Pere Mayor no quiere ser la Casandra del nacionalismo valenciano
El exdirigente lleva tiempo advirtiendo y con cada amonestación su perfil de personaje incómodo para la actual dirección de su ya expartido, Més Compromís, y de la coalición, Compromís, adquiría trazos más gruesos e incómodos
Pere Mayor se cansó de ejercer de Casandra del nacionalismo valenciano. El histórico dirigente de aquella Unitat del Poble Valencià (UPV), el Bloc después, ahora Més Compromís, anunció esta semana la decisión que venía mascando desde hace tiempo: abandona la militancia de la formación en la que todo lo fue. Le precedió en la decisión, hace meses, su compañera de vida y exconcejal del Ayuntamiento de Valencia, Con...
Pere Mayor se cansó de ejercer de Casandra del nacionalismo valenciano. El histórico dirigente de aquella Unitat del Poble Valencià (UPV), el Bloc después, ahora Més Compromís, anunció esta semana la decisión que venía mascando desde hace tiempo: abandona la militancia de la formación en la que todo lo fue. Le precedió en la decisión, hace meses, su compañera de vida y exconcejal del Ayuntamiento de Valencia, Consol Castillo. Han sido los primeros. Al menos entre la nomenclatura más insigne del nacionalismo valenciano. Probablemente no serán los últimos de la diáspora.
La fecha elegida por Mayor para hacer mutis por el foro no es casual: 1 de diciembre. Apenas unas horas después de que el Gobierno de Pedro Sánchez incumpliese de nuevo sus propios plazos. Su ministra de Hacienda, María Jesús Montero, se había comprometido a presentar antes de finales de noviembre el “esqueleto” de un nuevo modelo de financiación autonómica que ponga fin a la infrafinanciación estructural que año tras año ha venido encajando la Comunidad Valenciana. ¿Hace falta repetirlo? Sí: con grave perjuicio para las arcas autonómicas y en detrimento de la calidad de los servicios públicos que deben recibir los ciudadanos.
El pasado 18 de noviembre el diputado nacional de Compromís, Joan Baldoví, aseveró en rueda de prensa que la ministra Montero le había autorizado a anunciar el acuerdo alcanzado en materia de financiación. En virtud de dicho pacto el Ejecutivo central se comprometía a presentar un borrador del nuevo modelo antes del presente mes de diciembre. Lo presentó el pasado viernes, antesala de un largo puente festivo. Un año antes, en noviembre de 2020, el mismo Baldoví indicó que la misma ministra, Montero, le había asegurado que el documento de marras vería la luz “en los primeros meses de 2021″. No fue así. Cada promesa iba acompañada, a cambio, del voto favorable de Baldoví a iniciativas presupuestarias o de otra índole del Gobierno central.
El mito griego de Casandra nos habla de la capacidad de predecir el futuro, de la maldición de que nadie crea tus vaticinios, y de la frustración y desesperación que acarrea la indiferencia.
Según la mitología griega, Casandra predijo la destrucción de Troya, la muerte de Agamenón y su propia tragedia y, sin embargo, no pudo evitar ninguna de las desgracias anunciadas.
Pere Mayor lleva tiempo advirtiendo, y con cada amonestación su perfil de personaje incómodo para la actual dirección de su ya expartido, Més Compromís, y de la coalición, Compromís, adquiría trazos más gruesos e incómodos.
Hemos leído y escuchado declaraciones en las que Mayor lamentaba la, a su entender, deriva del antiguo Bloc, su falta de liderazgo -en beneficio de Mónica Oltra- dentro de la coalición, la sumisión de Compromís -”fuerza comparsa” la ha llegado a definir- a los criterios socialistas en el marco del Consell del Botánico, donde ambos partidos ejercen, junto con Unidas Podemos, de socios de Gobierno, y la necesidad de decir “basta” ante cada nuevo incumplimiento del ejecutivo central. También hemos atendido sus estrategias para hacer de Compromís una fuerza con la capacidad de presión/negociación que desde hace décadas exhiben en el hemiciclo del Congreso de los Diputados organizaciones como el PNV, la extinta CiU o ERC. Y su premonición más definitiva la leímos en una entrevista que concedió a Valenciaplaza en noviembre de 2019. Entre las muchas perlas cultivadas que lanzó a preguntas de los compañeros Ximo Aguar y Javier Cabanilles, Pere Mayor, cual Casandra, afirmó que si los votantes dejaban de percibir a Compromís como “un instrumento político que sirve y avanza”, entonces, “en unas pocas citas electorales Compromís pasará a ser una fuerza muy minoritaria”.
Sus detractores dentro del universo compromisero conforman un grupo nutrido que no se cortan en manifestar la animadversión que profesan hacia su padre putativo. En un ejercicio de gran simplificación tratan de devaluar el argumentario y criticas de Mayor señalando que este supura por la herida de haber sido ninguneado por las nuevas generaciones del partido y de haber visto rechazado su nombre como potencial conseller de Economía en la primera edición del Gobierno del Botánico (2015-2019). El portavoz del grupo parlamentario Compromís en las Cortes Valencianas, Fran Ferri, despachó días atrás la renuncia a la militancia de Mayor con una insolencia - “No se le va a echar en falta”- que una creía reservada para los que militan en formaciones enfrentadas, no para los propios.
Pere Mayor abandona el espacio donde durante lustros ejerció la política con aciertos y desaciertos, seguro, pero convencido de que lideraba una opción política indispensable para el futuro de la Comunidad Valenciana. Ahora le queda sentarse a observar el devenir de los acontecimientos y, cual Casandra, testear el cumplimiento de sus vaticinios. Las próximas elecciones le otorgarán o no la razón.