Los dos meses de alta tensión entre PP y Vox en Murcia que abocan a la región a segundas elecciones

Los casi 60 días que han transcurrido entre la constitución de la Asamblea y el último llamamiento de López Miras a cerrar un acuerdo, este jueves, han provocado que la comunidad sea la única donde no está previsto un acuerdo de Gobierno

El presidente en funciones de la Región de Murcia, Fernando López Miras, ayuda a liberar un ejemplar de tortuga boba en la playa de la Carolina, en el espacio protegido de Cuatro Calas , en Águilas, en la Región de Murcia, este jueves.europa press

Solo queda un gobierno autonómico por definir. Y su viabilidad pende de un hilo. Ni el temor ante una repetición electoral ni el entendimiento entre Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal para fraguar acuerdos en cuatro comunidades y en decenas de Ayuntamientos significa nada para el PP y Vox en la Región de Murcia. Tampoco la concesión que el líder de los ultras hizo al jefe de los populares, la semana pasada, al ...

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Solo queda un gobierno autonómico por definir. Y su viabilidad pende de un hilo. Ni el temor ante una repetición electoral ni el entendimiento entre Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal para fraguar acuerdos en cuatro comunidades y en decenas de Ayuntamientos significa nada para el PP y Vox en la Región de Murcia. Tampoco la concesión que el líder de los ultras hizo al jefe de los populares, la semana pasada, al ofrecer sus 33 escaños para una investidura sin contrapartidas. El presidente murciano en funciones, Fernando López Miras, quiere su propio regalo —una abstención que facilite su continuidad en el cargo en solitario—, pero los dirigentes territoriales de Vox se mantienen en el choque total: o coalición o repetición electoral. La fecha límite es el próximo 7 de septiembre, entonces expirará el plazo para acercar posiciones y evitar una nueva convocatoria. Pero todo saltó por los aires el pasado 14 de junio. “Génova ha decidido que en Murcia hay que ir a elecciones”, afirmó José Ángel Antelo, líder regional de Vox, hace dos meses. Y ahora se agota el tiempo para que se cumpla la amenaza.

14 de junio. Vox queda fuera de la Mesa. Las caras de los ultras tras la constitución de la Asamblea eran un poema. Vox esperaba que el PP, gracias a su representatividad, les cediera un asiento en la Mesa de la Cámara autonómica. Pero no ocurrió. ¿Por qué? López Miras acarreaba sobre sus espaldas una legislatura jalonada de contratiempos tras firmar en 2019 un Gobierno de coalición con Ciudadanos y con el apoyo programático de Vox. El PP sí otorgó entonces la Presidencia de la Asamblea a Cs, pero contaba con menor número de diputados —16— y además eran la segunda fuerza más votada, por detrás del PSOE (17). Dos años después, en marzo de 2021, López Miras tuvo que enfrentarse a una moción de censura promovida por PSOE y Cs, que no prosperó porque tres diputados tránsfugas de Ciudadanos y otros tres díscolos de Vox se pasaron al bando del dirigente popular. Los tres ultras generaron posteriormente más problemas.

El líder de Vox en Murcia, José Ángel Antelo (en el centro) sigue el discurso del presidente en funciones, Fernando López Miras, durante la primera sesión del pleno de investidura, el 6 de julio.Marcial Guillén (EFE)

Este 28-M, el PP logró en la región 21 escaños y el 42,87% de los votos, el mejor de cinco resultados de las comunidades donde el PP necesitaba entenderse con Vox para poder gobernar —en Extremadura y Comunidad Valenciana requerían del voto a favor de los ultras, mientras que en Aragón, Baleares y en Murcia, solo necesitaban la abstención, en esta última, a dos escaños de la mayoría absoluta—. Y, con esos números, el presidente murciano no quería ni oír hablar de más alianzas. “López Miras quiere sí o sí un Gobierno estable en solitario”, advierten fuentes de su entorno. Tampoco cedió un ápice en la constitución de la Asamblea y Vox alzó los cuchillos. “Estamos perplejos de que nos haya vetado en la Mesa. Nos ha pedido todo a cambio de nada. Hoy han decidido ir a elecciones”, sentenció Antelo el 14 de junio.

28 de junio. El modelo balear. La candidata del PP en Baleares, Marga Prohens, selló el 28 de junio un acuerdo programático con Vox para un Ejecutivo en solitario. Después, el 30 de junio, la líder popular en Extremadura, María Guardiola, aceptó que los ultras entrasen en su Gobierno. Pero tanto en Aragón como en Murcia se apelaba al modelo balear. “Mi límite para gobernar en solitario es tener más escaños que la izquierda. Donde necesitemos el sí de Vox, lo lógico es que Vox esté en el Gobierno; si no le tengo que pedir el sí, lo lógico es que no forme parte”, fijó como criterio Feijóo el 3 de julio, respaldando los pactos alcanzados por Prohens y Guardiola, y preparando el terreno en Aragón y en Murcia, además del suyo propio. El líder del PP avaló la resistencia de López Miras desde el minuto cero.

4 de julio. Reunión sin éxito. Los equipos negociadores de PP y Vox se reunieron por primera vez en un encuentro en el que los populares ofrecieron a los ultras un pacto programático a cambio de su abstención. Pero Vox no aceptó las condiciones: insistía en la coalición. “Estamos a tan solo dos diputados de la mayoría absoluta y no hay alternativa posible ni ninguna otra suma”, aseguró el portavoz del Grupo Popular en la Asamblea, Joaquín Segado. Abascal tachó la propuesta de “trágala”, y reivindicó la fuerza de su formación en Murcia, donde ha logrado el mayor porcentaje de los cinco territorios anteriores. Los dirigentes ultras regionales cargaban además contra López Miras por “no” haber “cumplido” con el contenido del pacto programático rubricado en 2019, por lo que desechan repetir dicha fórmula.

10 de julio. Fracasa la segunda sesión de investidura. Pese a regalar el oído a Vox en los días previos, ni en primera ni en segunda vuelta consiguió López Miras ser investido en sendas sesiones al aglutinar solo los 21 votos a favor de su grupo. Entretanto, los ultras acusaban al presidente en funciones de no dejarles entrar en el Gobierno por orden de la dirección nacional —para no “perjudicar” los intereses de Feijóo, en plena campaña electoral del 23-J—. “Algunos no se quitan el modo electoral. Nosotros estamos en modo Región de Murcia”, contrarrestó el popular Segado.

23 de julio. Elecciones generales. Las urnas del 23-J arrojaron un resultado en el que la suma de PP y Vox no era viable. Abascal perdió además 19 diputados, y conscientes de que se escapaba la posibilidad de entrar en el Gobierno nacional, a los ultras solo les restaba Aragón y la Región de Murcia. Dos días después, el 25 de julio, López Miras solicitó una nueva reunión con Vox, pero los ultras le dieron plantón al no entregar un “folio en blanco” —el PP adelantó antes del encuentro que seguía sin haber lugar a una coalición—. La nueva oferta incluía, por contra, su entrada en la Mesa, un senador autonómico y otros cargos institucionales. Vox rechazó “los sillones”.

3 de agosto. Azcón sella un Gobierno de coalición. Desde Aragón, Azcón cedió al pulso de Vox en la comunidad ante el miedo de repetir las elecciones. El candidato aragonés no las tenía todas consigo si había que concurrir de nuevo, con un resultado más ajustado en comparación con las cifras de Murcia, reforzado a su vez en las urnas del 23-J en la circunscripción murciana. De ahí que López Miras no viva con el mismo temor a unas segundas elecciones al considerar su entorno que volvería a hacerse con una holgada victoria. Pero Azcón puso en un brete a López Miras con su pacto, también Feijóo, pues el líder del PP contradijo el criterio fijado por sí mismo el 3 de julio —”Donde necesitemos el sí de Vox, lo lógico es que Vox esté en el Gobierno; si no le tengo que pedir el sí, lo lógico es que no forme parte”—. Y así dio vía libre a una nueva contradicción en caso de que López Miras dé marcha atrás en Murcia.

6 de agosto. Abascal otorga a Feijóo sus 33 escaños. López Miras pidió a los dirigentes regionales de Vox aplicar el mismo “sentido de Estado” que el ejercido —según él—, por Abascal a nivel nacional, al regalar sus votos para la investidura de Feijóo sin condiciones. Dos días después, la renuncia del portavoz parlamentario de Vox, Iván Espinosa de los Monteros, consolidó el auge del sector más integrista de Vox, con el vicepresidente de Acción Política, Jorge Buxadé, a la cabeza. En la dirección nacional del PP respaldan a López Miras y hasta ahora habían identificado precisamente “dos corrientes” en Vox: una más dura, que pretende “debilitar” al PP —en la que encuadran a los dirigentes Jorge Buxadé y a Kiko Méndez-Monasterio—, con la que sostienen que es más difícil entenderse; y otra más “pragmática” en la que ven a Abascal. Pero la marcha de Espinosa de los Monteros ha debilitado esa segunda ala, por lo que podría complicar aún más las negociaciones en Murcia. La secretaria general del PP, Cuca Gamarra, reforzó un día después, el 9 de agosto y en público, el aval dado por la cúpula a López Miras. “Tiene todo el respaldo del partido y de la dirección nacional”, subrayó.

10 de agosto. López Miras apremia a Vox. El último episodio de la espiral de desencuentros se produjo el pasado jueves. López Miras apremió a Vox a “sentarse” para “desbloquear” la situación ya, “sin amenazas y sin chantajes y, sobre todo, con propuestas asumibles”. Y se mantuvo firme en su negativa de dar entrada a los ultras en el Gobierno. “Cuando un partido ha ganado claramente las elecciones, cuando tiene más diputados que toda la izquierda, cuando está a tan solo dos parlamentarios de la mayoría absoluta, exigir una vicepresidencia, dos consejerías o valorar la idoneidad de los consejeros del PP no es razonable, ni admisible”, sentenció el dirigente en un acto en Águilas. Desde Twitter, Vox Murcia replicó: “En cuanto el señor López Miras vuelva de vacaciones, estaremos encantados de sentarnos y hablar sin chantajes ni amenazas. Nuestro presidente José Ángel Antelo sigue esperando la llamada desde hace más de un mes”.

En el entorno del presidente en funciones confirman que López Miras mantendrá su posición sin fisuras hasta el final. O alguien se desdice y da marcha atrás, o la Región de Murcia protagonizará la primera repetición electoral registrada en una comunidad autónoma.

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