“No sé decirte qué pienso en política”

Kiko Arza, hoy sumellier, no sabe qué pensar de los políticos. Sin embargo, sí que denuncia la inseguridad de Barcelona

Kiko Arza, sommelier.

Kiko Arza tenía 18 años cuando EL PAÍS le entrevistó. Arza participó en la serie La Generación del pujolismo. Entonces, era un joven estudiante de la Escola Sant Ignasi de Hostelería del barrio de Sarrià (Barcelona). Pese a trasladarse a diario a una de las zonas con más poder adquisitivo de la capital catalana, Arza defendía a muerte su barrio, el Raval y sus orígenes: es hijo de una dependienta de la Boqueria y se cr...

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Kiko Arza tenía 18 años cuando EL PAÍS le entrevistó. Arza participó en la serie La Generación del pujolismo. Entonces, era un joven estudiante de la Escola Sant Ignasi de Hostelería del barrio de Sarrià (Barcelona). Pese a trasladarse a diario a una de las zonas con más poder adquisitivo de la capital catalana, Arza defendía a muerte su barrio, el Raval y sus orígenes: es hijo de una dependienta de la Boqueria y se crió entre frutas y verduras en los pasillos del mercado más icónico de la capital catalana.

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Arza admitía entonces que no entendía mucho de política y aunque en casa su familia tendía a votar socialista eso no le impedía pensar que el presidente de la Generalitat Jordi Pujol era una persona respetable y un “hombre de mucha cabeza”. Además, como estudiante había formado parte del equipo de restauradores que un día sirvió un banquete en una sala cercana al Pati dels Tarongers, en el Palau de la Generalitat. Aquel día, Arza conoció a Pujol y le pareció un tipo “muy amable”.

Arza tiene hoy 36 años y es el sumiller del restaurante Gaig. “Empecé a estudiar cocina pero cuando descubrí la sala me enamoré. Salí de la escuela y fui a parar al restaurante Gaig y aquí sigo. Comencé cambiando ceniceros y limpiando platos y ahora soy maitre sumiller de los restaurantes de mi jefe”, recapitula el Arza de 2021 al que ya no le impresiona atender en banquetes y comidas a políticos y a clientes vips. “En 2003 yo era un niño del Raval con pocas aspiraciones y ahora me he mudado a Badalona con mi pareja y estamos esperando un hijo”, explica.

La confesión del expresidente catalán admitiendo sus cuentas en el extranjero hizo que este sumiller, como otros catalanes, cambiara su concepción del político: “No me esperaba sus líos políticos. Yo creía que gestionaba Cataluña y su vida muy bien. Pero está claro que me equivoqué”.

Han pasado 18 años desde aquella entrevista en el EL PAÍS y, entonces, no tenía muy claro cual era su posición ideológica. Ahora tampoco. “Desde entonces, he pasado por diferentes fases y si te digo la verdad, no sabría decirte bien bien lo que pienso. He ido a ratos. Hubo un momento con el tema del procés que pensé que los políticos independentistas llevaban razón, también por los palos que dieron los policías el 1 de octubre de 2017, luego vi que todo eran obstáculos. Más tarde pensé que quizás no era el momento de la independencia. No sé qué pensar, la verdad”, admite.

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Su madre sigue viviendo en el Raval, en la calle d’en Roig, y sigue pensando que los socialistas son la mejor opción. La unión de la familia Arza con el mercado barcelonés no se ha roto después de tantos años: “Mis hermanos trabajan en el bar Kiosco Universal de la Boqueria”.

Hoy, este sumiller cree que Barcelona es una ciudad mucho más insegura que cuando él era “un niño sin aspiraciones” del Raval. “Antes en mi calle, la d’en Roig, podía jugar a la pelota y ver, en un callejón, a un tipo pinchándose. Entonces era duro pero la situación de ahora con narcopisos, robos… es insostenible”, mantiene.

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