los cárteles sudamericanos, al controlar el medio marítimo y contar con capacidad para fabricar planeadoras en astilleros gallegos y portugueses. “Su capacidad operativa deriva de su adaptabilidad y no cabe minusvalorar el papel que desempeñan ahora en el narcotráfico internacional; todo lo contrario, porque hablamos de operaciones de tanta envergadura o más que las de antes”, subraya Varela.
En las organizaciones gallegas, expone, “ha habido una llamativa especialización en función de las necesidades de la oferta y demanda y de cada operación concreta”. “Hoy [los narcos gallegos] actúan con unas posibilidades de éxito mayores, frente al desafío que este nuevo esquema de transportes en semisumergibles plantea para los equipos policiales”, explica Varela.
“Hay un gallego en todas partes”, comenta con ironía el fiscal al referirse a Pontevedra como punto rojo de la cocaína, donde el papel de las organizaciones gallegas se ha potenciado con planeadoras de mayor envergadura y tecnológicamente más equipadas. “En Pontevedra, hemos comprobado de qué manera estos nuevos grupos buscan su invisibilidad para ocultar su verdadera dimensión. Si hay un mercado tan estable es porque hay una provisión y proyección de la actividad criminal que consolida ingentes ganancias económicas que debemos tratar de identificar e incautar”, concluye.