El Gobierno se siente reforzado y ve cómo se hunde la oposición del PP
El ‘efecto Illa’, una operación impulsada desde Moncloa, triunfa sin perjudicar a los aliados de ERC y Unidas Podemos. Pero el éxito de Vox es la gran contracara
Algunos, incluso internamente, criticaron a La Moncloa por poner las expectativas del efecto IIla demasiado altas. Pero el resultado de las elecciones catalanas, mucho mejor del esperado incluso por los más optimistas del Gobierno y el PSC, consolida al presidente, Pedro Sánchez, y su ...
Algunos, incluso internamente, criticaron a La Moncloa por poner las expectativas del efecto IIla demasiado altas. Pero el resultado de las elecciones catalanas, mucho mejor del esperado incluso por los más optimistas del Gobierno y el PSC, consolida al presidente, Pedro Sánchez, y su arriesgada apuesta sorpresa de colocar a su ministro de Sanidad como candidato. La resistencia de En Comú Podem ayuda además a calmar las aguas en la coalición. Por contraste, la debacle del PP catalán y de Ciudadanos hunde a Pablo Casado y a Inés Arrimadas y, por tanto, debilita al líder de la oposición. Sin embargo, eso no tiene por qué ser bueno para Sánchez. Vox se convierte en una amenaza cada vez más real no solo para el PP, sino para toda la política española, incluido el Gobierno, y ahora aspirará a liderar la oposición.
Si hace solo dos meses alguien le dice a un dirigente del PSOE o del PSC que podían volver a ser el primer partido en Cataluña después de años de sufrimiento y de ver cómo Ciudadanos le doblaba en escaños en 2017, se habría encontrado con una carcajada o con un sarcasmo. Todavía este viernes, en el PSOE había muchas dudas sobre el alcance real del efecto Illa. Ya había tímidas críticas internas al exceso de expectativas que hacía que un buen resultado como el de ser tercera fuerza, acercándose mucho a la segunda y a la primera, pudiera ser interpretado como un fracaso.
Pero el resultado ha dejado atrás todas esas críticas y, al contrario de lo que sucedió en las elecciones generales de noviembre de 2019, refuerza absolutamente al equipo que forman Pedro Sánchez e Iván Redondo, su jefe de gabinete, que han estado muy encima de la campaña de Salvador Illa, el gran ganador de la noche también gracias al apoyo de su mano derecha y jefe de campaña, Víctor Francos.
Todos ellos, y Miquel Iceta, que dejó paso a su lugarteniente Illa porque entendió que era mejor candidato que él, son los triunfadores de una operación que no les permitirá de momento volver a gobernar Cataluña, pero sí convertir al PSC en el gran referente de la alternativa al independentismo y a Illa en un hombre clave del futuro de la política catalana. Todo esto consolida a Sánchez, y a su Gobierno, que se encuentra con que después de un año de pandemia durísimo, la primera vez que se somete a unos comicios, logra un resultado espectacular con la cara más visible de la gestión de la crisis del coronavirus. Todo un mensaje político explícito que da combustible al Ejecutivo para enfrentarse a la segunda parte de la legislatura. El mensaje es claro: el PSOE vuelve a ser fuerte en uno de sus históricos graneros y es el único gran partido nacional que sale reforzado en las catalanas y con claras perspectivas de mantenerse como la principal formación en España.
Los resultados han calmado casi todos los miedos que podía tener el Gobierno ante unas complicadísimas elecciones como estas, pero han convertido en pesadillas los temores del PP y Ciudadanos. El Ejecutivo daba por hecho que Illa tendría un gran resultado, pero temía que Junts ganara a ERC y los republicanos quedaran como tercera fuerza, algo que podría complicar la mayoría parlamentaria. Esa posibilidad no se ha hecho realidad y ERC, aunque sea por una diferencia pequeña, se convierte al fin en el primer partido del independentismo. Y esto es positivo para el Ejecutivo porque le servirá para negociar directamente con ellos la fórmula para retomar la mesa de diálogo ahora con un presidente republicano. La estrategia negociadora de ERC, que permitió la investidura de Sánchez y apoyó sus Presupuestos frente al no a todo de Junts, queda también reforzada y la legislatura podrá continuar con las mismas mayorías.
El otro gran temor era un desplome del grupo de Pablo Iglesias que complicara aún más la convivencia en la coalición, que atraviesa en estas semanas sus peores horas. La idea de que Unidas Podemos podía sufrir un nuevo desgaste desde que forma parte del Gobierno, como sucedió en Galicia y en el País Vasco, inquietaba mucho al Ejecutivo. Pero el grupo de Iglesias ha mantenido sus escaños y eso le permite afrontar con algo más de calma lo que quede de legislatura. La tensión seguirá, porque Iglesias parece convencido de que esa estrategia le ayuda a consolidar su espacio, pero la ruptura se aleja.
La contracara de esta victoria para Sánchez y sus aliados es el desastre para el líder de la oposición. Pablo Casado no solo ha visto cómo Vox le superaba en escaños, su gran miedo. Pero es que casi le cuadriplica. El único consuelo que le queda al PP es que Ciudadanos está aún peor: ha perdido 30 escaños. Pero le durará poco. Casado rompió con Vox en octubre y se lanzó a buscar los votos de un Ciudadanos en caída libre. El fracaso en la primera prueba ha sido absoluto: el PSC se llevó una parte de esos votos de Inés Arrimadas y los demás los atrapó Vox, el otro gran vencedor de la noche. Casado tendrá que replantear por completo su estrategia para frenar al partido de Santiago Abascal, que ahora se verá reforzado para intentar liderar la oposición.
Pero el problema de Vox no es solo para Casado. Sánchez ve como se debilita el PP, alternativa clásica de los socialistas, con el que tiene varias negociaciones de alto nivel pendientes, y se refuerza la oposición salvaje de Vox, y eso también inquieta en el PSOE, porque España empieza a recorrer el camino de Francia, donde la extrema derecha domina ese espacio. Si a eso se suma la noticia de que los independentistas han superado por primera vez el 50% de votos en Cataluña, no todo son buenas noticias para el Ejecutivo de Sánchez. Pero la euforia del exitazo de la operación Illa dejaba la noche del domingo esas visiones del vaso medio vacío para otro momento.