Análisis

Puigdemont o la restitución de la nada

Las urnas no pueden salvar las fantasías institucionales inventadas en Waterloo para mantener la llama encendida después de la derrota

El expresident Carles Puigdemont, en Elna (Francia) para anunciar su candidatura a la presidencia de la Generalitat.Gianluca Battista

Junts no es un partido, ni siquiera una marca. Es un cortejo heteróclito, sin programa y sin ideología, con un solo objetivo, la restitución de Carles Puigdemont como presidente de la Generalitat, en una aparente correción o incluso anulación de la suspensión temporal de la autonomía por la aplicación del artículo 155 de la Constitución tras la proclamación de la indepndencia de Cataluña. A los componentes de Junts les une la nostalgia de las glorias que se propusieron y nunca alcanzaron y, por encima de todo, una variada colección de resentimientos: familiares, los peores y más profundos, con...

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Junts no es un partido, ni siquiera una marca. Es un cortejo heteróclito, sin programa y sin ideología, con un solo objetivo, la restitución de Carles Puigdemont como presidente de la Generalitat, en una aparente correción o incluso anulación de la suspensión temporal de la autonomía por la aplicación del artículo 155 de la Constitución tras la proclamación de la indepndencia de Cataluña. A los componentes de Junts les une la nostalgia de las glorias que se propusieron y nunca alcanzaron y, por encima de todo, una variada colección de resentimientos: familiares, los peores y más profundos, contra Esquerra, el partido de la competencia febril por la hegemonía; existenciales, y por tanto ajenos a la racionalidad, contra la identidad detestada frente a la mitografía de su Cataluña romántica e idealizada; o psicológicos, derivados del cóctel fatal en el que se mezclan los ingredientes contrarios de un sentimiento de superioridad de perfume etnicista y un complejo de impotencia política y de inferioridad histórica.

Con su improbable regreso a la presidencia, Puigdemont se ofrece como salvación, a la vez señuelo movilizador y última carta para salvar los restos de naufragio. Cualquier otro candidato que pudiera presentar Junts era una pase seguro a la irrelevancia, quizás al ridículo. De ahí ese coctel de siglas donde está todo, pero al final solo cuenta quien encabeza la lista y se presenta con su restitución como presidente como único punto del programa. Es, una vez más, la pulsión plebiscitaria que alentó todo el proceso independentista bajo la fórmula del derecho a decidir.

Si es un plebiscito entonces hay dos opciones. O Illa o Puigdemont. O la reconciliación española a cargo del presidente que quiere pasar página de la independencia o la restitución independentista del presidente que proclamó la república catalana antes de huir a Bruselas. Es la última carta pero también el último embuste, que ha desmontado con precisión Andreu Mas–Colell, la mente más lúcida del mundo independentista. “Cuando se expresa la voluntad de restituir hay que preguntarse: ¿qué hay que restituir? ¿A qué momento hay que retroceder? ¿Al 27, después de la proclamación o –reconociendo implícitamente que el 27 fue un error— a mediados de octubre? ¿O quizás a principios de setiembre, antes de la leyes de desconexión?” (Restitució? Ara, 24 de marzo de 2024).

Las preguntas bien formuladas incluyen las respuestas. Si hay que retroceder al 27 de octubre de 2017, antes de la deserción, Puigdemont deberá presentarse ante la justicia, como hicieron Junqueras y sus compañeros de cárcel. Si hay que regresar a mediados de octubre, habrá que aceptar de nuevo la regla de juego autonómica y constitucional que iba a servir para convocar las elecciones en vez de declarar inconsecuentemente la independencia. Y si hay que remontarse a un tiempo anterior a las leyes de desconexión del 6 y 7 de setiembre, entonces ya no es una restitución, sino la plena restauración y defensa de la legalidad que entonces se vulneró.

Las urnas no pueden salvar las fantasías institucionales inventadas en Waterloo para mantener la llama encendida después de la derrota. No hay nada a restituir.

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