Las paradojas de La Línea de la Concepción: viaje a una localidad entre dos mundos

La ciudad gaditana nació como dique contra el Gibraltar británico y acabó viviendo de los empleos del peñón

Dos vecinos de la Línea de la Concepción, uno de ellos (d) trabajador desde hace 15 años en Gibraltar, junto al paso fronterizo.PACO PUENTES

Esta es la ciudad española con más problemas. Y, sin embargo, cuenta con el alcalde más popular. No es la única paradoja en La Línea de la Concepción, que nació como dique contra el Gibraltar británico y acabó viviendo (narcotráfico aparte) de los empleos que el peñón ofrece. La devaluación de la libra desde el Brexit ha...

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Esta es la ciudad española con más problemas. Y, sin embargo, cuenta con el alcalde más popular. No es la única paradoja en La Línea de la Concepción, que nació como dique contra el Gibraltar británico y acabó viviendo (narcotráfico aparte) de los empleos que el peñón ofrece. La devaluación de la libra desde el Brexit ha reducido los salarios un 10%. Aún así, para muchos Gibraltar sigue siendo “la mejor empresa de Andalucía”.

La jornada comienza de camino al peñón. Cada día, unas 14.500 personas cruzan la frontera para acudir al trabajo. De ellas, más de 11.000 son linenses. Eso supone casi la mitad de la población activa en un municipio de 63.500 habitantes, con un desempleo del 40%. “Por suerte existe Gibraltar, porque fuera no hay nada”, dice Roberto Carlos Gamero, instalador de cables de telefonía. Gamero, residente en Los Barrios, es de los que piensan que Gibraltar “es la mejor empresa de Andalucía”. Cobra, al cambio, unos 1.200 euros netos al mes. “Compensa tragarse cada día el embotellamiento”, dice.

El currante del peñón está habituado a ciertas cosas. Una de ellas es la saturación del paso fronterizo cuando termina la jornada laboral, a eso de las 5 de la tarde. “Nos lleva al menos una hora recorrer un kilómetro y cuando los controles se endurecen, por lo que sea, pueden ser hasta cuatro horas”. Otro hábito es la tarjeta Revolut, que cambia las libras a euros. Luego están los líos fiscales, porque se pagan impuestos a ambos lados de la frontera. Y las condiciones sociales en la zona británica no son como las españolas: las bajas por enfermedad duran diez días y el subsidio de desempleo, cuatro semanas.

Pero el peñón, con su Main Street, sus embotellamientos, sus productos baratos (a nadie se le ocurre llenar el depósito del coche o comprar tabaco en el lado español), sus 7,5 euros por hora de trabajo y sus monos en la cima, es puro lujo comparado con el Campo de Gibraltar. “Esto es tremendo”, suspira Juan Franco. “No solo por la diferencia entre un lado y otro, sino porque nos afectan los problemas económicos de España, los del Reino Unido y cualquier roce que haya entre ellos o entre Londres y Bruselas: vivimos pendientes de lo que pueda suceder”.

Juan Franco es el alcalde de La Línea. En 2015 ganó las elecciones con su candidatura independiente La Línea 100x100, pero tuvo que pactar con el PP. En 2019 arrasó: 21 de los 25 concejales. Franco no tiene jefe de gabinete, ni portavoz, ni chófer. Va de un lado a otro haciendo lo que puede. “Aquí tenemos todos los problemas que pueda usted imaginarse, y alguno más”, afirma.

A La Línea nunca llegó el maná turístico, pese a que la lujosa urbanización Sotogrande y la Costa del Sol, con la emblemática Marbella, quedan a muy poca distancia. Lo que sí llega es droga, en grandes cantidades. Marruecos, el mayor productor mundial de hachís, está justo enfrente, a unas pocas millas náuticas. Y con el hachís vienen también toneladas de cocaína.

Dos hombres trasladan materiales en carritos de supermercado en La Línea de la Concepción el pasado 15 de junio. PACO PUENTES

El plan integral de seguridad lanzado por el Ministerio del Interior en 2018, con un importante despliegue de agentes, ha cambiado algunas cosas. “Al menos los traficantes actúan más discretamente y ya no cuelgan en las redes vídeos de los desembarcos”, ironiza un policía que lleva 18 años dedicándose a combatir el tráfico en la zona. Ya más en serio, los resultados son importantes: más de 60.000 detenciones y más de 800 toneladas de droga capturada en los últimos dos años.

“Eso ha funcionado”, reconoce el alcalde Franco. “Pero el plan debía ser integral y no lo ha sido”. Franco se refiere al apartado económico y social que debía complementar la acción de la policía. Ahí no se perciben grandes mejoras. “Y de ahí vienen muchos males, como el fracaso escolar”, sigue el alcalde. En una operación, según el policía antidroga, pueden participar unas 30 personas. Es fácil que cada una de ellas saque entre 6.000 y 10.000 euros. “Cualquier chaval, ante ese dinero, olvida los estudios y se dedica a vivir a lo grande durante un tiempo”.

En La Línea hay ahora menos desembarcos. “Los envíos desde Marruecos se reparten en cargamentos de menor tamaño, se distribuyen cerca de la costa entre varias embarcaciones recreativas y entran por todo el litoral andaluz, desde Almería hasta Huelva”, explica el policía. “Y luego está el puerto de Algeciras, que se paralizaría si aplicara controles correctos sobre todos los contenedores”.

La Atunara fue una aldea de pescadores mucho antes de que existiera La Línea. Y mantiene una estructura de casitas y callejuelas angostas no muy distinta a la de una casba norteafricana. Los trabajadores sociales no dan abasto en este barrio estigmatizado por el narcotráfico. El año pasado hubo protestas contra las operaciones policiales que degeneraron en disturbios; ahora la zona está relativamente tranquila.

Salida desde Gibraltar hacia España.PACO PUENTES

“Hemos descabezado los clanes principales, los Futbolistas, los Castaña, pero enseguida asciende al mando una generación más joven y la gente coopera. La pobreza es la clave. El que puede se agencia un barquito y mete droga”, explica el policía. Que ofrece un dato contundente: “Pese a lo que hacemos desde 2018 para controlar el narcotráfico, el 70% u 80% de la población de La Línea vive de él. No digo que el 70% de los linenses se dediquen al tráfico, por supuesto, lo que digo es que el 70% acaban beneficiándose del dinero que genera la droga. Porque ese dinero se mueve por el Campo de Gibraltar y se mueve rápido”.

En La Línea, y en el conjunto del Campo de Gibraltar, no hay grandes barones del narco. “Esto es zona de paso desde Marruecos al conjunto de Europa y se hacen transportes, se mueve mucha droga pero es algo relativamente modesto, ningún gran jefe del narco vive aquí”, puntualiza el policía.

Y volvemos al principio, a las paradojas. Una provincia como Cádiz, que dispone de belleza, buen clima, puertos y alguna gran industria como Acerinox, junto a Algeciras, incluye algunas de las zonas más pobres de España. La Línea, por ejemplo. El alcalde Juan Franco sigue empeñado en convertirla en ciudad autónoma, como Ceuta y Melilla, para acceder a las ventajas fiscales. “Elevamos un escrito a la Junta de Andalucía y en cuanto pasen las elecciones insistiremos en que llegue al consejo de ministros”, explica.

Entretanto, la vida sigue. A media tarde regresan desde Gibraltar miles de automóviles y quienes van a pie hacen el camino de vuelta (atravesando, como siempre, la pista del inverosímil aeropuerto gibraltareño) bajo un sol inclemente. “En el peñón no hay paro y al otro lado de la frontera no hay empleo”, dice Naim, un veinteañero que trabaja en un café de Main Street. Cruzar la frontera es pasar cada día de un mundo a otro muy distinto.

Varias personas caminan entre locales comerciales cerrados en La Línea de la Concepción el 15 de junio. PACO PUENTES

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