Una ruta desde Ibi para estudiar en Estados Unidos

Una empresa de Ibi orienta a alumnos españoles para lograr ayudas por sus méritos deportivos, notas o habilidades sociales

Cuatro de los jóvenes becados en Estados Unidos a través de la empresa especializada en la búsqueda de oportunidades para cada perfil.

Nada más llegar al Grier School (Tyrone, Estados Unidos), a Sofía Cremades le asignaron un caballo. “Se llama Stella, es negro y enorme”, cuenta por videoconferencia esta cartagenera de 15 años, que cursa el equivalente al último año de la ESO. Cada estudiante cuenta con una montura adaptada a su nivel, ya que el centro es un referente en los concursos escolares de saltos de equitación en Estados Unid...

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Nada más llegar al Grier School (Tyrone, Estados Unidos), a Sofía Cremades le asignaron un caballo. “Se llama Stella, es negro y enorme”, cuenta por videoconferencia esta cartagenera de 15 años, que cursa el equivalente al último año de la ESO. Cada estudiante cuenta con una montura adaptada a su nivel, ya que el centro es un referente en los concursos escolares de saltos de equitación en Estados Unidos. También asiste a clases de baile, con el mismo motivo, además de las de asignaturas normales de lenguas, ciencias o humanidades de cualquier otra alumna de su edad. Sus notas van “muy bien” y practica varios deportes. Pero, según cuenta su padre, Manuel, Sofía destaca sobre todo por sus “habilidades sociales”. “Lo que quieren en el centro”, continúa, “es gente que haga comunidad, que se abra a otras culturas”. Esa capacidad fue la que le abrió la puerta del colegio y le permitió acceder a una beca que sufraga “más del 50% de la matrícula”.

Manuel, que trabaja en el departamento de comercio exterior de una empresa del sector pesquero, señala que la familia ha hecho un “importante esfuerzo económico” para que Sofía estudie en Estados Unidos. Sin una beca, todo se habría complicado mucho, por lo que acudieron a Awex Education, una startup de Ibi (Alicante, 23.920 habitantes) especializada en bucear en los sistemas académicos de Estados Unidos y Canadá para lograr aportes económicos adecuados para cada perfil de estudiante. Por los centros con los que trabajan, desde institutos hasta universidades como Harvard o Yale, ya han pasado “3.500 estudiantes, que han conseguido una media de 30.000 dólares de beca”, afirma su fundador y director ejecutivo, William Touchard. 90 millones de dólares en total desde 2012, cuando empezaron a operar.

El proceso que sigue cada estudiante comienza con “un análisis de su perfil, tras el que se le hace una estimación de beca”, explica Touchard. Comprueban “su nivel de inglés, las capacidades económicas de la familia” y “las habilidades orientadas a su desarrollo profesional” que pueden convencer a los responsables de los centros educativos. “En ambos países conceden becas académicas, deportivas, artísticas o incluso por necesidad económica”. “La oferta es infinita, hay muchas oportunidades”, comenta Touchard. “Y cualquier habilidad la convertimos en dinero para su educación”, sentencia. Awex, que en sus inicios ocupó el salón de la casa familiar de los Touchard en Ibi, según recuerda su fundador entre risas, ya trabaja con más de 150 colegios y 2.500 universidades. “Los controlamos, revisamos y garantizamos” las prestaciones necesarias para “los cursos, las estancias y la seguridad” que, confirma, “es una de las principales preocupaciones” de las familias que mandan a sus hijos al otro lado del Atlántico. Las dos motivaciones principales son “que aprendan o perfeccionen el inglés”, declara el responsable de Awex, “y que ganen madurez, que sean resolutivos e independientes”.

Sofía está entusiasmada. Vive interna en su colegio de Pensilvania y, durante las vacaciones, en la vivienda de una familia que la trata como a una hija más. “Aquí es todo muy diferente, olvídate de memorizar, las clases son pequeñas y muy dinámicas”. Su capacidad de socialización le facilitó el traslado, pero lo más habitual entre los clientes de la empresa ibense es la beca deportiva. “El fútbol es nuestra mayor demanda”, manifiesta Touchard, “tanto masculino como femenino”. Pero desde Estados Unidos, principalmente, también buscan “tenistas o jugadoras de voleibol”. Son los centros los que mueven los fichajes. “Nos piden, por ejemplo, un central o una delantera”. O una base de baloncesto, como Esther García, de 17 años, que, con 1,76 metros de altura “era alero en España y tuvo que reinventarse como base”, indica su padre, Juan Carlos García, director comercial de una empresa de alimentación de Oviedo.

“Esther jugaba en el Club Deportivo ArtChivo de Oviedo”, relata García, “pero su sueño era jugar en Estados Unidos”. Por mediación de Awex, lograron una beca para la Andrews Osborne Academy de Willoughby, cerca de Cleveland (Ohio, Estados Unidos). El primer año, le sufragaron el 65% de la matrícula. En su segundo año percibe un 80%. “Demostró, deportiva y académicamente, que lo merece”, afirma. “Está encantada, ya es la capitana del equipo y tiene una media de notas de 98 puntos sobre 100″, refiere. Esther ya ha recibido oferta de diferentes universidades. Enviarla fuera “fue una decisión que había que tener clara”, asevera García, “pero creemos que le servirá para dominar el idioma y adquirir experiencias que le valgan para el futuro”. Según su padre, una vez concluya su etapa deportiva, Esther “seguirá vinculada al deporte, como fisioterapeuta o profesora de Educación Física”. “Que llegue a lo que quiera”, sentencia.

Ingeniería Mecánica en Stockton

También era deportista, en su caso practicaba la natación, Manuel Barragán, ilicitano de 18 años. Pero la beca, un 70% del total de la matricula, la consiguió con ayuda de Awex por su rendimiento académico, explica su madre, Eva María García. Estudió los dos cursos de Bachillerato en la Perkiomen School, un instituto de Pensilvania. “Luego, los tutores le informaron, acudió a varias entrevistas, se postuló para varias universidades y finalmente lo cogieron en la de Stockton, en California”, recuerda su madre. Allí, este estudiante de primer curso de Ingeniería Mecánica trata de dilucidar si se decantará “por la rama biomédica o por la de mecánica, para coches, aeronáutica o aeroespacial”, según indica por videoconferencia.

Las ayudas económicas ya las logra por su cuenta. “La universidad me da una beca por una parte importante de la matrícula”, comenta, “pero el alojamiento y la comida me lo dan porque trabajo de asistente de pasillo” en su colegio mayor. “También hago visitas guiadas por el campus y atiendo al cliente en la oficina de admisiones”, añade. Y en dos años, ya optará a prácticas remuneradas en empresas del entorno. Manuel está muy centrado en sus estudios, de los que dependen las ayudas económicas. “Si saca menos de un sobresaliente, se vuelve”, bromea su madre. También saca tiempo para entretenerse. “Estoy en una liguilla de fútbol sala”, dice, “y en un club de automoción en el que participamos en concursos nacionales de fabricación de un coche desde cero”. Además va al gimnasio y asistió a un concierto de Kanye West en el estadio de los Golden State Warriors de San Francisco. Pero su intención es concluir la carrera en Estados Unidos. “Y, con la experiencia, volver a España o a Europa”, zanja.

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