El Parlament designa a Salvador Illa president y consagra el cambio de ciclo en Cataluña
El socialista ha sido elegido con los votos de su partido, ERC y comunes en una sesión convulsa bajo la sombra de Carles Puigdemont
Salvador Illa, líder del PSC, ha sido proclamado esta tarde president de la Generalitat en el Parlament en una sesión con tintes surrealistas, plagada de interrupciones, suspense y condicionada por la figura omnipresente de Carles Puigdemont que apareció en Barcelona tras siete años fuera de España y volvió a darse a la fuga pese al despliegue policial que le esperaba para detenerle. El nombramiento de Illa consa...
Salvador Illa, líder del PSC, ha sido proclamado esta tarde president de la Generalitat en el Parlament en una sesión con tintes surrealistas, plagada de interrupciones, suspense y condicionada por la figura omnipresente de Carles Puigdemont que apareció en Barcelona tras siete años fuera de España y volvió a darse a la fuga pese al despliegue policial que le esperaba para detenerle. El nombramiento de Illa consagra la apertura en Cataluña de un nuevo ciclo político lejos del procés e implicada en la construcción de una España plurinacional. La sesión, que tuvo enganchada a buena parte de la población a la televisión como si fuera una jornada de los Juegos de París, ha concluido con la designación de Illa por el resultado ya previsto: 68 votos a favor (PSC, ERC y los comunes) y 66 en contra (Junts, PP, Vox, CUP y Aliança Catalana). Puigdemont no ha votado al no haber delegado su voto.
Tras ser nombrado, Illa ha estrechado la mano a dos de los negociadores de ERC que han hecho posible su investidura, Josep Maria Jové y Marta Vilalta, y después ha ido a buscar a su ya predecesor Pere Aragonès, a Jéssica Albiach, líder de los comunes, Albert Batet (Junts) y Alejandro Fernández (PP). “Intentaré estar a la altura de las circunstancias: gobernaré para todo el mundo, atendiendo con pluralidad y respeto. Solo saldremos de esta todos juntos. Me tienen a su servicio. Empezamos el camino”, ha afirmado el president en un contenido mensaje. 14 años después, el PSC regresa al Palau consciente de su debilidad y de que necesitará ir de la mano de ERC y de los comunes para transitar en esta legislatura. La mayoría de Illa es más enclenque que la de Pedro Sánchez, que tiene un margen de siete votos. El nuevo president no tiene ninguno. Tiene los 68 clavados del umbral de la mayoría absoluta. El socialista no ha negado esa realidad y ha insistido en que asume como propios el contenido de los dos pactos que son de investidura y no legislatura. Sus propuestas estrella son el nuevo modelo de financiación, que tantas suspicacias ha levantado en otros dirigentes socialistas y que Illa asegura que no perjudican a nadie porque garantiza la solidaridad, y las políticas de vivienda que prevén construir 50.000 pisos de alquiler social.
El procés dejó la última década infinidad de jornadas históricas y la de este jueves, que remachó el final de ese periodo, no se ha sustraído de esa condición. El Pleno de Illa quedará asociado a Puigdemont por la duda de su paradero, su compromiso incumplido de asistir a la sesión, la movilización independentista en la Ciutadella o la operación jaula con unos Mossos al límite. Junts ha marcado el paso de buena parte del debate con sus peticiones para suspender la sesión que la Mesa rechazó. El PSC daba por hecho que la sesión se iba a suspender porque Josep Rull, el presidente de la Cámara, había anunciado que así procedería si el expresident era detenido. Pero no fue arrestado, burló a los policías y el Pleno, con su escaño vacío, ha arrancado. Illa no le ha citado, pero ha pedido a los jueces que apliquen la ley de amnistía de manera “ágil, rápida y sin subterfugios”.
Con el objetivo de pasar página y sin la épica de otras investiduras, Illa ha pronunciado un discurso de poco más de 40 minutos en el que ha subrayado que pondrá el acento en los servicios públicos. El referéndum de autodeterminación no figura desde luego en su hoja de ruta aunque los partidos de derecha se lo imputen. Sus prioridades serán cinco: la medioambiental para desplegar todas las infraestructuras de agua aunque vuelva a llover; la social, con la construcción de 50.000 pisos nuevos; la económica, con el despliegue de la conectividad ferroviaria y en Rodalies; los servicios públicos simbolizados con una educación “de primera” y por último, el conflicto político.
“Cataluña necesita abrir una etapa de consenso, puertas adentro y afuera. Afrontar sin prejuicios los conflictos políticos mal resueltos y una agenda con mirada larga y los pies en el presente”, ha afirmado Illa en referencia a la creación de la Convención Nacional pactada con ERC, en la que ha impuesto su tesis de que este es un conflicto entre catalanes que debe resolverse en un grupo de trabajo a tal efecto y al que están invitados todos los partidos y en la que los republicanos se han resignado a que no incluya el referéndum.
La sesión ha reflejado la sintonía entre los socialistas con ERC y los comunes, pero los dos portavoces de esos dos partidos, sobre todo el republicano, Josep Maria Jové, ha avisado que el suyo es un “sí” en guardia. “Es un sí vigilante, tiene muchos noes, muchas preocupaciones”, ha deslizado el portavoz de ERC. Jéssica Albiach, de los comunes, ha sostenido que es un pacto que supone un “antes y un después” en su relación con el PSC y ha avisado que defenderá el acuerdo con la misma firmeza como hará oposición cuando no estén de acuerdo en algún punto. El caso más claro es la ampliación del aeropuerto. El megacasino del Hard Rock, que forzó las elecciones, ha sobrevolado solo el debate.
Con dos intentos de intentar suspender el Pleno, que no fructificaron, Junts ha acusado a ERC de cargar contra los manifestantes y de que los mossos querían detener a Jordi Turull. El Departamento de Interior había confirmado la orden de detención del secetario general de Junts por obstrucción a la justicia pero al final es solo una citación. Albert Batet, portavoz parlamentario de Junts, ha mostrado su enorme desconfianza hacia Illa al vincularlo al artículo 155 y a ser el PSC un partido de obediencia española. Si la relación del socialista con Junts se aventura más que complicada, con el PP se adivina ciencia ficción. Alejandro Fernández (PP) le acusó de “mentir” y de alimentar el procesismo con su apoyo a “una España confederal y asimétrica”. En las antípodas, la CUP, que ha definido al PSC como al más de derechas y españolista de la historia”, ha sentenciado que se ha firmado este jueves la “defunción” del procés además de lamentar que Puigdemont no haya acudido al Pleno.
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