Cómo emocionar a un sordo en un concierto
La asociación enCantados facilita desde hace cuatro años el acceso a espectáculos musicales para personas con discapacidad auditiva con globos, intérpretes y otras herramientas
Laura Galiano fue a su primer concierto “de verdad” con 16 años, acompañada de sus padres. Ya habían ido en familia a otros, pero había sido “una experiencia a medias” debido a su sordera. Se asomaban a algunos espectáculos de rock porque podían captar mucha vibración, pero no se enteraban “de nada”, explican sus padres Juan y Roser, que leen los labios de forma innata. Desde 2019, esta y otras familias sordas de Cataluña logran disfrutar plenamente de estos conciertos gracias a la asociación enCantados, que persigue que sean tratados como un espectador más.
Los Galiano han descubierto ...
Laura Galiano fue a su primer concierto “de verdad” con 16 años, acompañada de sus padres. Ya habían ido en familia a otros, pero había sido “una experiencia a medias” debido a su sordera. Se asomaban a algunos espectáculos de rock porque podían captar mucha vibración, pero no se enteraban “de nada”, explican sus padres Juan y Roser, que leen los labios de forma innata. Desde 2019, esta y otras familias sordas de Cataluña logran disfrutar plenamente de estos conciertos gracias a la asociación enCantados, que persigue que sean tratados como un espectador más.
Los Galiano han descubierto este martes la bossa nova de la mano de una de sus leyendas vivas, el guitarrista Toquinho, durante el festival Alma Pedralbes en Barcelona. Dos intérpretes de lengua de signos acompañaron al también compositor de 77 años como parte de la banda. El músico brasileño comenzó con la Garota de Ipanema una lista de clásicos de este género popularizado a finales de los años cincuenta con la fusión del jazz y la samba, además de guiños locales a su amigo Joan Manuel Serrat.
Esta familia pudo disfrutar el espectáculo desde las primeras filas para ver correctamente a sus intérpretes, además de disponer de unos globos en sus vientres que les permitían amplificar la vibración para notar todos los matices: desde los temas donde solo rasgueaba Toquinho acompañado de su propia voz hasta las actuaciones con la banda completa pasando por los solos de guitarra.
Eva García Codorniú ha tenido “mucho curro” a lo largo de cuatro semanas de preparación para “ponerse en el lugar” de esta audiencia sorda. Ha tenido que traducir del portugués al catalán unas canciones con “mucha carga poética” para luego transmitir esas melodías con aquella saudade tan característica que mezcla alegría con tristeza. Pero ya está acostumbrada a este tipo de retos. Desde que comenzó a colaborar con enCantados se ha adentrado en otros géneros como el hip hop con Miss Raisa.
García no solo ha estudiado la interpretación de cada tema con sus manos; también ha hecho un máster de samba a base de tutoriales en internet para acompañar la música con su cuerpo como una corista más. Su compañero Oscar Argemí ha pasado por lo mismo, con tanto éxito que la cantante Camila Faustino bailó junto a ellos durante un instrumental de Toquinho para reflejar su integración en el escenario sin problema.
Algunos términos se atragantaban como el berimbau. García ha tenido que enviar un vídeo previo para contextualizar el signo que representa este instrumento llevado por esclavos africanos a Brasil. Ella se formó en interpretación en lengua de signos a los 30 años, aunque la conoce prácticamente desde que nació para comunicarse con sus padres sordos. Al igual que Laura Galiano, tampoco fue apenas a conciertos con ellos, ni a películas, a falta de subtítulos.
“La música no es solo una melodía. Es una forma de cultura que te emociona y te da una visión del mundo”, defiende la intérprete. Señala que queda “camino por recorrer” en la inclusión cultural de la comunidad sorda, pero celebra que desde hace cuatro años el proyecto donde participa haya podido brindar más de una treintena de conciertos gracias a Núria Martorell y Francina Cortés: “Sin ellas no sería posible”.
Las socias que dirigen la asociación se han dedicado al periodismo cultural y al diseño gráfico, respectivamente. Pasaron de organizar sus eventos en salas pequeñas de Barcelona a irrumpir en grandes citas como el festival Cruïlla con Ciudad Jara o el concierto de Coldplay en el Estadio Olímpico. Su meta es normalizar lo que hacen referentes como Rozalén en una comunidad autónoma donde 35.000 personas experimentan diversos grados de discapacidad auditiva.
Después de 90 minutos de dosis de bossa nova, la familia mantiene la sonrisa inicial del concierto en sus rostros. “Sin intérprete no te lo pasas bien. No entendería nada. Tampoco sentiría nada”, comenta Laura. “Podemos notar todo”, afirma rotundo el padre: desde la intensidad con la que se toca la guitarra hasta el movimiento del cuerpo de los músicos. “Te emociona”, repite su hija, para añadir después con su signo favorito: “Fantástico”.
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