Ir al contenido

¡Abuelo, el móvil!

Los teléfonos y sus aplicaciones hacen estragos en todas las edades

Los jóvenes viven absortos por el teléfono móvil. ¿Pero sólo la juventud sufre esta supeditación? Expertos en comunicación, sociología y psicología denuncian los devastadores efectos del smartphone en el desarrollo cognitivo y social de niños y adolescentes. Sin embargo, también hay estudios que demuestran que estos aparatos y sus aplicaciones hacen estragos en todas las edades.

La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) tiene registradas más de 62 millones de líneas móviles para unos 48 millones de españoles, lo que supone una penetración del 127%. Según el Digital 2025: Global digital overview, el 70,5% de la población mundial tiene un móvil y el promedio de tiempo de conexión a Internet es de 6 horas y 38 minutos diarios. Y lo más relevante, el 65% de la población, es decir, más de 5.200 millones de personas, son usuarios de redes sociales.

La escena es común en la mayoría de los encuentros entre amigos y familiares. Los móviles están sobre la mesa y son protagonistas de la sobremesa. La conversación transcurre pendiente del reel de Instagram de la joven de la casa o del último WhatsApp recibido por el padre. No hay charla humana sin un infiel vistazo al móvil. No existe discusión que no sea contrastada con una búsqueda apresurada en el smartphone. No pervive conversación sin molestos ruiditos vibrantes o melodías incómodas.

El estorbo que algunos sienten ante tanta dependencia no proviene solo de los más jóvenes. Un 95% de las personas entre 65 y 74 años usan el móvil y el 75% se conectan a diario a internet, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Cada día se observa más sumisión a este aparato de mayores de todas las edades, que son quienes tendrían que poner coto al uso desmedido de los más jóvenes. Por este motivo se puede entender la queja ruidosa del adolescente cuando se le prohíbe usar el móvil mientras sus padres, su tío o su abuela charlan con el smartphone en la mano. Ante esta escena, los adultos pierden toda legitimidad para acotar o prohibir el uso de estos dispositivos entre la juventud.

Nuestro tiempo se convierte en el negocio de muy pocos. Los grandes tecnócratas se hacen ricos gracias al uso que hacemos de las redes sociales que, aunque tengan múltiples funcionalidades, todas tienen como objetivo transformar el tiempo de conexión en ingresos, dice el investigador Arthur Grimonpont. Millones de personas, también los seniors, consumen en su móvil imágenes enlatadas por recomendación de una Inteligencia Artificial (IA) que escoge en función de sus gustos y placeres. Cada día más adultos caen en la tentación del video corto, viven pendientes de la mensajería instantánea o leen noticias exageradas o falsas.

En Cataluña, la Generalitat ha prohibido totalmente el uso del móvil en escuelas e institutos, pero al paso que vamos también será necesario hacerlo en el hogar del jubilado. Los poderes públicos deben tomar medidas porque “la tecnología sin control público, sin ética, puede adquirir una forma monstruosa y volver a esclavizar al ser humano”, sentenció el filósofo Byung-Chul Han hace unos días. El uso desmedido del smartphone afecta especialmente a niños y adolescentes, pero las consecuencias ya son catastróficas para toda la sociedad.

Carles Pont Sorribes es profesor de la Facultad de Comunicación de la Universitat Pompeu Fabra.

Más información

Archivado En