Nada está escrito en Elche
No resulta demasiado acertado hacer predicciones de lo que puede ocurrir en las elecciones municipales de la ciudad del Misteri
Lo cierto es que en estos meses de agitación política, no es sencillo pronosticar resultados en casi ningún territorio. Todo puede cambiar de una semana a otra. Lo que ahora parece probable, en dos semanas puede perder fuerzas por motivos muy diferentes. Pero se puede analizar la actual situación. Nada está escrito en Elche, aunque algunos ya se vean en el despacho de alcaldía desde hace cuatro años e incluso den po...
Lo cierto es que en estos meses de agitación política, no es sencillo pronosticar resultados en casi ningún territorio. Todo puede cambiar de una semana a otra. Lo que ahora parece probable, en dos semanas puede perder fuerzas por motivos muy diferentes. Pero se puede analizar la actual situación. Nada está escrito en Elche, aunque algunos ya se vean en el despacho de alcaldía desde hace cuatro años e incluso den por amortizada una legislatura en la que todavía quedan muchas cosas por resolver.
Entre ellas la estructura de dos partidos que serán determinantes para la configuración del futuro gobierno. Ni Vox ni Compromís han consolidado todavía sus proyectos. De la ultraderecha poco se sabe, se rumorea incluso si al final se les puede ir el tiempo y olvidar presentarse atendiendo a que cada vez van más a la baja en las encuestas. No ocurrirá. Este proceso es el último que tienen para consolidarse de una forma aunque sea discreta, o desaparecer como le va a ocurrir a Ciudadanos. Si atendiésemos al trabajo del grupo municipal liderado a por Aurora Rodil, lo cierto es que ha sido prácticamente nulo.
Por su parte Compromís per Elx se encuentra inmerso en un proceso de primarias. Ambas candidatas, Esther Díez (Iniciativa PV) y Marian Campello (Mes Compromís) intentan guardar las formas públicamente. De hecho, se alaban. Porque el problema no reside tanto entre ellas que, seguramente, se tienen afecto como compañeras. Más bien la “guerra” se está luchando por detrás. Entre los “familias” que quieren posicionar cada uno de los proyectos que, aunque con la misma raíz, remarcan objetivos algo diferentes. Esther Díez trabaja por continuar la línea que ha desarrollado en estos últimos años. Me contaba en una entrevista que su mayor satisfacción como concejala ha sido comprobar la transformación a la que ha contribuido en la ciudad. No se le puede negar su enorme capacidad de trabajo. Es voluntariosa e incansable en su labor. No lo ha tenido fácil. Su política de movilidad se ha enfrentado no solo a las críticas por su ordenación, sino también a la agresión verbal sobre todo en redes sociales por parte de aquellos que ahora no pueden aparcar en la puerta de casa o del colegio de sus hijos e hijas porque se cede espacio a una movilidad más limpia. “Recordemos que el 80% de las emisiones contaminantes provienen del vehículo privado”, repite insaciablemente en cada una de sus ruedas de prensa relacionadas con la materia.
Sin embargo, de Esther Díez, de Compromís en definitiva como socios, se ha echado de menos contundencia frente a los socialistas que han estado demasiado cómodos y, por ello, quieren que repita Díez. En la legislatura anterior, Mireia Mollà se sentaba en la sala de prensa de la “Casa Verde” y durante una hora ponía los puntos sobre las íes a sus compañeros de gobierno en aspectos que le parecían incluso ofensivos. Lo hacía sin miramientos y cargaba contra todos, con argumentos y vehemencia. Y eso no es deslealtad, es ser consecuente con quién te ha elegido en las urnas. Me consta que Esther Díez lo ha hecho en privado. No sé si con la misma fuerza que Mollà, pero se ha echado de menos esa denuncia pública sin ambages. Hizo un conato con la no renaturalización del Vinalopó o con las Clarisas, pero faltó contundencia. Creo que el perfil Mollà también lo tiene Campello, pese a provenir de “familias” opuestas. Viene de lidiar también en Les Corts. Y en estas primarias, Marian Campello tiene a otros partidos de izquierda y los movimientos sociales acompañándola. Está Podem Elx que está haciendo campaña para que la cabeza de lista sea Marian o, incluso, para que no sea Esther. Lo dijeron en un comunicado, “nos sumamos a Compromís dependiendo de la candidata”. Hablaban de Campello. Es su candidata. Hasta el punto de que hablan de “Sumar o barbarie”. Lo hacía Anabel Mateu, “histórica” de Podemos en Elche, en un artículo.
Entiendo su mensaje, incluso de soslayo hablan de incluir a Esther Díez que ya ha dicho que si no encabeza, se va. Pero, no todo es Marian Campello o la nada pese a que su propuesta sea atractiva y esperanzadora. Comprendo que es la más afín a su proyecto, pero en esa “barbarie” está incluyendo a todo lo que se escape de Mes Compromís o de Campello. Y lo entiendo casi como una falta de respeto al trabajo que, mejor o peor, ha desarrollado el grupo municipal de Compromís, liderado por Iniciativa, en el gobierno municipal. Y no deberían olvidar que, aunque gane Campello, las decisiones de la coalición deberán pasar por la ejecutiva de Compromís donde también está representada Iniciativa. Este punto no beneficia a la izquierda. Las primarias de la formación valencianista han sido “un tiro en el pie”. Todo por el número tres de la candidatura que no parece siquiera que vaya a salir. Iniciativa quería que fuese para el portavoz adjunto de Compromís, Felip Sànchez, pero Més Compromís quería abrirlo a otras formaciones como Podem Elx. No hubo entendimiento. En definitiva, una herida que tienen dos meses para taponar y evitar que supure hasta desangrarse por el camino. Tienen tiempo. Como decía al principio, solo una semana es clave para cualquier movimiento. Pueden coser, sumar (que resulta imprescindible) y consolidar un bloque de izquierda junto al PSOE. Porque los socialistas creen que van a arrasar en las elecciones. Todos lo creen. Tienen que vender ese mensaje de cara al electorado. Pero seamos realistas, no va a pasar. Dependerá de los cálculos con Compromís.
El PSOE puede llegar a repetir los doce concejales actuales (la mayoría son 14 escaños). Su gestión ha tenido luces y sombras en años difíciles a los que han hecho frente desde la necesaria protección social. Porque de la protección del patrimonio mejor no hablar… Carlos González, el candidato socialista de nuevo, cae bien. La gente por la calle le pide fotos, le paran para trasladarle propuestas que él atiende con la calma (a veces excesiva) que le caracteriza. También recibe algún grito, pasó en medio de una rueda de prensa en la que un señor, un maleducado de esos que luego nos posiciona en las encuestas entre los peores de España, le chilló vete a saber qué frente a lo que González tuvo que hacer oídos sordos, con las cámaras apuntándole y los micrófonos en ristre. Por dentro le afectó. Estoy seguro. Él es muy mirao’. Las quinielas en el PSOE están en la lista. Quién seguirá y quién no. Hay dos nombres claros. Dos concejalas que están fuera de los puestos de salida. Otra que es duda por su peso en el partido. Y otros que aparecen con posibilidades de abandonar la academia. Los que cruzan la pasarela, permítanme el símil con Operación Triunfo, parecen estar más claros. Tienen que renovar en torno al 40% de la candidatura. Y algunos son valores seguros por su capacidad de gestión, porque han sacado adelante algunas de las duras crisis que ha pasado este gobierno. Recordemos el caos festero que algunos concejales y concejalas, a los que poco les tocaba, tuvieron que arreglar el desaguisado de “las mejores fiestas en muchas décadas”. Los socialistas pueden lograr continuar. No es algo descabellado. Van a pisar el acelerador en los últimos 50 días. Eso es tener confianza y la razón debe ser que están seguros de revalidar un tercer mandato.
El Partido Popular va lanzado. Se ven ya tomando decisiones. “Cuando lleguemos al gobierno”, dicen ya sin sonrojarse. Lo dan por hecho. Está bien creer en uno mismo y en un proyecto que llevan trabajando cuatro años, pero vender una victoria antes de que ocurra tiene la contra de que si no llega a pasar hay que encajar la derrota. Y enfrentarse a unas expectativas frustradas es muy difícil. Los populares también tienen posibilidades de gobernar. Subirán algún concejal por la desaparición de Ciudadanos. Ellos creen que once o doce. Ahora son nueve. Son muchos votos de diferencia, pero podría pasar. Hay partidicos que pueden morderle votos que no irán a ningún sitio, aunque algunos como Contigo ya se vean como llave de gobierno en encuestas con poco fundamento que publican en algunas cuentas sociales “afines”. Y de la misma manera que PSOE mira a Compromís para poder sumar, en el PP, aunque no quieran escucharlo, tienen que mirar a Vox. Aurora Rodil, la portavoz del grupo, también dice aquello de “cuando mandemos en el ayuntamiento”. Pablo Ruz cree que llegará a gobernar con el apoyo externo de la ultraderecha. “No hace falta pactar un gobierno”, deja caer en alguna ocasión creyendo que si Vox saca tres concejales, que es lo que parece que apuntan los sondeos, van a cederle la posibilidad de ganar sin formar parte de ese ejecutivo. Va a tener que sumarlos a ese “Proyecto Elche” que está presentando. Ese proyecto transversal en el que caben todos, también la izquierda, dice a veces.
Pero lo cierto es que solo cabrá Vox que, como en otros gobiernos que se están formando por ahí, marcará la agenda, sobre todo, en cuestiones sociales. Pablo Ruz tendría que pactar con la ultraderecha la celebración del Festival LGTBIDiversa que llega justo al pasar las elecciones. Y fíjate, no veo a Vox dando su visto bueno después de la persecución que han hecho durante esta legislatura a las actividades LGTBI o feministas que ha desarrollado en el ayuntamiento el concejal Mariano Valera, que aprovecho para decir que lo veo como alcaldable socialista para el futuro. Además, los populares están haciendo promesas que en muchas ocasiones parecen poco realizables. Ellos tienen un plan para todo. Lo tienen muy atado y se ven capaces de llevarlo a cabo. Pero a simple vista, que Pimesa sufrague al completo su proyecto de mercado con aparcamiento incluido cuyo presupuesto se acerca al que anualmente tiene la empresa municipal, es difícil de ejecutar. Y de ser así, Pimesa podría hacer poca cosa más en todo un ejercicio.
También presentaron un Corredor Verde al sur de la ciudad. Sonaba interesante el proyecto, pero en lo económico también parecía difícil de encajar. Cifran las expropiaciones en unos números poco creíbles teniendo en cuenta que tres parcelitas en Altabix para el Palacio de Congresos han costado más de cuatro millones de euros. Por no hablar de la gente que configurará la candidatura. Pablo Ruz tienen un marrón curioso. Decía en alguna ocasión que es la parte más difícil. Decirle a alguien que te ha acompañado, luchando estos cuatro años, que no va a formar parte del gobierno. En ese momento, surgirán las voces críticas en el seno del partido. Alguno incluso está esperando a que Ruz pise en falso para dar el paso. Ahora todos navegan unidos, pero en unos meses las discrepancias empezarán a surgir en este océano en calma por el que ha transitado Ruz estos cuatro años dentro de su partido. Cuando alguna vez lo he comentado con ellos, porque todo esto mismo lo digo abiertamente si me preguntan, les recuerdo a Pablo Casado o a Isabel Bonig. Ellos también dieron todo por el partido, parecían intocables, pero en la política no hay intocables. Lo mismo estás arriba que de repente, “te cortan la cabeza” sin miramientos y por la puerta de atrás.
Así están las cosas de momento. Todo va a cambiar varias veces seguramente antes del 28 de mayo de 2023. Dentro de un mes Compromís solucionará su cambalache y el PSOE decidirá la lista. La izquierda ya estaría en posición de iniciar algo parecido a una campaña en la que no deberían lanzarse demasiadas armas arrojadizas. Deben complementarse aunque salgan a ganar. El PP, aunque ya está con su precampaña, no sabe ni siquiera lo que hará Vox del que no se conoce nada. Se escuchan nombres, pero nada se sabe. Y sí, el PP los necesitará aunque no quieran verlo. Veremos qué ocurre.