Ir al contenido

La carrera por conseguir habitación de estudiante en Barcelona: “Las agencias piden honorarios equivalentes a un mes de renta”

La capital catalana es la ciudad con el alquiler de habitaciones en pisos compartidos más caro de España, según un estudio del portal inmobiliario Idealista

Cuando Spyros y Michaela, una pareja de jóvenes griegos, tomaron la decisión de mudarse a Barcelona, no esperaban encontrarse con que conseguir una habitación fuese tan complicado. “Sabíamos que iba a ser difícil, porque en Grecia tenemos el mismo problema, pero no esperábamos que lo fuese tanto”, explica Michaela, que está a punto de empezar un máster universitario en la capital catalana. Ambos llevan varios meses de búsqueda lidiando con honorarios abusivos de agencia y estafas camufladas en anuncios. Hasta encontrar un lugar mejor, alquilan una habitación en un piso compartido con otra persona en L’Hospitalet de Llobregat por la que pagan cerca de 700 euros y que incluye servicios como la limpieza semanal.

Las habitaciones en pisos compartidos son las más codiciadas por estudiantes que llegan a vivir a Barcelona, pero también se han convertido en una forma de esquivar la regulación del precio de los alquileres, ya que el arrendamiento de habitaciones no se rige por una normativa específica. Según un estudio del portal inmobiliario Idealista, la ciudad se ha convertido en la capital de provincia con el alquiler de habitaciones en pisos compartidos más caro de España, con un precio que asciende a los 570 euros mensuales de media en el segundo trimestre de 2025.

“Los propietarios que buscaban alquilar a largo plazo no nos aceptaban pese a que tengo un contrato de trabajo indefinido, alquilar una habitación a través de una agencia fue la única vía posible en ese momento”, explica Spyros. A las puertas de empezar un nuevo curso universitario y con muchos estudiantes en apuros por encontrar un lugar en donde vivir antes del inicio de clases, en la plataforma se listan cerca de 6.000 habitaciones de alquiler compartido en el municipio de Barcelona. Según el portal inmobiliario, durante el último año la oferta de habitaciones en Barcelona ha crecido un 30% y los interesados por cada habitación han descendido un 28%. Pese a ello, el portavoz de la empresa, Francisco Iñarreta, asegura que el precio disparado de las habitaciones se debe a “las sucesivas medidas y políticas que se han tomado en materia del alquiler en los últimos años”, que “han expulsado del mercado a un importante segmento de la población que contempla el alquiler en un piso compartido como la única solución habitacional posible”.

En distritos como el Eixample y Ciutat Vella, los más céntricos, abundan las habitaciones compartidas entre tres, cuatro o cinco personas y los coliving, dirigidos a estudiantes, con precios que oscilan entre los 500 y 800 euros. Algunas habitaciones se acercan incluso a los 900 o 1.000 euros. Este tipo de habitaciones son gestionadas por agencias inmobiliarias que incluyen suministros, limpieza semanal y otros servicios como el de un “técnico de mantenimiento para reparaciones”, la posibilidad de cambiarse a otra habitación de la empresa, la gestión del contrato o del empadronamiento, que están listados como servicios no incluidos en el alquiler, por un valor de 150 euros mensuales.

Soulayma, una estudiante tunecina que llegó a Barcelona a estudiar Administración, también pasó por una odisea hasta encontrar una habitación. En un principio recaló en una por la que pagaba casi 600 euros, pero debía realizar un trayecto de más de 45 minutos para llegar a sus clases. La empresa que le alquiló la primera habitación ofrecía un servicio de limpieza estipulado en el contrato, aunque había semanas en las que esta no se realizaba. “A veces las agencias piden honorarios equivalentes a un mes de renta”, asegura la estudiante.

Para Enric Aragonès, portavoz del Sindicato de Inquilinos, se trata de una estrategia por parte de las inmobiliarias para saltarse “las garantías mínimas del alquiler”, entre ellas, la prohibición que les impide cobrar honorarios. “Han intentado hacer trampas para saltarse esta prohibición, inventándose servicios como asesoramiento, empadronamiento, gestión de contrato o cosas así”, resalta el portavoz.

Quienes intentan evitar las plataformas como Badi, Idealista, o Spotahome, y no conocen a nadie en la ciudad, a menudo acuden a anuncios difundidos en grupos en Facebook o en otras redes sociales. Aunque puede resultar más fácil evitar los honorarios de las agencias, los usuarios no son inmunes a otros obstáculos como las estafas. “En uno de estos grupos contacté con quien había subido el anuncio, pero resultó ser una estafa”, relata la joven tunecina, quien también ha recibido respuestas hostiles o groseras por parte de algunos agentes inmobiliarios. “Primero debo verificar todos tus datos antes de validar tu perfil y mostrarte el apartamento, no estoy aquí para una simple visita”, asegura uno de los responsables de un anuncio, al ser contactado por teléfono para visitar una habitación. En otros casos, mediante enlaces a otras webs, constataron que pedían pequeñas cantidades para reservar habitaciones inexistentes.

Más información

Archivado En