Sociedad Civil Catalana: Cinco años de una manifestación histórica contra el independentismo

La Cataluña nacionalista castiga duramente a los disidentes y el precio por posicionarse en contra del ‘procés’ puede acarrear la muerte civil

Manifestación contra el proceso independentista el 8 de octubre de 2017.Jeff J Mitchell

Mucho se ha escrito sobre la gran manifestación de Societat Civil Catalana (SCC) del 8 de octubre de 2017. Hoy querría aportar una visión más personal ya que tuve el privilegio y el honor de proponer y organizar, en nombre de la Junta Directiva de SCC, aquella movilización. Reto que fue posible gracias a la implicación de la junta y de los trabajadores, de centenares de voluntarios, de la Fundació Boscà y, sobre todo, a la extraordinaria lección de dignidad de un millón de personas que secundaron ...

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Mucho se ha escrito sobre la gran manifestación de Societat Civil Catalana (SCC) del 8 de octubre de 2017. Hoy querría aportar una visión más personal ya que tuve el privilegio y el honor de proponer y organizar, en nombre de la Junta Directiva de SCC, aquella movilización. Reto que fue posible gracias a la implicación de la junta y de los trabajadores, de centenares de voluntarios, de la Fundació Boscà y, sobre todo, a la extraordinaria lección de dignidad de un millón de personas que secundaron nuestro llamamiento al seny.

Inicialmente, SCC tenía previsto manifestarse el 30 de septiembre contra la peligrosa deriva secesionista, pero los partidos leales a la Constitución (PSC, Cs y PP) se desmarcaron de la iniciativa a inicios de septiembre, así que preferimos desconvocarla. Hasta que llegó el fatídico 1 de octubre. Ejecutado por las autoridades catalanas el desafío al orden constitucional, los miembros de la Junta de SCC decidimos reactivar la manifestación para el 8 de octubre sin consulta previa a los partidos. El descomunal efecto de arrastre social y mediático parece ser que influyó para que ningún partido constitucionalista se quedara esta vez al margen. Fue clave el papel que desempeñaron, entre otros, Salvador Illa, Carlos Carrizosa o Santi Rodríguez.

Contamos con la participación de Mario Vargas Llosa, Josep Borrell, Carlos Jiménez Villarejo y Francesc de Carreras. Mariano Gomà, entonces presidente de SCC, y un servidor como vicepresidente, logramos convencerlos. José Rosiñol, en aquellas fechas vocal de Comunicación, coordinó la campaña Seny.

El impacto mediático de las intervenciones de Borrell y Vargas Llosa fue imponente. Borrell, que ya no estaba en primera línea política, logró tal exposición pública gracias a las manifestaciones del 8-O y del 29-O que, casualidad o no, fue nombrado primer ministro de Asuntos Exteriores y, después, vicepresidente de la Comisión Europea. Si de alguna manera SCC influyó en esta justa promoción no sería sino motivo de orgullo para nuestra entidad.

Sin embargo, no es ningún secreto que la Cataluña nacionalista castiga duramente a los disidentes y el precio por posicionarse en contra del procés puede acarrear la muerte civil. Valga como ejemplo la reacción furibunda que recibí a consecuencia del liderazgo público de aquellas dos manifestaciones. Un día antes del 8-O un familiar político muy cercano, asiduo a las movilizaciones nacionalistas, me envió un mensaje por WhatsApp cargado de barbaridades que finalizaba así: “…No quiero verte nunca más en la vida, ni siquiera el día de mi entierro”.

En el Colegio de Médicos de Barcelona trabajé 30 años como director del Centro de Estudios. La Junta Directiva, presidida por el doctor Jaume Padrós, me acusó de ser “el enemigo en casa”. Durante los tres años siguientes me vaciaron las funciones propias del cargo y en octubre de 2020 plantearon un despido laboral del que se retractaron cinco minutos antes del juicio al reconocer un despido improcedente con indemnización. ¡Represaliado políticamente con el dinero de los colegiados!

Miles de catalanes han tenido que pagar un altísimo precio personal y profesional para contribuir al despertar colectivo de una gran mayoría silenciada por el nacionalismo que se ha erigido como sujeto político —con firmeza y con vocación de concordia— para construir una Cataluña sin proyectos excluyentes. Una mayoría que despertó hace cinco años: el 8 de octubre de 2017.

Álex Ramos Torre es cofundador y vicepresidente de SCC

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