La nueva Rambla de Barcelona reducirá las terrazas para ganar espacio de paseo en el centro
El Ayuntamiento anuncia que las mesas se reubicarán entre los alcorques. Los restauradores piden minimizar el impacto para los locales y alertan de que no hay acuerdo
Las obras de La Rambla de Barcelona encaran su tercera fase, a partir del 19 de enero, que intervendrán en el espacio central del paseo. Y el Ayuntamiento de Barcelona y el poderoso Gremio de Restauración han explicado este martes que han iniciado conversaciones sobre una cuestión que dará que hablar: las terrazas. Actualmente, en algunos tramos, las sillas y mesas apenas dejan dos metros y medio de paso para los viandantes. Y la idea es ubicarlas a los lados, entre los alcorques de los árboles, y dejar libre un espacio de entre ocho y nueve metros de ancho. Se ganaría un 33% de espacio en el paseo central. Vistas las intervenciones en la rueda de prensa, no será fácil.
La teniente de alcalde de Promoción Económica Raquel Gil ha anunciado que a partir de enero, durante las obras, algunas ya serán informadas de que deben dejar libre el espacio y sus licencias quedarán suspendidas temporalmente. Al terminar “en algunos casos se reducirá el número de mesas”, ha afirmado Gil, mientras el director del Gremio, Roger Pallarols, ha dejado claro que todavía “no se ha resuelto cuál será el número final de mesas y sillas”.
El presidente de la asociación Amics de la Rambla, Àlex Balletbó, ha apostado porque si se produce una reducción, sea proporcional para todos los establecimientos. Y ha mostrado otra preocupación vinculada a posibles retiradas: “Las terrazas hacen una función social que evita que su espacio sea ocupado por otros usos como botellón o personas que toman drogas, sin techo, y mantienen el espacio para que de seguridad a los vecinos”. Hace unos años, este diario contabilizó hasta 1.014 sillas en las terrazas del paseo, que contrastaban con solo 73 sillas para sentarse gratuitamente. Actualmente hay 62 establecimientos de restauración de los que la mitad tiene terraza, ha informado el consistorio.
La teniente no ha concretado sobre qué cifras se está trabajando, pero ha insistido en que “habrá que hacer una reducción, siempre viendo qué impacto puede tener en los negocios”. “No podemos aterrizar el porcentaje, pero habrá reducción, con el límite de no poner en peligro la viabilidad, se trabaja operador a operador y en función de cada espacio, donde hay distintos anchos, paradas de metro, quioscos...”. “Trabajamos en minimizar el impacto entre los establecimientos, se trata de encontrar un equilibrio que lo haga todo compatible: el paseo con la viabilidad de negocios que dinamizan el paseo”, ha afirmado Pallarols.
“Cuando hablamos de La Rambla hablamos de los vecinos de la calle, los del resto de la ciudad, de flores, de quioscos, de actividad cultural, memoria, comercio y también terrazas, como Gobierno nos toca dialogar de acuerdo a un marco normativo que no contemplamos cambiar y haremos cumplir”, ha dejado claro Gil, mientras Pallarols ha confiado en “tener un acuerdo”. Pallarols también ha apostado por fijar una homogeneización de las terrazas, no que sean clónicas, pero sí que compartan una estética. El director del Gremio ha insistido en que “todavía no hay acuerdo, pero sí confianza en el futuro” y ha reclamado también “ajustes” el Plan Especial de La Rambla, que es de 2016, anterior al proyecto de reforma.
Sobre los plazos de la obra, Raquel Gil ha celebrado que se están cumpliendo: la previsión es terminarlas en primavera de 2027, en vísperas a las elecciones municipales, que se celebran en mayo. En el tramo central, en enero se intervendrá entre Liceu y Pla de l’Os y Nou de la Rambla. Desde el pasado noviembre la reforma ha entrado en el tramo central entre la plaza de Cataluña y las calles de Santa Anna y Bonsuccés.