Najat el Hachmi celebra Barcelona como la ciudad de la libertad pero avisa: “Hay mujeres y niñas que sufren”
La escritora y columnista lamenta que “defender derechos fundamentales” o “señalar las injusticias” en Barcelona sea “polémico o conflictivo”
La escritora y columnista Najat el Hachmi ha celebrado este viernes en el pregón de La Mercè, la fiesta mayor de Barcelona, la ciudad con la que soñó de niña y de joven. “Yo soñaba Barcelona”, ha explicado durante su discurso, en el que también ha reivindicado la capital catalana como “la ciudad de la libertad” y ha lamentado que la precariedad y los problemas de acceso...
La escritora y columnista Najat el Hachmi ha celebrado este viernes en el pregón de La Mercè, la fiesta mayor de Barcelona, la ciudad con la que soñó de niña y de joven. “Yo soñaba Barcelona”, ha explicado durante su discurso, en el que también ha reivindicado la capital catalana como “la ciudad de la libertad” y ha lamentado que la precariedad y los problemas de acceso a la vivienda expulsen a sus vecinos. Desde la vida “confortable y libre” que ha conquistado y que le comportó romper con su familia, El Hachmi ha advertido de que en Barcelona también “hay mujeres y niñas que sufren” a causa de la religión o tradiciones de sus entornos. “Hoy aquí hay otras chicas que se ven obligadas a escoger entre la libertad o la pertenencia, entre ser quien eres y asumir el precio a pagar o someterte para continuar formando parte de su familia, tu grupo”, ha avisado al tiempo que ha lamentado que “defender derechos fundamentales en Barcelona y no en Teherán sea considerado polémico, y que a quienes señalan las injusticias seamos incómodas”.
La elección de El Hachmi como pregonera ha provocado el rechazo de colectivos LGTBI, que la acusan de “transfoba e islamófoba” por sus opiniones, por ejemplo contra el velo, aunque finalmente apenas una quincena de personas han protestado en la calle durante el acto de inicio de la fiesta y otra quincena han apoyado a la pregonera. El alcalde Jaume Collboni, que se estrena en el cargo durante la fiesta, ha asegurado que el pregón “es un acto de amor a la palabra, y hoy decimos sí a la palabra y no a la censura”, en referencia a quienes han rechazado que la escritora sea la pregonera. En sus palabras previas al discurso, el edil también ha recordado a las víctimas de la guerra de Ucrania (Kiev es la ciudad invitada a La Mercè y con su alcalde, Vitali Klitxkó, presente en la ciudad), las víctimas del terremoto de Marruecos o las inundaciones de Libia. “No estáis solos, Barcelona es una ciudad solidaria y de acogida y estará a vuestro lado”, ha asegurado.
La pregonera ha tenido un recuerdo para quienes sufren la guerra o para los refugiados, ha recordado que hasta los ocho años vivió en Marruecos y ha contado retales de su experiencia como migrante. Como cuando se desplazaba a Barcelona desde Vic, donde creció, al consulado de Marruecos “a renovar el origen” o a la delegación del Gobierno “para hacer papeles”. La escritora ha llamado al reconocimiento de los derechos de los migrantes: “Los inmigrantes y sus hijos lo que queremos no son ferias de la diversidad ni reconocimiento de nuestra singularidad, no hemos venido a ser pastillas del caldo que enriquece la sustancia principal del plato. Lo que queremos es vivir con los mismos derechos”.
Ha evocado también la fascinación que le produce, 13 años después de vivir en el Eixample --antes vivió en Granollers--, el “pósito espeso y diverso” de los escritores que han construido la ciudad con sus textos. Josep Pla, Mercè Rodoreda, Carmen Laforet, García Márquez, Montserrat Roig, Maruja Torres o Joan Salvat Papasseit están presentes cuando camina por Barcelona, ha contado.
Y como soñó ser universitaria en Barcelona, compartiendo piso, pero tuvo que conformarse con subir y bajar a diario de Vic, en la desastrosa línea de la capital a Puigcerdà. Fue su abuelo Benisa, “que no salió del pueblo”, quien impulsó que estudiara en la universidad, pero para su padre, “dejar que una mujer sola cogiera el tren y viniera a un sitio donde podía hacer lo que le diera la gana era más de lo que podía soportar”. Es en este punto del pregón donde ha relatado la ruptura con su familia y que a contar siempre que tiene ocasión “esta verdad que parece que nadie quiere escuchar”. Como la realidad “un turismo importante de jóvenes que cuando llegan guardan el trozo de tela en el bolso y se sueltan el pelo sin creerse que no se acaba el mundo”. “Ni medio metro de tela ni un milímetro de la libertad que merecemos”, ha dicho en voz alta entre aplausos en referencia al velo, sin citarlo por su nombre.
Sin citar ninguna religión concreta pero utilizando la expresión “las moras catalanas” ha lamentado como fueron educadas “desde el gran retroceso que comenzó en los años 80 con el fundamentalismo identitario”. El velo, ha dicho, hablando de “una pieza de ropa” que no es solo eso “si los predicadores misógenos dedican horas y horas a nuestra forma de vestir, es porque es un símbolo muy poderoso y claro de sometimiento”. Y también ha aludido a las niñas de la ciudad que no pueden aprender a nadar o ir de excursión. Las adolescentes preocupadas por la virginidad. Las que se visten de forma modesta para salir de casa. O las que viven “terriblemente asustadas” ante la posibilidad de que las lleven a Marruecos o Paquistán para casarlas “con ese primo que necesita papeles”. “Si os quieren atadas, es que no os quieren”, les ha dicho. Y también ha rechazado la prostitución: “La explotación social no es un trabajo, es una pesadilla y esclavitud”.
En su tercera visita a Kiev desde que comenzó la guerra, el alcalde de Kiev ha agradecido a Barcelona su invitación, “apoyo constante” y colaboración en la cesión de material, acogida de refugiados o rehabilitación de heridos.
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