Un funeral cristiano para el “procés”

El president Illa quiere pasar página del pasado independentista, apelando al catolicismo y con la mano tendida a Pujol o Duran Lleida

El 'president' Salvador Illa, el pasado 1 de octubre, con Josep Antoni Duran Lleida, exlíder de la extinta Unió.

Salvador Illa apuesta por la taumaturgia, que es el arte de hacer o simular milagros. De momento ha hecho prodigios que ninguno de sus antecesores procesistas se hubiera atrevido siquiera a ensayar: ha abierto las puertas del Palau de la Generalitat a Jordi Pujol, expresidente y evasor confeso, o a Josep Antoni Duran Lleida, el exlíder democristiano...

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Salvador Illa apuesta por la taumaturgia, que es el arte de hacer o simular milagros. De momento ha hecho prodigios que ninguno de sus antecesores procesistas se hubiera atrevido siquiera a ensayar: ha abierto las puertas del Palau de la Generalitat a Jordi Pujol, expresidente y evasor confeso, o a Josep Antoni Duran Lleida, el exlíder democristiano, que ahora preside la patronal de grandes supermercados (ASEDAS) de la mano de Juan Roig, primer accionista de Mercadona.

La religiosidad de Illa está fuera de toda duda. Se refirió al humanismo cristiano en su toma de posesión. Luego reunió a su Gobierno en el Real Monasterio de Santa María de Poblet e invitó a los miembros de su Gabinete a ir a misa, aunque solo le acompañó Ramon Espadaler, democristiano superviviente de la vieja UDC de Duran, que ahora concurre a las elecciones coligado con el PSC. Ni la ex cancillera Angela Merkel se atrevió en su larga carrera política a la ostentación de fe que en tan pocas semanas ha hecho Illa. Quizás ello obedezca al catolicismo de uno y al luteranismo de otra. El caso es que Cataluña es diferente. Y como la burguesía catalana y un sector más bien conservador de la sociedad está huérfana de partido, el PSC de Illa se ofrece como limosnero. Parafraseando a Alfonso Carlos Comín, fundador de Cristianos por el socialismo, Illa busca a un PSC socialdemócrata en las grandes periferias y de orden en el centro. Mientras Junts decide lo que quiere ser de mayor, el Partit dels Socialistes trata de rebañar votos entre un electorado confundido, compuesto por creyentes, catalanistas y gentes moderadas en general. Illa se apresta sin ruido a oficiar un funeral para el procés.

La entrevista en el Palau con Jordi Pujol no fue entendida por muchos de sus votantes. El ex president intenta que cuando fallezca su recuerdo no quede reducido a las tinieblas exteriores de cualquier velatorio. Illa parece dispuesto a una labor misericordiosa. También sorprendió que recibiera a Duran Lleida. Ahí puede mezclarse el humanismo cristiano con las ganas que muchos en el PSC tenían de reconocer, al que durante muchos años fue un socio, pero también un incordio para la Convergència de Pujol y de su delfín Artur Mas.

El caso es que Duran pidió la entrevista en calidad de presidente del Foro de diálogo España-Italia. El exlíder democristiano desde que se apartó de la política partidista es consultor internacional del bufete Colls, fundado por su suegro, quien recibió de manos de Francesco Cossiga la distinción de Gran Ufficiale de la Orden al Mérito de la República Italiana. Josep Colls también fue abogado del Aga Kahn. Hay quien malévolamente asegura que la compra por parte del líder espiritual ismaelita del hotel Palace de Madrid (frente al Congreso de los Diputados) facilitó que Duran Lleida obtuviera en condiciones ventajosas la lujosa suite en la que fue fotografiado en julio de 2010 por Gorka Lejarcegi de EL PAÍS.

Pero ya más allá de si hay o no la solidaridad interreligiosa entre ismaelitas y democratacristianos, Duran ha aterrizado por unos instantes en la política del día a día y ha dado un espaldarazo a Salvador Illa, a quien ha definido como “el líder que Cataluña necesita” o “el presidente ideal”. En declaraciones a La 2, concluyó: “Un señor que recibe a todos los expresidentes de la Generalitat después de la etapa que ha vivido Cataluña, no es un simple gestor”. Tal vez Cataluña cuente en estos momentos y sin saberlo con el segundo presidente democristiano de su historia, en la vieja, italiana y extensa acepción del término. El primero, sin militar en Unió, fue Jordi Pujol. Y duró 23 años.

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