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Turismo ilegal de caza en el Val d’Aran: pagar miles de euros para matar rebecos

Varios vecinos del valle daban cobertura a personas llegadas de otras ciudades para cazar estos animales a cambio de altas sumas de dinero

Piezas y armas intervenidas a los denunciados por caza furtiva de rebecos.Vídeo: EPV

Los agentes rurales del Val d’Aran y de la Generalitat han denunciado a seis cazadores que se dedicaban a la caza furtiva organizada y altamente especializada. Se trata de tres vecinos del valle que habían sacado un permiso para poder cazar un rebeco pirenaico (Rupicapra pyrenaica), una especie que solo se encuentra en el Pirineo catalán y es uno de los trofeos de caza más preciados en España. Este permiso, que para los habitantes de la zona es gratuito e intransferible, en el resto de España puede costar entre 4.000 y 5.000 euros. Los araneses denunciados ejercían de guías a gente de otras zonas para que fueran ellos quien cazaran los rebecos -a cambio de sumas altas de dinero, según los investigadores- a pesar de que la normativa en el valle solo permite cazarlos a los oriundos o con domicilio en la zona, miembros además de las sociedades de caza. Se trata de la práctica cada vez más extendida del turismo cinegético o de caza. Los agentes incautaron un ciervo y tres rebecos cazados. Los denunciados se enfrentan a sanciones de entre 3.001 y 120.000 euros.

Los agentes de medioambiente de Aran y los del Grupo Especial de Venenos y Anti-furtivismo de los Agentes Rurales, sabiendo de la existencia de estas prácticas ilegales, llevan a cabo varios operativos planificados y coordinados y uno de ellos permitió identificar a diversas personas implicadas en actividades de caza furtiva en territorio aranés. Como los investigados cazaban con un modus operandi muy profesional, fueron necesarios seguimientos prolongados y complejos en las zonas altas del valle para documentar con pruebas la actividad ilegal.

En los seguimientos, los agentes pudieron constatar que los cazadores locales proporcionaban orientación y apoyo logístico a personas de fuera del valle, principalmente para la caza ilegal del rebeco. Tras varios seguimientos y vigilancias, hace dos semanas se interceptó en el valle de Toran a un cazador local, concretamente de Canejan, y a otro originario de Valencia. Durante el seguimiento, los agentes observaron cómo los cazadores abatían un ciervo macho y un rebeco hembra, de la que ocultaron la cabeza entre un montículo de piedras para recuperarla posteriormente y no levantar sospechas en caso de inspección. Lo habitual es que al día siguiente, sin ir armado, el cazador acuda a buscar el trofeo escondido.

Los agentes identificaron a los dos cazadores y denunciaron al local por abatir un ciervo, para el que sí tenía permiso de caza, pero no le puso el precinto que marca la ley. La sospecha es que así podía utilizarlo en otro momento. El cazador de Valencia fue sancionado por matar el rebeco hembra sin autorización. La actitud determinada y segura de los infractores fue una evidencia de la amplia experiencia que acumulan en esta práctica ilegal, según los agentes.

Días después, ante nuevas sospechas de actividad clandestina, se inició un nuevo seguimiento a dos cazadores locales, hermanos y con la agravante que uno de ellos es agente de los Mossos d’Esquadra, y a dos cazadores de Puertollano (Ciudad Real). La vigilancia se realizó en el valle de Toran y en la zona de Salient, donde los agentes observaron cómo los cazadores de Ciudad Real disparaban a rebecos. Cuando se les paró una vez acabada la caza, en la inspección del vehículo se localizaron las dos cabezas de los animales. Uno de ellos no tenía precinto y el otro lo tenía mal puesto, lo que podría haber permitido su manipulación y reutilización.

Se da la circunstancia de que este grupo lleva más de siete años siendo investigado por presunta caza furtiva y desde 2017 se le atribuye la caza en el Val d’Aran de al menos 21 rebecos y 3 ciervos. En estas últimas dos operaciones, los agentes les confiscaron las piezas, las armas y diversos artículos utilizados para llevar a cabo la caza furtiva, como prismáticos, visores térmicos y otros instrumentos.

El Tribunal Supremo establece que la caza furtiva puede constituir un delito, incluso si no se captura ninguna pieza, por el mero hecho de ejercer la actividad cinegética sin autorización. Según la normativa vigente, estos actos pueden considerarse infracciones muy graves, que conllevan sanciones de entre 3.001 y 120.000 euros. Además, las personas denunciadas pueden ser expulsadas temporalmente de la sociedad cinegética correspondiente y perder la licencia de caza durante cinco años, lo que les impediría cazar en toda Cataluña durante este período.

Las asociaciones de caza y pesca para la conservación y la gestión sostenible de la actividad cinegética en el Val d’Aran llevan años solicitando reiteradamente un mayor control de las malas prácticas. Por su parte, el Conselh Generau d’Aran, que colabora con estas entidades, reitera la importancia de que todos los agentes trabajen activamente en la detección y denuncia de estas prácticas para garantizar una caza responsable y respetuosa con la fauna silvestre.

La normativa establece que solo pueden cazar rebecos pirenaicos en el Val d’Aran los que tengan un domicilio y estén inscritos en una de las dos sociedades de caza y pesca del valle. Pueden pedir un permiso para un solo día –que va a sorteo- y para cazar un solo ejemplar y no pueden ir acompañados de una persona de fuera del valle ni transferirle la caza.

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