Podemos y el riesgo de volver al rincón
Fue el propio Pablo Iglesias quien designó a Yolanda Díaz como líder de ese espacio político, y ahora, en una incomprensible carambola, es el que más obstáculos pone al proyecto
Hoy empieza la cuenta atrás de algo que puede decidir no solo el futuro de la izquierda en España sino también la consolidación de las conquistas sociales de los últimos años. Yolanda Díaz presenta hoy su proyecto político Sumar, con el que pretende aglutinar a todas las fuerzas de la izquierda del PSOE, en dura pugna con Podemos, cuyos dirigentes se han atrincherado en una disputa de poder que pone en peligro la posibilidad de reeditar el gobierno de coalición. Solo un buen resultado del PSOE y de Sumar por separado puede evitar que una alianza del PP con Vox se haga con el Gobierno.
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Hoy empieza la cuenta atrás de algo que puede decidir no solo el futuro de la izquierda en España sino también la consolidación de las conquistas sociales de los últimos años. Yolanda Díaz presenta hoy su proyecto político Sumar, con el que pretende aglutinar a todas las fuerzas de la izquierda del PSOE, en dura pugna con Podemos, cuyos dirigentes se han atrincherado en una disputa de poder que pone en peligro la posibilidad de reeditar el gobierno de coalición. Solo un buen resultado del PSOE y de Sumar por separado puede evitar que una alianza del PP con Vox se haga con el Gobierno.
Fue el propio Pablo Iglesias quien designó a Yolanda Díaz como líder de ese espacio político, y ahora, en una incomprensible carambola, es el que más obstáculos pone al proyecto. En este pulso el que ha sido el principal activo de este espacio corre el riesgo de convertirse en su principal rémora. Y destrozar su legado como un Saturno que devora a sus hijos.
Discreta, sin hacer ruido, Yolanda Díaz ha ido sumando colectivos al proyecto. Se han sumado organizaciones territoriales como los Comunes de Ada Colau, Compromís, Drago o la Xunta Aragonesista; grupos ecologistas como Equo o Alianza Verde, y a Mas País, la escisión de Podemos encabezada por Íñigo Errejón en Madrid. Todo eso junto suma mucho más que Podemos, pero sin Podemos el proyecto tampoco está completo. La tentación de romper es una pulsión suicida de la que solo puede salir una derrota colectiva
Con su exigencia de reconocimiento y una posición dominante en las listas electorales, más que fortaleza Pablo Iglesias exhibe debilidad. En realidad, en este envite se juega la supervivencia política de Podemos. No hay precedentes de un éxito en la izquierda tan fulgurante como el suyo. Pero ahora sufre una evidente descapitalización política. Un proyecto de largo alcance necesita algo más que un hiperliderazgo con tendencia excluyente y una militancia etérea. Necesita proyecto, líderes inclusivos y organización. La mera conexión digital propicia compromisos efímeros, volátiles. Los círculos de Podemos se evaporan con facilidad.
En la pugna de Pablo Iglesias con Sumar hay mucho de duelo existencial. Como ha explicado Ignacio Sanchez Cuenca, Podemos tuvo un crecimiento vertiginoso, pero su declive electoral está siendo también muy rápido. En diciembre de 2015 obtuvo 5.176.711 votos. En noviembre de 2019, se quedó en 2.931.133, un 43,4% menos. Si a los votos obtenidos por Podemos en 2015 se suman los 929.880 de Izquierda Unida, que concurrió por separado, la pérdida en 2019 de ese espacio es del 52%, un retroceso idéntico al que sufrió el PSOE entre 2008 y 2016.
Pablo Iglesias tiene en gran mérito de haber conseguido que la izquierda del PSOE acceda al Gobierno. Nunca antes había sido posible por la férrea muralla levantada por el felipismo a todo lo que le disputara la hegemonía. Pero el retroceso que sufre Podemos indica que no ha sabido consolidar el terreno ganado. Pretender imponerse ahora en Sumar como si tuviera la misma fuerza que en 2015 revela una cierta desconexión con la realidad. Lo que pretende Yolanda Díaz con el proyecto de sumar es aglutinar para salir definitivamente del rincón. Sería lamentable que quien más ha contribuido a sacar a esta izquierda de la irrelevancia fuera ahora, en dinámica de repliegue y ensimismamiento, quien la empujara de nuevo al rincón.
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