Cómo detectar la violencia física y sexual en pediatría en Cataluña: “Hay un infradiagnóstico”

El Institut Català de la Salut pone en marcha un ciclo de formaciones para que los profesionales tengan más herramientas para gestionar los casos sospechosos y, sobre todo, comunicarlos a las familias

Una niña con un oso de peluche.Unsplash

“Es un momento bastante incómodo para todos. Para ellos y para nosotros”. Anna Castelló, pediatra del CAP Claret de Barcelona admite que comunicar a las familias que un niño o niña puede ser víctima de violencia física o sexual es muy complejo. “Se pueden generar tensiones y recelos, sobre todo si el origen de la agresión es intrafamiliar”, explica.

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“Es un momento bastante incómodo para todos. Para ellos y para nosotros”. Anna Castelló, pediatra del CAP Claret de Barcelona admite que comunicar a las familias que un niño o niña puede ser víctima de violencia física o sexual es muy complejo. “Se pueden generar tensiones y recelos, sobre todo si el origen de la agresión es intrafamiliar”, explica.

El Institut Català de la Salut (ICS), la empresa pública de servicios sanitarios del Departamento de Salud, pretende reforzar la formación a pediatras, enfermeras y trabajadores sociales en esta materia para incrementar la detección de casos en un contexto de mayor sensibilidad y conocimiento. “Hay un infradiagnóstico. La intención es hacer aflorar más casos a través de aquellos signos o síntomas que pueden llamarnos la atención y que actualmente quizás no detectamos”, defiende Anna Fàbregas, coordinadora de la Unidad de Atención a las Violencias a la Infancia y la Adolescencia (Equipo EMMA) del hospital Vall d’Hebron, experta en este ámbito. Según algunos estudios, explica la experta, uno de cada cinco niños puede sufrir violencia infantil. “Nuestras cifras con mucho más bajas, por lo que entendemos que hay trabajo pendiente. La detección es fundamental. Los equipos solo vemos la punta del iceberg y la atención primaria es fundamental en esta capacidad de identificación”, reflexiona.

Tradicionalmente las señales alarmantes son físicas: moratones en la piel, rastros en zonas íntimas… Sin embargo, Castelló señala que las conductas comportamentales también dejan pistas para sospechar que detrás de una repentina irascibilidad, malestar emocional, pesadillas o cambios de conducta hay un posible caso de violencia infantil. “Lo habitual es detectar estos casos poco a poco, no en la primera consulta, sino por la suma de diversos encuentros y miradas”, remarca la pediatra. El inicio precoz de conductas sexualizadas en edades tempranas también es un posible síntoma.

A veces son los propios niños quienes verbalizan los abusos. Y los expertos remarcan que la respuesta inmediata de los profesionales es esencial para la recuperación adecuada de estas víctimas: “Es muy importante no dudar de la credibilidad del niño y reforzar su valentía para expresar algo sí”, insiste Fàbregas, que pide “tomarse el tiempo necesario en la consulta” para gestionar la primera respuesta a la víctima a pesar de estar en medio de un contexto de “listas de espera y alta demanda asistencial”. Según datos del equipo de Emma, el 58% de los casos que llegan al equipo Emma proceden derivados de centros de salud. “Es esencial saber qué tenemos que hacer cuando hay un posible caso”.

La unidad de Vall d’Hebron remarca en sus formaciones a los sanitarios que a pesar de la incomodidad que genera comunicar una sospecha, no tienen que dudar: “Hay que explicar a las familias que existen unos protocolos que deben cumplirse por el bien de todos, y que notificar un caso no significa hacer una denuncia”, dice Fàbregas, que aún no ofrece datos sobre los casos atendidos en este 2023. “Sabemos que cada año hay más detecciones, pero aúno hay cifras cerradas”, se disculpa.

El 87% de las víctimas que atendió al Equipo Emma durante 2022 fueron niñas o adolescentes y el perfil más habitual de paciente es el de una niña de 13 años. Entre noviembre de 2021 y noviembre de 2022, el Equipo atendió a 341 pacientes (307 en el mismo período del año anterior). La mayor parte (79%) eran víctimas de violencia sexual. En cerca de la mitad de los casos, esta violencia se produce dentro del ámbito de la familia y en hasta un 83% de los casos el agresor es un conocido del niño, niña o adolescente. El 96% de los agresores son varones y se ha detectado un aumento de las violencias entre iguales, especialmente a través de las tecnologías.

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