Festivales

Nómade, otro festival es posible: vino, comida y pop bajo el espíritu de los íberos

Gastronomía, cultura enológica y música pop se citaron el fin de semana en el primer Nómade, en la Vall dels Aforins, deslucido el sábado por la lluvia que malbarató algunas actuaciones

Un momento de la actuación de Manel en el festival Nomade.Susana Godoy

Música, territorio y paisaje. Y gastronomía. Dentro de la cual, el rey es el vino, por supuesto. Mucho vino. Esa es la fórmula, y tiene poco que ver con la que más se ha estilado hasta ahora en nuestras comarcas. Lleva siete años rodando en la Ribeira Sacra gallega y dos en la Rioja alavesa, y tenía perfecta lógica que acabara exportándose a la Comunitat Valenciana. Bienvenida sea la diversidad en un territorio tan abonado al sota, caballo y rey en materia...

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Música, territorio y paisaje. Y gastronomía. Dentro de la cual, el rey es el vino, por supuesto. Mucho vino. Esa es la fórmula, y tiene poco que ver con la que más se ha estilado hasta ahora en nuestras comarcas. Lleva siete años rodando en la Ribeira Sacra gallega y dos en la Rioja alavesa, y tenía perfecta lógica que acabara exportándose a la Comunitat Valenciana. Bienvenida sea la diversidad en un territorio tan abonado al sota, caballo y rey en materia de festivales pop. Aunque muchos aspectos aún estén por afinar.

El festival Nómade celebraba su primera edición este fin de semana en la Vall dels Alforins, entre Moixent, La Font de la Figuera y la Finca Torrefiel (Fontanar dels Alforins), como una apuesta necesaria: si por algo destaca nuestra costa es por sus grandes festivales de verano (FIB, Arenal Sound, Rototom, Low), y era cuestión de tiempo que brotasen citas como esta, en las que la masificación, las largas colas y cualquier otro peaje propio de cualquier gran convocatoria ni se contemplan, y además se fomenta un turismo de interior y rural, interesado en la cultura vitivinícola y en la historia. Nuestras comarcas centrales de interior (en este caso La Vall d’Albaida y La Costera) siguen siendo grandes desconocidas para muchos de los habitantes de nuestras grandes ciudades costeras (en el capítulo de las comunicaciones, mejor ni entrar), y disponer de una zona que, valga el tópico, es como la Toscana local, siempre es partir con ventaja.

Así que con un aforo reducido, una apuesta por la sostenibilidad ambiental (servicio de autobús entre emplazamientos, aunque hubiera sido deseable mayor frecuencia), un entorno cuidadosamente escogido y escenarios y actividades (visita al poblado íbero de la Bastida de Les Alcusses, diversas catas de productos locales) repartidos entre tres localidades cercanas –de ahí el nombre del festival–, el Nómade echaba a andar con un cartel copado por músicos valencianos y un par de nombres internacionales que poco (o nada) tenían que ver entre sí. Porque del mexicano Caloncho a los británicos Kula Shaker, media un abismo. El contratiempo fue que lo que el viernes apenas era la tímida posibilidad de algún chubasco disperso se convirtió el sábado a última hora de la tarde, en medio de un fin de semana soleado, en un considerable aguacero de un par de horas que dejó inservible el escenario montado en la bodega Arráez (ni la previsión más pesimista lo contemplaba, pero también es cierto que un techado hubiera ayudado), con lo que las actuaciones de Kula Shaker y Júlia tuvieron que ser canceladas, y la de Senior i el Cor Brutal reducida a un breve set acústico de su líder, Miquel Àngel Landete.

En tal tesitura, el radiofonista Ángel Carmona, en su faceta de DJ, tuvo que echar mano de una retahíla de hits (Blur, Fatboy Slim, Radio 4, Daft Punk, Justice) para tratar de animar al personal que ya llevaba sus buenas tres o cuatro horas agotando las existencias de la bodega a la espera de que el cielo se despejara y al menos parte de la programación se pudiera salvar, y que aguardaba a que el último bus les recogiera a las dos de la mañana. Hubo más vino (y cerveza) que música en directo, lamentablemente.

Una cata de vinos durante el festival.Susana Godoy

Mejor pintaron las cosas el viernes cuando Caloncho, el proyecto del mexicano Óscar Alfonso Castro Valenzuela, abría la programación en la Finca Torrefiel, a ritmo de reggae, synth pop y un folk pop que se abre a cierto tropicalismo cool (ahí recuerda algo al último Devendra Banhart o a Helado Negro), con un concierto que fue de menos a más. En su país goza de una popularidad que, al menos de momento, no se traduce aquí. Dos de sus integrantes protagonizaron al día siguiente, junto a los asturianos Alberto y García y Ángel Carmona, un set acústico y vespertino en el lavadero de La Font de la Figuera en el que abordaron clásicos de Chavela Vargas, Antonio Vega, Radio Futura o Luz Casal. En lo musical, y dada la suspensión del plato fuerte previsto para el sábado noche (el domingo clausuraban la programación Ela Vin junto a unas reubicadas Júlia), lo mejor fue el concierto de los catalanes Manel el viernes: costaba mucho reconocer de inicio En la que el Bernat se’t troba, de tan desfigurada respecto a la original, señal de que su tránsito de banda folk pop a grupo de pop total (ritmos electrónicos, electro cumbia, resabios disco, autotune y buenas dosis de humor) es de los más inteligentes que ha experimentado una escena pop en catalán a la que ellos mismos catalizaron hace casi tres lustros.

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