Don Juan Peset, eminente epidemiólogo, fusilado hace 80 años: “Algún día mi patria os devolverá mi nombre”

Aquilina Jordán era la portera del edificio donde vivía Juan Peset en Valencia. Compareció voluntariamente ante el tribunal militar que juzgaba al que fuera rector de la Universitat de València para declarar a su favor. Dijo: “Que en la misma casa todos lo inquilinos eran de derechas a excepción de D. Juan que era el único izquierdista, y la que habla vio que por tres o cuatro veces el mismo ...

Aquilina Jordán era la portera del edificio donde vivía Juan Peset en Valencia. Compareció voluntariamente ante el tribunal militar que juzgaba al que fuera rector de la Universitat de València para declarar a su favor. Dijo: “Que en la misma casa todos lo inquilinos eran de derechas a excepción de D. Juan que era el único izquierdista, y la que habla vio que por tres o cuatro veces el mismo D. Juan Peset Aleixandre hizo salir de la casa a individuos que en grupos venían a buscar a los inquilinos de derechas... Que también D. Juan tenía advertido repetidamente por aquella época que si veía salir humo de alguna iglesia le avisase inmediatamente bien al laboratorio o a Izquierda Republicana”.

El testimonio de Aquilina no sirvió para salvar a Peset. Tampoco el de otras las 28 personas de diversos oficios, como curas o monjas, fieles al régimen dictatorial. El eminente médico y científico, distinguido por el Gobierno en 1918 por su lucha contra la epidemia del tifus y la malaria, murió fusilado hace 80 años, el 24 de mayo de 1941, un día como hoy. Tenía 54 años. Fue ejecutado por la dictadura en el llamado paredón de España, en Paterna, donde hace dos semanas se abrió la fosa de la cultura para recuperar la memoria y la dignidad de músicos, maestros o pintores. Allí fueron fusilados más de 2.000 personas, cuando la Guerra Civil ya había acabado. Los restos del que fuera diputado por Valencia en las filas de Izquierda Republicana, amigo de Manuel Azaña, pudieron ser recuperados hace tiempo y descansan junto a los de su familia en el cementerio general de Valencia, donde esta mañana se ha celebrado un sencillo acto de homenaje al médico.

Ha sido acto emotivo, diferente, surgido de una iniciativa particular, ciudadana, al que luego se han sumado las instituciones y algunos de sus representantes. El periodista Francesc Bayarri, a título personal, lanzó hace unos días un tuit proponiendo el modesto homenaje e invitando a sumarse a la gente. Añadió un hilo sobre la condena y la vida de un “hombre bueno”, brillante estudiante con tres doctorados, que amplió estudios en Francia y Alemania, un científico que estaba entonces a la vanguardia de la Salud Pública en España. La Coordinadora de Asociaciones para la Memoria Democrática del País Valencià, con Ángel González al frente, se sumó a la organización de la iniciativa.

La gente ha respondido y decenas de personas se han reunido frente al nicho de Joan Bautista Peset Aleixandre, como se le conocía en Valencia y en la población de Godella, donde nació en 1886. Entre ellas estaba Pepa Tomás, presidenta de la asociación de profesionales jubilados del Hospital Doctor Peset, que ha intervenido para recordar las aportaciones de un “hombre extraordinario”. O Josep Guía, profesor universitario, que investigó en los archivos y comprobó la presencia de Peset en la lista de los que iban a ser traslados del ominoso campo de concentración de Albatera (Alicante). El médico llegó acompañado de un hijo y de Ricardo Muñoz Suay, que después sería uno de los productores de la película Bienvenido, Míster Marshall y director de la Filmoteca Valenciana. En la lista aparecía los nombres y los dos apellidos de cada uno de los presos, con la excepción del médico, citado como “Don Juan Peset”. Una muestra del respeto incluso entre algún miembro de las filas franquistas, ha destacado Guia.

Ha habido otras intervenciones revindicando el pasado republicano y a un hombre que solo con la llegada de la democracia salió del ostracismo. Se bautizó con su nombre a una importante avenida, además de un hospital y un colegio mayor de la Universitat, solo en la ciudad de Valencia. El acto también ha contado con breves alocuciones de la consejera de Participación, Transparencia, Cooperación y Calidad Democrática, Rosa Pérez, del alcalde de Valencia, Joan Ribó, y del presidente de las Cortes valencianas, Enric Morera. Bayarri ha agradecido la presencia de todos ellos en el acto convocado por “la sociedad civil”, en el que se ha visto alguna bandera republicana y se ha notado sobre todo mucho respeto por la memoria del que fuera también decano de la Facultad de Medicina de Valencia.

Una hora antes, la Universitat de València había celebrado su propio homenaje en el claustro de la Nau, antigua sede del rectorado, con tiempo para no hacerlo coincidir con el del cementerio, organizado con anterioridad. La rectora, Mavi Mestre, ha ensalzado la figura del doctor Peset, que “dio nivel europeo a la medicina española” y ha anunciado que la institución prepara, junto con el Ministerio de Universidades, un acto de reparación para las personas de la comunidad universitaria que fueron represaliadas por el régimen franquista. El decano de la Facultad de Medicina, Javier Chorro, ha destacado los casi 30 años de actividad universitaria de Peset con “más de un centenar de trabajos de investigación”. “Su brillante e intensa trayectoria vital, así como su interés por el progreso y el conocimiento y su solidaridad con sus semejantes, merecen nuestro respeto y gratitud”, ha señalado.

El vicepresidente tercero de la Generalitat, Rubén Martínez Dalmau, el presidente de la Diputación de Valencia, Toni Gaspar, el consejero de Hacienda, Vicent Soler, además de Morera, y otros políticos, también asistido a este homenaje en la Nau, que comenzado con la intervención de catedrático de Historia Contemporánea, Marc Baldó, experto en la represión franquista en la Comunidad Valenciana. Ha trazado una semblanza de Peset, incidiendo en el “juicio aberrante” que lo condenó por auxilio a la rebelión” y por las denuncias de médicos franquistas. Recordó las palabras de la portera Aquilina, o las últimas que envió por carta el propio médico a su mujer, Ana Llorca, y a sus hijos. En ella concluía: “Algún día mi patria os devolverá mi nombre como el de un ciudadano que jamás hizo más que servirla cumpliendo sus deberes legales”.