Segimon Baulenas: el encanto de la pipa
El artesano de Maçanet de Cabrenys lleva toda su vida dedicada a la técnica de la cachimba
La pipa de fumar, también para los no fumadores, es un objeto bello. Tiene mucha literatura a favor y no es extraño que los escritores que han fumado con ellas también hagan fumar a sus criaturas. Lo hace Tolkien y lo hacen Gandalf y los hobbits. Ahí está la fraternidad fumadora entre Georges Simenon y Maigret o de Tati y Monsieur Hulot, que la lleva apagada. Conan Doyle le contagió la pasión por la pipa a ...
La pipa de fumar, también para los no fumadores, es un objeto bello. Tiene mucha literatura a favor y no es extraño que los escritores que han fumado con ellas también hagan fumar a sus criaturas. Lo hace Tolkien y lo hacen Gandalf y los hobbits. Ahí está la fraternidad fumadora entre Georges Simenon y Maigret o de Tati y Monsieur Hulot, que la lleva apagada. Conan Doyle le contagió la pasión por la pipa a Sherlock Holmes. En las novelas usa distintos tipos de pipa. Pero la que fuma en las imágenes icónicas del personaje es la Calabash. Fue el actor William Gillette quien la adoptó porque buscaba una pipa que no dificultara la gesticulación ni ocultara su rostro. Para Holmes, la pipa era parte de su espíritu, lo que da una idea de la mística dimensión de este pequeño ingenio.
Segimon Baulenas (71 años) lleva desde los 18 trabajando la pipa. Nacido en Vic, siguió a su padre cuando éste fue fichado por la fábrica Salvatella de Maçanet de Cabrenys. Ahí aprendió el oficio. “Salvatella hacía los escalabornes, trozos de madera -en este caso sacada de la copa del brezo- ya desbastada sobre la que se labra la pipa. Su propietario, Enric Moulines, decidió hacer también el acabado, terminar la pipa y ahí empezamos. La fábrica llegó a tener 40 trabajadores. Cuando cerró en el 2000, éramos seis. Moulines luchó todo lo que pudo para sostener la fábrica”. Y Baulenas se instaló por su cuenta en un taller donde mantiene su entusiasmo por esta artesanía de la que es un maestro reconocido. Son las pipas Sigmund, aunque también arregla cachimbas averiadas, “principalmente por rotura de boquilla”, algunas con maderas con más de 40 años. El Club de la Pipa de Barcelona lo cita como uno de sus artesanos junto a la familia Soler de Amer y el barcelonés Markuz. Pero Baulenas, generoso con sus colegas, menciona a un artesano de Asturias o a una joven promesa de Figueres. Casi todos han pasado por su taller. “Ven lo que yo sé, pero yo también aprendo de ellos”.
Cuando Baulenas explica el proceso para crear una pipa de calidad aparece, sin remedio, una herramienta: el tiempo. Una vez el serrador corta el brezo, el escalaborne hay que hervirlo 24 horas y dejar que se seque durante…dos o tres años “para que la madera se estabilice”. Y una vez terminada la pipa, explica, hay que aculatarla. Se llena la cazoleta con una tercera parte de tabaco, se fuma y se deja enfriar. Y esta maniobra se repite dos veces más llenándola el 50% y el 75%. Cuando vuelva a estar fría…se podrá fumar. Baulenas hace, más o menos, una pipa diaria. Las trabaja de seis en seis, pero la gran diferencia entre una pipa de fábrica y una de artesanal, como las suyas, “es que no hay dos pipas artesanas iguales, son piezas únicas. Por el color, la curvatura, la boquilla…”.
Baulenas ha promovido en Maçanet una fumada anual, una excusa para encontrarse con los amigos. De hecho, él aprovecha fumadas en otros rincones de España para encontrar viejos clientes o hacer de nuevos. “Es un concurso que gana quien consigue que su pipa se apague la última. Ahí se fuma de otra manera”. En 2017 quiso organizar en el pueblo el concurso mundial de fumadores, pero la convocatoria cogió tal dimensión -400 fumadores de todo el mundo- que tuvo que celebrarse en Figueres.
Una persona particularmente sabia sobre el universo de la pipa es Toni Pascual, presidente de la federación española de clubs de pipa. Miembro de distintas academias internacionales que documentan su historia, ha ayudado a la catalogación de colecciones en distintos museos. El de la Alhambra, entre ellos. Una de las primeras cosas que hay que saber es que la pipa llegó a Europa antes que el tabaco. “Hay testimonios de la existencia de las pipas en la Edad Media europea. Había pipas en el Al-Andalus. Una cosa es la cultura de fumar y otra, la cultura del tabaco que llegará a Europa con el descubrimiento de América”. En uno de sus artículos afirma que “en la Hispania musulmana se elaboraban pipas para fumar, preferentemente se cree que hachís, si bien no podemos olvidar la tradición de los tabacos de pastor, es decir, las hierbas aromáticas y otras plantas o componentes más o menos drogantes”. Inocencio VIII, ya en 1484, decretó el uso del cáñamo como herético, impío y satánico.
Las primeras pipas eran simples tubos que luego, por comodidad, fueron adoptando las formas actuales. “Entre 1500 y 1600, las pipas eran principalmente de cerámica. Originarias de Holanda, se encuentran en Inglaterra, en Francia, en el País Vasco y en el Empordà catalán, donde se importaban de Holanda”. Las pipas hechas con espuma de mar ya se hallan en Turquía durante la Edad Media. “Las pipas también pueden ser de distintas maderas, pero la de brezo es la mejor porque se quema menos y es más resistente”. Cataluña se convirtió en un importante fabricante de pipas. “Desde los puertos de Barcelona y Palamós, después de que se permitiera el comercio con América, llegaron a exportarse de 350.000 a 750.000 pipas al año a mediados del siglo XVIII hasta finales del XIX”
Las mujeres se han mostrado distantes con la pipa. “Las fumadoras son una minoría. No hay una explicación definitiva. En el XIX, se inclinaron por los cigarrillos, más discretos. Hay países, como Nicaragua o Santo Domingo, donde la mujer fuma en pipa y el hombre, puros. Hay tribus americanas donde fuman el jefe y las mujeres. En muchas culturas de aquel continente fumar en pipa estaba reservado para usos ceremoniales (dar gracias a Dios, bodas…) y para las clases selectas -religiosos, guerreros…-”. Tampoco los jóvenes parecen estar muy interesados por la pipa sin que haya una explicación. “La pipa da un aire de intelectual. A mí, en Italia, por el hecho de verme con ella ya me dicen professore. Es así”.
¿Cuántos conocen aquel “beso ardiente” con que la pipa ungía de sosiego “el espíritu doliente” de Baudelaire?