Mónica Oltra, a la espera
Si se aplica su propia doctrina, aquella por la cual un político investigado por la justicia debe dimitir, su carrera política queda a expensas del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana
Mónica Oltra, vicepresidenta y consejera del Gobierno valenciano, se aplica a sí misma la doctrina Oltra, aquella por la cual un político investigado por la justicia —antes “imputado”— debe dimitir, su carrera política queda a expensas de que en fechas próximas el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana se pronuncie —dada su condición de aforada— sobre si procede o no...
Mónica Oltra, vicepresidenta y consejera del Gobierno valenciano, se aplica a sí misma la doctrina Oltra, aquella por la cual un político investigado por la justicia —antes “imputado”— debe dimitir, su carrera política queda a expensas de que en fechas próximas el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana se pronuncie —dada su condición de aforada— sobre si procede o no citarla como investigada. Si no se la aplica y, finalmente, entra en la condición de “investigada”, va a vivir un auténtico vía crucis y, con ella, la coalición a la que representa, Compromís, y sus socios del Gobierno del Botánico, Unidas Podemos y, muy especialmente, el PSPV-PSOE. A las puertas de una precampaña electoral que comenzará a la vuelta del próximo verano, con el horizonte de unas elecciones autonómicas previstas para dentro de un año, la figura de Oltra investigada es, en manos de la oposición, como los misiles hipersónicos de Putin: arma letal.
La bomba sobre la posible imputación de Oltra saltó ayer y la onda expansiva se sintió de manera especial en el cuartel socialista y en la sede de la Presidencia de la Generalitat. “Houston, tenemos un problema”, es la frase que imaginamos acudió a la cabeza del presidente Ximo Puig al tener conocimiento del asunto. El problema se titula: “Sin Mónica Oltra de candidata se evaporan las posibilidades de poder reeditar una tercera entrega del Gobierno del Botánico”. Por muy buenos que sean los números demoscópicos para el PSPV-PSOE, a pesar de la alta estima ciudadana por el afable Puig gestor de pandemias, ello es insuficiente para vislumbrar un Consell de mayoría absoluta socialista. Sin olvidar que el aporte de votos de Unidas Podemos a la causa del Botánico se reduce a la carrera. Semanas atrás, Puig, frente a los embistes de la oposición, cerró filas en torno a su vicepresidenta, cuando lo que estaba por llegar el viernes ya se olfateaba en los ambientes políticos. El Molt Honorable es licenciado cum laude en matemáticas electorales y la ley d’Hont.
Las alternativas a Oltra como cabeza de cartel electoral con posibilidades de mantener el suelo de votos de la coalición nacionalista se reducen a una: el diputado y portavoz de Compromís en el Congreso, Joan Baldoví. La opción del consejero de Educación, Vicent Marzà, como recambio de Oltra ha ido perdiendo fuelle, por más que el susodicho haya atemperado el perfil nacionalista y moderado la antaña radicalidad de su discurso en materia lingüística.
Cabe la posibilidad de que se desestime la imputación de Oltra. Remota, a decir de diferentes operadores jurídicos, pero posible. En ese caso veremos a una Oltra recompuesta, pese a las muchas y dolorosas cicatrices que jalonan su figura política, dispuesta a batirse el cobre electoral con renovados bríos, pero sin la seguridad de mantener el atractivo político que tan buenos réditos ha procurado a Compromís en las urnas. Una vez más, la estrategia política queda a expensas de decisiones judiciales.