Cataluña llega a los ocho millones de habitantes más envejecida y con retos sociales pendientes

La inmigración sostiene el aumento demográfico y se ubica en las localidades turísticas y el cinturón metropolitano por la inaccesibilidad a la vivienda en la capital. Girona, la gran ciudad que más crece

Ciudadanos de Barcelona caminan por el centro de la ciudad.Albert Garcia

Más envejecida, con poca natalidad y con más inmigración. Cataluña ya cuenta con 8.005.784 habitantes según cifras del Instituto Catalán de Estadística (Idescat). La comunidad supera los ocho millones de habitantes más rápido de lo previsto (en 2019 se predijo para 2030) gracias a la llegada de migrantes que persiguen un futuro más allá de Barcelona. La capital catalana apenas ha ganado población en los últimos años, mientras que las locali...

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Más envejecida, con poca natalidad y con más inmigración. Cataluña ya cuenta con 8.005.784 habitantes según cifras del Instituto Catalán de Estadística (Idescat). La comunidad supera los ocho millones de habitantes más rápido de lo previsto (en 2019 se predijo para 2030) gracias a la llegada de migrantes que persiguen un futuro más allá de Barcelona. La capital catalana apenas ha ganado población en los últimos años, mientras que las localidades más turísticas del litoral y parte del cinturón metropolitano han dado un gran salto. Los expertos coinciden en que el aumento de la población obliga a afrontar cuestiones complejas del día a día como la vivienda, la estabilidad laboral y la desigualdad social. El éxodo rural producido durante la pandemia de la covid no da muestras de haber tenido una especial continuidad tras la crisis sanitaria.

Girona es la capital que más ha crecido (cerca de un 33%) en los últimos 20 años, mientras que Lleida (22%) y Tarragona (15%) también han superado a una Barcelona (7%) con problemas de acceso a la vivienda. “La capital catalana acoge a gente de alto nivel económico que expulsa a las rentas más bajas. Estas tienen que salir a otros espacios con vivienda asequible, quieran o no quieran”, señala Paula Quílez Relaño, politóloga experta en desigualdades sociales. Los grandes municipios del área y el arco metropolitano (Sant Cugat, Franqueses, Sant Quirze, Rubí, Terrassa...) han crecido entre un 25% y 60%. La provincia de Barcelona acoge al 73% de toda la población catalana por el 11% de Tarragona; el 10% de Girona y el 6% de Lleida.

La nueva inmigración (los extranjeros representan más del 16% de la población total) también sufre los problemas de accesibilidad y se desplaza hasta las localidades turísticas. “Con la crisis inmobiliaria paró el fenómeno migratorio pero ahora vuelven a venir. ¿Y a dónde van? Donde hay trabajo”, señala Arlinda Garcia Coll, profesora del Departamento de Geografía de la Universidad de Barcelona. “El motor de Cataluña es el sector terciario y los puestos turísticos reclaman mano de obra”, insiste. Calafell (98%), Salou (89%), Lloret de Mar (66%), Vila-seca (63%) y Cambrils (60%), localidad especialmente turísticas, son los municipios de más de 20.000 habitantes que más han crecido este siglo.

Los inmigrantes aportan la juventud en la Cataluña de los ocho millones. La edad media de los extranjeros es de cerca de 35 años, mientras que el total del territorio alcanza los 42 años. La comunidad tiene 150.000 niños de hasta 9 años menos que hace 20 años. “Las condiciones que viven los jóvenes no ayudan a la procreación”, entiende Garcia Coll, que señala el “incremento de los precios, los sueldos bajos, la inestabilidad laboral y la falta de corresponsabilidad familiar” como factores determinantes para evitar tener hijos.

Construcción de nuevas viviendas en Molins de Rei, municipio que crece por la marcha de muchos vecinos de Barcelona. Albert Garcia

Con menos nacimientos, el envejecimiento se cronifica. “Tenemos una Cataluña con más gente mayor y con una esperanza de vida que alcanza los 86 años en las mujeres (80 en los hombres). Es el gran cambio de los últimos 20 años y genera un reto político, social y familiar”, analiza la profesora de la UB. La geógrafa apunta a la necesidad de fomentar el sistema sociosanitario para garantizar la salud y la autonomía de la tercera edad porque “se van alargando los años con más patologías”.

El presidente del Consejo de Colegios de Médicos de Cataluña, Josep Vilaplana, plantea que el aumento de la población y el envejecimiento obliga a la Administración a aumentar los recursos públicos. “La inversión tiene que incrementarse porque necesitas más servicios”, entiende. La falta de profesionales en el sistema sanitario complica la accesibilidad de los usuarios, y Vilaplana anticipa unos tres años complicados. “Se jubilan muchos médicos y las nuevas generaciones de sanitarios han crecido con otras preferencias en materia de conciliación donde ven que la vida no es solo el trabajo”, dice el médico, que admite que existe el “riesgo” de que parte de la población vea en el sector privado una salida ante la saturación del sistema público.

¿Y el éxodo rural vivido por la pandemia se mantiene? “La mayoría de la gente que se fue lo hizo a las segundas residencias o al pueblo de la familia”, aclara García Coll. “En los años 90 se detecta la salida de las personas que valoran un mayor entorno medioambiental y este fenómeno se ha mantenido siempre. Quizás ahora ha crecido un poco, pero solo ligeramente”.

Más habitantes, menos niños

Paradójicamente, el aumento de población no se traduce en un aumento de natalidad ni de población en edad escolar. Al revés, el sistema educativo pierde músculo desde hace unos años. Y es que actualmente la población menor de 16 años es el 15% (1,2 millones de personas), cuando en 1987, año en que Cataluña superó los seis millones de habitantes, la población en edad escolar obligatoria era casi el 23% (1,35 millones).

Con la época de bonanza de inicio de siglo, la llegada de inmigración propulsó un incremento de escolares, pero la crisis de hace una década frenó esta tendencia, muchos inmigrantes regresaron a sus países y el número de alumnos empezó a decrecer, empezando por los más pequeños, por los nacimientos. No obstante, el sistema aguantaba por las voluminosas promociones de años anteriores. Hasta que finalizaron la escolarización y llegó la pandemia. Los datos del Departamento de Educación revelan que el curso 2021-22 supuso un punto de inflexión y los alumnos de la etapa obligatoria empezaron a descender.

Educación admite que actualmente el sistema educativo no vive la presión de años anteriores con la falta de escuelas e institutos para acoger el mayor volumen que crecía. En todo caso, si en algún municipio se produce una necesidad puntual, se recurre principalmente a módulos prefabricados, esperando a que la demanda pase o se construya un nuevo edificio.

No obstante, el reto para los centros está en la gestión de la matrícula viva, es decir, de los alumnos que se incorporan fuera de plazo. El Departamento asegura no tener cifras globales, pero el Consorcio de Educación de Barcelona sí, y dan una idea de la problemática: durante los meses de verano se presentaron 3.920 inscripciones, pero en todo el curso anterior se incorporaron 5.300 alumnos nuevos. En estos casos, se acostumbra a recibir a los recién llegados en las aulas de acogida -donde aprenden nociones de catalán y se les ayuda en la adaptación-, aunque no todos los centros disponen de ellas: actualmente hay 1.020 aulas de este tipo (para un total de 3.500 centros), según Educación. En Barcelona, 113 centros de un total de 640 cuentan con este servicio.

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