El marzo más lluvioso en 70 años llena los embalses valencianos, mitiga la sequía y causa algunos estragos

Las tormentas persistentes aseguran el abastecimiento urbano y agrario en la Comunidad Valenciana para lo que resta de 2022, según un experto. Varias personas son rescatadas por las crecidas

Vista del embalse de Guadalest (Alicante) tras las últimas lluvias caídas en la zona.MORELL (EFE)

Este mes de marzo ha destrozado todos los récords de lluvias desde que se consolidó la red de observatorios meteorológicos de la Comunidad Valenciana, en 1950. A cerca de una semana para que concluya, marzo de 2022, con un promedio hasta ayer de 224 litros por metro cuadrado, va camino de superar a los octubres de 2000 y 1957, hasta ahora los de mayores precipitaciones registradas en el territorio autonómico. De norte a sur de la Comunidad, la ...

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Este mes de marzo ha destrozado todos los récords de lluvias desde que se consolidó la red de observatorios meteorológicos de la Comunidad Valenciana, en 1950. A cerca de una semana para que concluya, marzo de 2022, con un promedio hasta ayer de 224 litros por metro cuadrado, va camino de superar a los octubres de 2000 y 1957, hasta ahora los de mayores precipitaciones registradas en el territorio autonómico. De norte a sur de la Comunidad, la sucesión de temporales ha dejado una enorme y beneficiosa cantidad de agua que, según los expertos, ha llenado los embalses y ha ayudado a paliar la sequía. Y, al contrario de lo que suele suceder con las tormentas de otoño, apenas ha producido daños de consideración. Tantos días de lluvia continuada, sin embargo, sí han generado un cierto desánimo entre la población, no solo en las ciudades de València y Castellón, cuyas fiestas han sufrido recortes en actos y visitantes, sino también en zonas habituadas a que luzca permanentemente el sol.

Pese a que el mayor episodio de lluvias comenzó el día 16, con “precipitaciones continuas y persistentes que se espera que sigan hasta mañana, sábado”, recuerda José Ángel Núñez, jefe de Climatología de la Agencia Española de Meteorología (Aemet) en la Comunidad Valenciana, en realidad todo comenzó “el 4 de marzo, con un episodio insólito de lluvias torrenciales en el aeropuerto de Alicante-Elche, donde se recogieron 130 litros por metro cuadrado”. Tras algo más de una semana de tregua, “en los días 14 y 15 empezó a entrar una masa de aire con abundante polvo en suspensión, sobre todo en la zona de Alicante”, la calima que tiñó los cielos de naranja.

Al día siguiente, las nubes comenzaron a descargar sin pausa “sobre todo en las zonas mejor expuestas a las lluvias de la Comunidad, que son las de toda la franja norte de la provincia de Alicante y el sur de Valencia, sobre observatorios que ya superan los 700 u 800 litros acumulados”, dice Núñez, que subraya el “episodio torrencial en Valencia y el sur de Castellón, con especial incidencia en la Sierra de Espadán” del día 21. En la cuenta de Twitter de Aemet, destacan hoy los registros de estaciones como las de Barx, con 804.5 litros por metro cuadrado acumulados o Benissili (la Vall de Gallinera), con 749,8, al frente de una lista de records de precipitación en las zonas de montaña del sur de Valencia y norte de Alicante. La agencia reseña también el observatorio de Buñol, con 485 litros por metro cuadrado, ya que “nunca había superado los 400 en un mes”. También en la misma red social, Proyecto Maestral subraya que en el sur de la Comunidad también se baten todas las marcas. “Marzo, histórico también en Torrevieja (Vega Baja), desde que se tienen datos (1927)”, señalan, tanto “en días seguidos de lluvia, con 16″, dato en el que ha alcanzado a diciembre de 1943, como en “precipitaciones totales”.

A este temporal, que según el presidente de los geógrafos españoles, Jorge Olcina, se debe a que el Ártico está elevando la temperatura a un ritmo superior al previsto, lo que provoca que corrientes de vientos del Polo Norte circulen a menos intensidad y se desplacen hacia latitudes de la península Ibérica, le quedan unos último coletazos, avisa Núñez. Esta tarde y mañana serán los días de precipitaciones más fuertes, según las previsiones. “A partir del domingo, llegarán días más tranquilos”, avanza, aunque “puede que martes y miércoles vuelvan los chubascos, pero ya sin viento, con lo que serán más breves y no tan generalizados”.

Las precipitaciones aseguran el abastecimiento agrario y urbano en la Comunidad Valenciana y en Murcia en lo que resta de 2022, según Olcina. “Son lluvias muy necesarias que han caído de forma continua y no torrencial, salvo en casos puntuales en Castellón” y “aminoran de forma muy notable el riesgo de sequía”, apunta el experto en Efe.

La acumulación de agua ha obligado a la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) a desembalsar las presas de su cuenca, Ulldecona, Sitjar, Arenós, l’Alcora, Regajo, Algar, Buseo, Terrateig, Escalona y Beniarrés, y prevé rebajar el nivel de agua también en Guadalest. Junto al terrible temporal que azotó el municipio castellonense de Eslida el pasado día 21, las torrenteras han supuesto la principal preocupación de este episodio climatológico, en el que localidades como la alicantina Altea tuvo que estar muy pendiente del cauce del río Algar. El mismo día 21, la Guardia Civil tuvo que rescatar a dos personas atrapadas en su camión en Aldaia y a otras quince personas en sus domicilios de Tavernes Blanques. Pero salvo episodios puntuales, el temporal no ha conllevado daños de consideración. Los embalses de la CHJ están al 60% de su capacidad. “Hemos almacenado 131 hm3 en las dos últimas semanas lluviosas, con previsión al alza”, dice un tuit de la Conferencia.

Sí ha generado, no obstante, cierto desánimo en una población acostumbrada a 300 días de sol al año, especialmente al sur de la Comunidad, algo que ratifica el catedrático de Psicología de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH) José Pedro Espada. “En nuestro contexto cultural, la mayor parte de las actividades sociales son de exterior”, explica, “y las lluvias y el mal tiempo prolongado impiden” que las podamos llevar a cabo. Fuera de la zona mediterránea, “tienen un mayor hábito para encontrar fuentes de satisfacción que no dependan tanto del clima”, sostiene, más actividades de interior o un estilo de vida donde obtienen estímulos gratificantes en casa”. “La lógica para afrontar esta situación”, sugiere Espada, “es encontrar otras fuentes de refuerzo que no dependan de la vida en el exterior, que se ve mermada por la meteorología”.

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