Un fábrica de marihuana en los pisos protegidos de Sant Cosme
La policía catalana sella con 60 toneladas de hormigón un edificio de viviendas sociales dedicado exclusivamente al cultivo del “oro verde” en un barrio de El Prat de Llobregat
Los bloques de pisos protegidos del barrio de Sant Cosme de El Prat de Llobregat (Barcelona) han acabado convertidos en una fábrica de marihuana. Encerrados en sí mismos en una pequeña isla de siete edificios, la última fase de transformación del barrio ha acabado bunquerizada, a manos de dos clanes familiares, según los Mossos, en el que ni siquiera pueden entrar libremente los carteros, los repartidores de Glovo o los servicios de emergencia. Los Mossos d’Esquadra y la Policía Local han llevado a cabo una operaci...
Los bloques de pisos protegidos del barrio de Sant Cosme de El Prat de Llobregat (Barcelona) han acabado convertidos en una fábrica de marihuana. Encerrados en sí mismos en una pequeña isla de siete edificios, la última fase de transformación del barrio ha acabado bunquerizada, a manos de dos clanes familiares, según los Mossos, en el que ni siquiera pueden entrar libremente los carteros, los repartidores de Glovo o los servicios de emergencia. Los Mossos d’Esquadra y la Policía Local han llevado a cabo una operación contra uno de los bloques: 17 viviendas convertidas en una fábrica de marihuana, donde solo una familia vivía allí y la policía sospecha que como jardineros de las plantaciones. El operativo policial ha supuesto tres noches de disturbios a manos de personas muy jóvenes y menores de edad, con contenedores quemados, pedradas a la comisaría y vehículos calcinados. Una fiesta jaleada y exhibida en redes sociales como Tik Tok.
El inmueble es un edificio con tres escaleras levantado en el año 2002, en la conocida como séptima fase de reconstrucción de Sant Cosme, en la calle de Riu Anoia del municipio. “Eran unas viviendas pura y llanamente dedicadas al cultivo de marihuana”, ha explicado el inspector Manel Hermida, con un “riesgo gravísimo” de incendio. “Había un butrón en el techo, con centenares de metros cuadrados disponibles debajo del tejado”, una toma directa a la cometida general, sin contadores... “Cables, esparadrapos, cinta aislante... mezclado con humedades y electricidad”, ha lamentado el responsable de la comisaría de El Prat, en rueda de prensa, sobre el riesgo que suponía el edificio. Sumado a la defraudación del fluido eléctrico por valor de más de 200.000 euros, sin contar el coste del agua también pinchada.
Las casas además habían sido modificadas por completo. “Suponía un peligro estructural, con tabiques y muros de carga movidos”, ha relatado. No había baños, ni cocinas, ni nada que pudiese identificarse con una casa. “Una situación tan dramática que el Ayuntamiento no lo ha querido tolerar más”: una hormigonera descargó el mismo día de la operación policial 60 toneladas de hormigón: unos 20 metros cúbicos en cada vestíbulo, y en los accesos para evitar cualquier tipo de reutilización del bloque, propiedad de la Agència Catalana de l’Habitatge. Para ello, el Consistorio, gobernado desde la democracia por los ecosocialistas, declaró su inhabitabilidad. En anteriores operaciones policiales comprobaron que las puertas de alta seguridad, conocidas como antiokupas, eran reventadas casi al instante, si no robadas antes de que los operarios tuviesen tiempo de instalarlas.
Los seis detenidos iniciales, de entre 20 y 79 años, han quedado todos en libertad con cargos después de pasar a disposición judicial y a pesar de sumar entre todos 57 antecedentes policiales. El veterano del grupo es conocido además en los medios por su participación en el reality Los Gipsy King emitido por Cuatro. El anciano vivía en el único piso donde a la policía les consta que residía una unidad familiar, aunque sospechan que en realidad eran los jardineros de las 12 plantaciones intervenidas, con más de 2.700 plantas. De cada una, según los Mossos, se extraen unos 50 gramos de marihuana, con un valor de unos 6 euros, que se multiplica por cuatro o por cinco en el mercado español, y por 10 en el caso del europeo. Los investigadores sospechan que el destino final de la droga era el extranjero.
Al día siguiente de la operación, los agentes encontraron otras 3.500 plantas que depositaron en los contenedores de la zona “otros cultivadores”, según la policía. “No quieren perder sus casas”, interpretan fuentes policiales, que aseguran que algunos de los patriarcas de los clanes de los Extremeños y los Castro han pedido reunirse con ellos, pero que se han negado, debido a los disturbios que se están produciendo en el barrio, a manos de gente muy joven. “No tiene por qué ir al colegio, no tienen por qué esforzarse” y pueden tener aparcado en la puerta de casa un “un BMW o un X5″, ha lamentado el inspector, sobre el daño que está generando el cultivo de marihuana en la zona. Según los cálculos de las unidades de inteligencia de la policía catalana, un piso de 40 metros cuadrados genera 250.000 euros de beneficio, teniendo en cuenta las cuatro cosechas anuales de la planta. “Son unas generaciones difíciles de recuperar, con un poder adquisitivo muy alto”, se ha sumado el subinspector de la policía local de El Prat, Gustavo Molina, que ha insistido en la idea de que la marihuana es un “freno al progreso”, sobre todo de los más jóvenes.
El pequeño sector del barrio de Sant Cosme se ha convertido en un territorio vedado. “Han coaccionado a la gente”, ha insistido el inspector Hermida, sobre las familias que no se dedican al tráfico de drogas y que han marchado de lugar. “Han ido abandonando los pisos, nadie acepta vivir allí. No quieren tener ojos y orejas de gente que no sea de la misma finalidad”, ha insistido. A pesar de eso, ha asegurado que nunca nadie ha acudido a la comisaría a poner una denuncia.
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