Esto se arregla con otro partido de izquierdas
El optimismo nos protege, nos consuela y nos motiva. A veces demasiado
Somos optimistas. Más o menos. No todo el mundo ni todo el tiempo, claro, pero la mayoría sí tenemos un “sesgo optimista”, término que acuñó el psicólogo Neil Weinstein en 1980, después de mostrar en varios estudios que tendemos a creer que nuestras posibilidades de experimentar un evento negativo están por debajo de la media. No nos parece que tengamos una probabilidad del 33% de sufrir un cáncer a lo largo de...
Somos optimistas. Más o menos. No todo el mundo ni todo el tiempo, claro, pero la mayoría sí tenemos un “sesgo optimista”, término que acuñó el psicólogo Neil Weinstein en 1980, después de mostrar en varios estudios que tendemos a creer que nuestras posibilidades de experimentar un evento negativo están por debajo de la media. No nos parece que tengamos una probabilidad del 33% de sufrir un cáncer a lo largo de nuestra vida o de más del 50% de divorciarnos, aunque eso es lo que dicen las estadísticas. Eso son cosas que les pasan a los demás. Hasta que nos pasan a nosotros, claro.
Este optimismo no se traduce solo en cómo esperamos que nos vaya en el futuro, sino también a la hora de valorar cómo nos están yendo las cosas. Y con esto llegamos a las elecciones andaluzas: la noche del domingo y la mañana del lunes, muchos tuiteros de izquierdas se alegraban por el hecho de que, al menos, Vox no estará en el Gobierno andaluz, un efecto secundario de la mayoría absoluta del PP que se puede ver como una buena noticia. Y este consuelo más o menos optimista se celebraba con chistes. Por ejemplo, se especulaba con la posible gira por elecciones de Macarena Olona, que ahora tendrá tiempo para presentarse a lehendakari con solo calzarse una txapela y empadronarse donde haga falta.
También había comentarios a costa de Ciudadanos. A la izquierda le fue mal, sin duda, pero al menos no había pasado de 21 diputados a 0. No eran muchos chistes, claro, porque el resultado se veía venir y sin sorpresa no hay humor, pero se publicaron montajes de Juan Marín vendiendo torrijas, en referencia a una de las intervenciones más comentadas del segundo debate, y se le colocó en la famosa foto de Chenoa en chándal después de cortar con David Bisbal, imagen que lleva años convertida en el meme más indicado para hablar de alguien que no está en su mejor momento.
Todo esto es un consuelo un poco pocho, porque es evidente que a la izquierda no le han ido nada bien en las elecciones, mientras que los votantes y políticos del PP ya están pensando en jubilar a Pedro Sánchez (aunque esto también es sesgo optimista). De hecho, durante la noche del domingo se rescató uno de los tuits míticos de Sánchez de 2012: el del tablero de la oca y la frase “vaya paliza me están dando”. Es un tuit que vuelve con cada noche electoral regulera del PSOE.
Un lamento de los votantes progresistas ha sido la división de los partidos a la izquierda del PSOE. De nuevo, se volvía a recordar la famosa escena de La vida de Brian en la que se ironiza sobre el enfrentamiento entre el Frente Popular de Judea y el Frente Judaico Popular (¡disidentes!). No se acaban de entender las diferencias entre partidos que piensan casi lo mismo y que parece que solo se hayan distanciado por rencillas personales.
Visto todo esto, el optimismo puede parecer irracional. Suena como si uno hubiera perdido todos los ahorros en criptomonedas y dijera “al menos tengo salud”, mientras ignora esa tos rara que no acaba de irse. Pero, como explica la psicóloga Tali Sharot en su libro El sesgo optimista, esta actitud por lo general nos protege de las incertidumbres y de las dificultades, reduce el estrés y la ansiedad, y además nos motiva a llevar a cabo planes y proyectos. Tiene lógica: ¿para qué íbamos a querer hacer algo, cualquier cosa, si temiéramos un resultado catastrófico?
Esto tiene su parte negativa, claro. Por ejemplo, los votantes de izquierdas se pueden encontrar con que el optimismo lleve a la fundación de otro partido de izquierdas, con la idea de que este sí va a salir bien, de verdad. En cualquier caso, yo ya necesito un croquis.