Batalla por los cruceros en Barcelona: el Puerto descarta reducirlos y Ada Colau pide renunciar a terminales
El Ayuntamiento propone renunciar a la séptima estación, todavía no construida, y no volver a adjudicar una de las que ya operan
En plena temporada alta de cruceros en Barcelona y con un enfrentamiento abierto entre la alcaldesa Ada Colau, que pide reducir su presencia en la ciudad, y el Puerto, la institución ha convocado este miércoles la primera reunión del Consejo para los Sostenibilidad de los Cruceros. El mensaje de la presidencia del organismo vuelto a ser claro: ...
En plena temporada alta de cruceros en Barcelona y con un enfrentamiento abierto entre la alcaldesa Ada Colau, que pide reducir su presencia en la ciudad, y el Puerto, la institución ha convocado este miércoles la primera reunión del Consejo para los Sostenibilidad de los Cruceros. El mensaje de la presidencia del organismo vuelto a ser claro: el Puerto de Barcelona no reducirá los cruceros que llegan a la ciudad. Los argumentos: que cuando las navieras ganan la adjudicación de las nuevas terminales tienen derechos adquiridos porque invierten en su construcción, y que las escalas de los cruceros están reservadas con dos años de antelación. El Ayuntamiento de Barcelona, que exige reducir los cruceros por la contaminación y masificación turística que provocan, ha respondido con una propuesta concreta: que el puerto renuncie a adjudicar la terminal que falta (la séptima, G) y que no renueve la concesión de otra terminal que sale a concurso año a año, la C (que vence en 2024).
Mientras, si en abril llegaron 80 cruceros a Barcelona, este mes de mayo la previsión es de 119, con un pico de solo ocho barcos el próximo sábados. Las previsiones apuntan un nuevo récord de cruceristas este año (3,5 millones) y a alcanzar los 4 millones en 2024, lo que la teniente de alcalde de Urbanismo, Janet Sanz, ha tachado de “absolutamente insostenible”.
La Autoridad Portuaria argumenta que no puede modificar el plan estratégico aprobado por las tres administraciones en 2018 (Ayuntamiento, Generalitat y Ministerio), que prevé la construcción de dos nuevas terminales costeadas por las navieras. Unas instalaciones que no alojarán más barcos que los actuales, pero sí más grandes. El sector, añade el Puerto, programa los cruceros con dos años de antelación.
Janet Sanz ha defendido su propuesta asegurando que la renuncia a dos terminales “no costaría un duro a la administración en indemnizaciones”: renunciar a licitar la terminal que falta (la G) y no renovar la concesión de la terminal C, que vence en 2024. Además la concejal ha desmentido las cifras que defiende el Puerto y que aseguran que más de la mitad de los cruceristas utilizan Barcelona como puerto base (porque su crucero comienza en la ciudad) y no en escalas de solo cuatro horas. “El 80% son escalas”, mantiene Sanz que asegura que el Puerto cuenta por duplicado los cruceristas que comienzan su crucero en Barcelona.
Fuentes de la institución que preside Lluís Salvadó, que hasta la fecha se ha mostrado contrario a limitar los cruceros, señalan que están ceñidos a un “campo de juego”, sobre todo en las nuevas instalaciones que costean las navieras cuando ganan los concursos públicos. De las dos nuevas, la terminal H la ganó MSC, que comenzará las obras en breve, con una inversión de entre 70 y 80 millones de euros. Y, sobre el papel, falta la terminal G, a la que optaba Royal Caribbean, cuya licitación se anuló tras los recursos jurídicos de otras tres compañías del sector que acusaban al Puerto de hacer el pliego de condiciones a medida para la naviera norteamericana. El puerto destaca además que las nuevas terminales permitirán alejar los buques de la ciudad (el mismo argumento que utilizó Colau en 2018), porque a medida que se habilitan espacios en el muelle adosado, los barcos dejan de atracar en los del Port Vell. Actualmente todavía se estacionan en las terminales del World Trade Center: una de las dos está previsto que cierre este año, y la otra en 2027.
“Cuando apuestas por un puerto base, las inversiones por parte de las navieras condicionan el modelo, la capacidad y las decisiones que puedes tomar”, indican las mismas fuentes. Las empresas, además, cierran sus previsiones de rutas y reservan los puertos con dos años de antelación, lo que impide modificar las llegadas previstas por lo menos hasta 2026. “Solo los barcos que hacen escala tienen cierta flexibilidad”, apuntan las mismas fuentes, que añaden con vehemencia: “Si alguien sabe cómo limitar, que nos lo cuente. Lo de Baleares es un memorándum, una declaración de intenciones”.
El Puerto ha celebrado este miércoles por primera vez la Mesa de Sostenibilidad de los Cruceros, en la que han participado 40 personas de las instituciones representadas (Autoridad Portuaria, Ayuntamiento de Barcelona, Diputación, Generalitat de Cataluña, Delegación del Gobierno, Capitanía, el comité de rutas aéreas, Barcelona Regional, la patronal del sector CLIA, o los agentes económicos y sociales). El consejo busca mejorar la transparencia del sector, coordinar mejor a las instituciones implicadas o reducir los impactos negativos de los cruceros a nivel ambiental y social. Sobre la contaminación del sector, el Puerto defiende que la que provocan los buques vacacionales es la menor del conjunto del tráfico marítimo, porque son barcos nuevos.
En medio de la disputa, CLIA España, la delegación española de la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros, se ha congratulado en las redes de la creación del Consejo: “CLIA siempre se unirá a todas las iniciativas que promuevan la colaboración entre entidades públicas y privadas, la gestión y que busquen fomentar prácticas de turismo sostenible que beneficien tanto a residentes como a turistas”, ha escrito la patronal.
Apuesta por ser puerto base con turismo de alto poder adquisitivo
Durante la reunión, la institución ha insistido en que la apuesta del Puerto de Barcelona es ser puerto base, con más cruceros que salen o llegan a Barcelona. Y no por escalas de barcos que están pocas horas en la ciudad. En este sentido, la presidencia ha señalado que el 56% de cruceros que utilizan el puerto barcelonés como puerto base es inédito. Civitavecchia, en Italia, cerca de Roma, es el segundo puerto con más cruceros que salen de la ciudad y no llegan al 40%. El consejo está dividido en varios equipos de trabajo: comunicación, movilidad, congestión, ocupación o formación.
En las últimas semanas, el puerto también ha facilitado cifras en respuesta a las críticas que desde el gobierno Colau y entidades vecinales se hacen al sector: por la aportación de turistas a una ciudad ya masificada, y por la contaminación. Sobre la aportación en número de turistas que el sector aporta a Barcelona y asegura que los que hacen escala en la ciudad representan solo un 1,3% (742.000). Además, los estudios de la APB aseguran también que los cruceros base suponen para la ciudad un millón de pernoctaciones. Un turista, que gasta más que la media (202 euros día), presumen, es prescriptor de la ciudad y en un 90% quiere volver.
Sobre las emisiones, recuerdan que un estudio de Barcelona Regional asegura que solo el 12,8% de las emisiones las genera el puerto y el aeropuerto; y que en el caso de las inmisiones (el efecto de las emisiones sobre la ciudad) representan solo el 6,9% de las de dióxido de carbono y el 0,7% de las partículas, muy lejos de porcentajes por encima del 50% de la contaminación del tráfico. Respecto al consumo de agua, el Puerto defiende que solo un 20% de los cruceros carga agua potable en la ciudad, porque los nuevos buques tienen depuradoras de agua. De ahí que la autoridad portuaria destaque que el consumo es de 27 litros por persona y día, un total de 66.000 hectómetros anuales (el 0,7% del agua consumida en la ciudad).
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