La jueza condena al acosador de Paula Bonet a no acercarse a ella durante 10 años
La sentencia reconoce que Víctor G. padece un trastorno mental
Víctor G. ha sido condenado por asediar durante más de tres años a la artista Paula Bonet. Una jueza de Barcelona ha concluido que el hombre, de 27 años, acosó y amenazó a Bonet y le ha prohibido que se acerque o se comunique con ella durante los próximos 10 años. La sentencia tiene en cue...
Víctor G. ha sido condenado por asediar durante más de tres años a la artista Paula Bonet. Una jueza de Barcelona ha concluido que el hombre, de 27 años, acosó y amenazó a Bonet y le ha prohibido que se acerque o se comunique con ella durante los próximos 10 años. La sentencia tiene en cuenta que el acusado padece un trastorno mental, por lo que le exime de ingresar en prisión. Víctor G. deberá cumplir una pena de tres años en un centro de internamiento, según difundió en Twitter la abogada de la víctima, Carla Vall.
La jueza considera probado que Víctor G. acosó a Bonet desde julio de 2019, cuando “se interesó” por ella pese a que no la conocía. El hombre “comenzó a imponer su presencia y a buscar su proximidad” acudiendo al local La Madriguera. El primer incidente de gravedad ocurrió en enero de 2020, cuando comenzó a golpear el cristal del local, lo que provocó la llegada de los Mossos. Víctor G. se presentaba en presentaciones de libros, exposiciones, charlas y conciertos. “Bien la interpelaba con preguntas, bien la incomodaba pasando reiteradamente por su lado o mirándola fijamente”, señala la sentencia.
Las restricciones por la pandemia de coronavirus le llevaron a plantear su estrategia de acoso a través de las redes sociales. En septiembre de 2020 le escribió mensajes en los que amenazaba con violarla y matarla. Bonet “vio alterada su estabilidad emocional” y su trabajo. De nada sirvió que un juez impusiera medidas cautelares contra Víctor G. -que le obligaban a alejarse de ella- porque el hombre las quebrantó repetidamente.
La Fiscalía pedía tres años de cárcel para Víctor, una pena que la defensa de la ilustradora elevó a cuatro años. La sentencia condena al hombre por acoso, amenazas y quebrantamiento de medida cautelar, pero le exime de ingresar en prisión porque sufre un trastorno mental. La existencia de ese trastorno fue su principal baza en el juicio. La defensa alegó, basándose en un informe psiquiátrico, que padece un trastorno erotomaníaco, un delirio que lleva a pensar a quien lo padece que la otra persona está enamorada de él. Al finalizar la vista, el acusado dijo públicamente que si comenzó a seguir a Bonet fue porque creía que le gustaba. “Vi que ella se fijaba en mí, que quería llamar mi atención y me tiraba el anzuelo. Creía que estaba enamorada de mí y que, quizá por la diferencia de edad, no se atrevía a dar el paso adelante”.
La sentencia considera probado que Víctor G. sufre ese trastorno. “Imbuido por sus sentimientos” hacia la artista, el hombre “vivía una realidad paralela que invadía su pensamiento y su comportamiento, hasta límites irracionales, imposibilitándole para actuar de acuerdo con una comprensión normal”. La enfermedad, subraya la resolución “no tiene cura”, aunque puede controlarse “mediante el oportuno tratamiento y medicación”. La jueza ordena su internamiento en un centro porque el hombre “no tiene conciencia de su enfermedad”.
Para la jueza, la declaración de Bonet en el juicio fue “clara y contundente” y ha sido corroborada por la declaración de sus alumnas y amigos, así como por la policía. Su vida se vio alterada de forma grave. Y, aunque no se ha constatado que sufra estrés postraumático, sí que padece ansiedad. La sentencia condena a Víctor G. a indemnizarla con 3.000 euros por daños morales y con otros 940 euros por la asistencia psicológica que tuvo que recibir como consecuencia del hostigamiento.
Hasta dos semanas antes del juicio, Víctor había permanecido en prisión provisional por haber roto la orden de alejamiento sobre ella dictada en su día por un juez. Su excarcelación, a las puertas del juicio, llevó a la artista a tomar la drástica decisión de apartarse de la vida pública pese a encontrarse en plena presentación de su último libro, Los diarios de la anguila. Desde entonces, había extremado las medidas de seguridad.
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