Las campanas vuelven a repicar un siglo después en la iglesia valenciana de Santa Catalina
‘La Gerra’, de nueva fundición y tres toneladas de peso, ha sido colocada en la torre del templo a 56 metros de altura, junto con otras cinco campanas restauradas
No había transeúnte que no se quedara este miércoles mirando las seis campanas de bronce depositadas en el suelo a la espera de ser alzadas a la torre de la iglesia de Santa Catalina, de 56 metros de altura. Refulgían, recién fundidas o restauradas. Algunos se acercaban para intentar tocarlas, atraídos por sus formas y su textura. Cuando una enorme grúa las fue subiendo a lo largo del día, la concentración de gente fue aumentado para observar el largo operativo a los pies del templo gótico, cu...
No había transeúnte que no se quedara este miércoles mirando las seis campanas de bronce depositadas en el suelo a la espera de ser alzadas a la torre de la iglesia de Santa Catalina, de 56 metros de altura. Refulgían, recién fundidas o restauradas. Algunos se acercaban para intentar tocarlas, atraídos por sus formas y su textura. Cuando una enorme grúa las fue subiendo a lo largo del día, la concentración de gente fue aumentado para observar el largo operativo a los pies del templo gótico, cuyo campanario barroco está alineado con la modernista calle de la Paz, en pleno centro de Valencia. En mayo volverán a repicar las campanas de la iglesia que dejaron de sonar hace más de un siglo.
Llevará la voz cantante la campana mayor Santa Catalina que recibe el nombre coloquial de La Gerra, palabra en valenciano que significa tinaja o jarra y alude a su forma invertida. Es también una manera de homenajear a la campana original del siglo XVIII que fue fabricada, junto con otras más pequeñas, en Londres, y fundida literalmente hasta su desaparición a principios del siglo XX. Las demás fueron trasladadas a otros templos.
Dado su origen, a aquellas campanas que entonces resultó más barato adquirirlas en Inglaterra que en España, gracias a los contactos de un feligrés valenciano, se las llamó también “las luteranas”. La nueva campana mayor conserva el estilo inglés, con el yugo de madera de estilo valenciano y badajo de forja y tiene un peso total de tres toneladas (1.810 kilos, sin el contrapeso) y un diámetro de 146,5 cm. Cuenta con herrajes para el volteo manual y tiene un martillo de toque electrificado.
“Ya tenemos campanas, como Dios manda”, bromea el rector de la iglesia, José Benito Gallego. “Ya nos aproximamos al conjunto original y ahora hay que mantener el impulso. No hay que olvidar la larga tradición que hay en la Comunidad Valenciana por las campanas, muy arraigadas en el pueblo. No en vano, el toque manual de campanas fue declarado Bien Inmaterial de la Humanidad”, agrega el sacerdote, en referencia a la declaración de la Unesco de 2022, cuya iniciativa partió de la asociación de campaneros de Albaida, población del interior de Valencia, si bien la distinción abarcaba a toda España.
La actual recuperación de las campanas de Santa Catalina se inició hace cuatro años, cuando los campaneros contactaron con Patrimonio de la Generalitat, señala Vicent Mesa, presidente de la asociación de Mestres Campaners. Recuerda aquel día de 1729 en que llegó al Grao el navío inglés con las seis campanas originales y las dificultades de entonces para su traslado y su colocación a mano y con poleas en la torre. La fundición de la nueva campana y la restauración de las otras cinco han sido realizadas en los talleres de Gabriel Rivera de Montehermoso, en Cáceres. La Generalitat valenciana ha aportado 122.000 euros para la operación, según apunta el actual vicepresidente valenciano y consejero de Cultura, Vicente Barrera.
Las nuevas campanas de Santa Catalina cubrirán el hueco de un campanario que estuvo coronado durante décadas por un reloj, una vez se retiró el conjunto original. Cuando el templo fue restaurado hace 20 años se eliminó el reloj y hubo gente que protestó, habituada a consultar la hora y a la imagen del campanario no original. Ahora la iglesia vuelve a contar con campanas en un proceso de recuperación de un templo que se quiso demoler tras los desperfectos ocasionados en la Guerra Civil. Sin embargo, se comprobó que el gótico primitivo se conservaba bien debajo de las reformas superpuestas (primero renacentista; luego barroca, sobre todo) acometidas a través del tiempo, como suele suceder en muchas iglesias antiguas.
Santa Catalina se levantó en el siglo XIII en el barrio de la catedral de Valenciana sobre una mezquita anterior. Se cuenta que recibió el nombre de la infanta Catalina, una hija del rey Jaume I, que entró triunfal en Valencia el 9 de octubre 1238, tras su conquista. “Es la única iglesia de Valencia, que junto a la catedral, tiene tres naves y una girola o deambulatorio. Nos faltaban las campanas”, indica el rector del templo. Podrán escucharse por primera vez sus volteos el próximo 12 de mayo, con motivo de la celebración de la festividad de la Virgen de los Desamparados, para lo que se utilizará el toque manual.
El proyecto de recuperación de campanas inglesas de la torre de Santa Catalina ha sido impulsado por la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos, que atiende el templo desde 1950, el Arzobispado de Valencia y la Asociación Cultural ‘Mestres Campaners’. “A esta actuación le seguirá una segunda fase, con la restauración de las campanas restantes de esta emblemática torre valenciana, cuyo estudio de viabilidad comenzará en breve”, apunta la consejería de Cultura.