Aragonès da por cerrada la crisis del Govern pese a su debilidad parlamentaria
El PSC y En Comú Podem muestran su perplejidad tras constatar que ERC no descarta la posibilidad de prorrogar los presupuestos
El nuevo Govern de Pere Aragonès se reúne este martes por primera vez tras la toma de posesión de los nuevos siete consejeros. El president ha cerrado de forma meteórica la reestructuración de su gabinete, que iniciará su andadura con una acentuada debilidad parlamentaria. Tras la crisis de Junts, que optó por romper, el Govern en solitario de Esquerra solo cuenta con el apoyo de 33 de los 135 diputados del Parlament y con ...
El nuevo Govern de Pere Aragonès se reúne este martes por primera vez tras la toma de posesión de los nuevos siete consejeros. El president ha cerrado de forma meteórica la reestructuración de su gabinete, que iniciará su andadura con una acentuada debilidad parlamentaria. Tras la crisis de Junts, que optó por romper, el Govern en solitario de Esquerra solo cuenta con el apoyo de 33 de los 135 diputados del Parlament y con la oposición de siete grupos. La cuestión es que Aragonès ha renovado a su ejecutivo con la misma rapidez con la que ha enojado al Partit dels Socialistes y a En Comú Podem, sus dos socios potenciales, al desdeñar su propuesta de colaboración, hasta el punto de plantear una posible prórroga de los presupuestos. Aragonès también presiona a Junts para que le siga apoyando en el Parlament, de momento sin resultados debido al debate interno existente en la formación sobre qué tipo de oposición piensa hacer desde ahora.
Los siete nuevos consejeros participarán ya este martes en la reunión del Consell Executiu. La foto reflejará el inicio de una nueva etapa en Cataluña tras una década de procés y la ruptura de la mayoría independentista en la Cámara. El Govern incluirá ahora a tres fichajes que tienen conexión directa con el PSC (el exconsejero socialista Quim Nadal), Podem (la exlíder efímera de esa formación Gemma Ubasart) y CiU (el exdiputado convergente Carles Campuzano). El plan responde a la estrategia republicana de ensanchar su base electoral, mostrando así su aspiración a ser la formación central de Cataluña. El pretendido guiño a algunos de estos partidos para atraer su apoyo con estos nombramientos no parece haber funcionado, aunque en el entorno de la antigua Convergència se atisba una primera oportunidad de salir del pozo a base de atraer algunos pragmáticos de Junts incómodos con la abrupta salida del Govern.
Socialistas y comunes constataron este lunes su indiferencia y frialdad con la llegada de los dos exidirigentes de su entorno. Su diagnóstico es casi idéntico: ERC necesita alcanzar pactos si aspira a sobrevivir en el Palau de la Generalitat. Todo apunta que los Presupuestos serán la prueba del algodón de esta legislatura. Las dos formaciones señalan que es una “irresponsabilidad” que Aragonès se llegue a plantear una prórroga de las cuentas cuando este ejercicio incluye un aumento del gasto de 3.098 millones respecto al ejercicio pasado. La prórroga, avisan, siempre dificulta y ralentiza la inversión. ERC plantea unas líneas rojas de cara a llegar a acuerdos puntuales, aunque con señales contradictorias. Oriol Junqueras, presidente de ERC, avisó el sábado que los socialistas no podían ser socios efectivos por estar implicados en “la represión”, pero dejó entrever que habría una posibilidad de que mostraran lo contrario, presionando así sobre la posible reforma del delito de sedición, algo que depende del Congreso de los Diputados. Este lunes, Marta Vilalta, portavoz republicana, dio en apenas unas horas dos versiones diferentes sobre el papel de los socialistas, pero acabó apuntando que no comparten “ni objetivo ni rumbo” para resolver el conflicto soberanista.
El estupor en el PSC, la fuerza más votada y también con 33 escaños, es enorme porque, pese a que las elecciones municipales están a la vuelta de la esquina, daban por hecho que ahora sí podrían negociar las cuentas. Aragonès ya ha ignorado en varias ocasiones la oferta socialista de tender la mano para pactarlas para no ser prisionero después de la negociación en el Congreso con el PSOE. Tampoco les necesitaba, porque le bastaba con los 65 diputados que sumaba con Junts y el pacto puntual de los comunes (ocho escaños). Pero el PSC da por hecho que Junts no participará ahora en la ecuación.
Salvador Illa, primer secretario del PSC, reunió el domingo a su ejecutiva, que certificó su plan de seguir construyendo una alternativa que no excluya seguir tendiendo puentes, los puntuales y los presupuestarios. “Necesitamos un gobierno fuerte y presupuestos. Que nos diga Aragonès, como, cuándo y con quién quiere hacerlo”, dijo Elia Tortolero, portavoz socialista, que tildó de “error” que se haya creado una línea roja en torno al PSC. Las dos partes ya habían alcanzado otros consensos como el de la renovación de cargos institucionales o de la ley del catalán en la escuela. Tras estar año y medio clamando por la salida de Junts del Govern, los comunes esperaban que Aragonès intentara sellar una alianza progresista estable. Ya les ha comunicado que no pasará.
“Papel mojado”
“Un Govern sin mayoría detrás no sirve de nada. Es papel mojado”, avisó el diputado Joan Mena, portavoz de los comunes, instando al president a iniciar una ronda de conversaciones. Jaume Asens, portavoz de Unidas Podemos, afirmó que tienen los “días contados”. ERC ha apoyado las cuentas de Pedro Sánchez en dos ocasiones, pero la herida del procés sigue abierta y sobrevuela en la negociación. La mesa de diálogo pesa y especialmente el último acuerdo que alcanzó, que pasa por modificar el delito de sedición que beneficiaría a independentistas procesados. Los republicanos se resisten a caer en brazos del PSC y todo apunta que la partida de ajedrez se prolongará al menos hasta final de año. No parece que ERC quiera en realidad reconstruir puentes con Junts después de que su consejera de la Presidencia, Laura Vilagrà, equiparara los discursos de Laura Borràs, presidenta de Junts, a los de Vox cuando dice que el Govern no tiene “legitimidad política ni democrática”. “Es un lenguaje populista usar esos términos. De hecho, Vox lo utiliza habitualmente en el Congreso y creo que no es lo que toca”.
Puedes seguir a EL PAÍS Catalunya en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal