Bares de Barcelona: “Si no quieren ampliar terrazas, que no nos hagan perder tiempo”

Los restauradores, alarmados por las negativas del Ayuntamiento a mantener las mesas en la calzada

Terraza en la calzada de un bar de la calle de Sardenya de Barcelona, este jueves.Gianluca Battista

Retrasos y caos. La consolidación de las terrazas de bares y restaurantes que se ampliaron durante la pandemia en Barcelona está resultando más complicada de lo que se previó. Los plazos van con (mucho) retraso, los servicios técnicos de los distritos están desbordados, restauradores que presentaron solicitudes en febrero o marzo no tienen respuesta o les han denegado mantener sillas y mesas en el asfalto… Y el Gremio...

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Retrasos y caos. La consolidación de las terrazas de bares y restaurantes que se ampliaron durante la pandemia en Barcelona está resultando más complicada de lo que se previó. Los plazos van con (mucho) retraso, los servicios técnicos de los distritos están desbordados, restauradores que presentaron solicitudes en febrero o marzo no tienen respuesta o les han denegado mantener sillas y mesas en el asfalto… Y el Gremio de Restauración de Barcelona habla de “un incumplimiento masivo por parte del Ayuntamiento, con riesgo de que acabe en una gran estafa, porque el mensaje que se lanzó fue que las ampliaciones en calzada se mantendrían”, reprocha el director general de la patronal, Roger Pallarols. “El volumen de denegaciones en calzada es altísimo”, asegura.

El Ayuntamiento responde que todavía no tiene cifras de aceptaciones y denegaciones, porque el proceso no ha terminado y se pueden presentar alegaciones en cada resolución. “Cada distrito gestiona las peticiones, no es lo mismo el volumen del Eixample, las condiciones del espacio público de Ciutat Vella o las de Nou Barris”, indican fuentes municipales, que niegan que en Ciutat Vella se haya respondido no al 99% de peticiones, como mantiene el gremio. El caso de este distrito es especial porque hablamos de ampliaciones en aceras, no en la calzada.

El 77% de los bares y restaurantes que ampliaron sillas y mesas ha solicitado mantenerlas. Eran 3.600 licencias extraordinarias, y las peticiones de consolidación son algo más de 2.800 indica el Ayuntamiento. Del total de extraordinarias, algo menos de la mitad (1.500) se ubicaron en la calzada: en plazas de aparcamiento en chaflanes o lineales. Desde febrero, el Consistorio repite el mensaje de que la mayoría de las terrazas en calzada “se podrán quedar prácticamente todas instalando las plataformas homologadas”. “Con el objetivo de que en verano todas las terrazas en calzada que se consoliden ya dispongan del mueble”, apuntaba en un comunicado de febrero. En el caso de las mesas y sillas ubicadas en las aceras, y para preservar el espacio público, se aplicará la ordenanza de 2018, previa a la pandemia, precisaba.

Pero basta bajar a la calle para comprobar que, en el caso de la calzada, la no respuesta o denegación está a la orden del día y por razones diversas. En un recorrido del Guinardó al parque de la Ciutadella, este diario ha encontrado las negativas que siguen: un plano con una escala incorrecta, un bar demasiado pequeño para tener cuatro sillas fuera, una ubicación entre dos pasos cebra, o el argumento de que el Consistorio tiene previsto intervenir en el chaflán (sin explicar en qué consiste la actuación.). O silencio.

”Si no tenían la intención de conceder las ampliaciones y mantener las terrazas, que no nos hagan perder tiempo y dinero”, se queja Laura, al frente de un bar de tapas familiar en la calle de Provença, en el límite entre el Eixample y Sant Martí. Tenía tres mesas en la acera antes de la pandemia y le concedieron cuatro más en calzada. Ahora, sin distancias de seguridad, pide seis. Se las han denegado porque el bar es pequeño. “De momento nos hemos gastado 900 euros por el proyecto y los trámites a través del gremio”, explica. La terraza está ampliada en un chaflán y para hacerla más agradable instalaron una tarima de madera y jardineras con flores. “Aquí trabajamos una familia y la terraza nos ha permitido vivir tranquilos”, asegura. Han recurrido. En el mismo chaflán, otro local ha pedido consolidar y la respuesta fue que faltaba documentación. Presentó los papeles hace casi dos meses y no tiene respuesta. “Vendieron que las de calzada serían definitivas”, recuerda su dueño.

En el Camp de l’Arpa, al restaurante A Cañota le tocan 12 mesas en la acera porque es grande, dentro tiene dos comedores. Pandemia a parte, el distrito les hizo reubicar las mesas en una hilera, cuando antes estaban en una amplísima esquina. Con la pandemia, les concedieron otras seis en plazas de aparcamiento, pero lejos de la puerta. Los camareros acumulan kilómetros con la bandeja hasta lo que llaman “la zona Colau”. Ahora, la idea era reubicar las dos zonas: la hilera de mesas de la calzada con las de la acera. Pero les han denegado las segundas por la escala del plano adjunto a la documentación. “Teníamos la ilusión, hemos contratado más personal… y resulta que hay ‘deficiencias documentales’”, lamenta Manuel, que contó con el gremio para presentar la solicitud, los 900 euros que los bares citan y que la entidad justifica por las tarifas de las ingenierías que hacen los proyectos y tramitan el papeleo.

Junto a la Ciutadella, en una esquina de la calle de Sardenya hay dos locales: Mensana y Doobop. Vasili es el dueño de los dos, que ampliaron la terraza en el asfalto durante la pandemia. Han solicitado consolidarlas. En una, el Ayuntamiento lo denegó primero por deficiencias en el baño (que no existían). Recurrieron y ahora el motivo de la denegación es “porque en la esquina está prevista una actuación”, no le dicen cuál, asegura Vasili. De la otra solicitud no tiene respuesta. Profesores de la Universidad Pompeu Fabra, vecinos y familias de la escuela Brusi han apoyado al bar con cartas. Vasili no se queja por las tarifas del gremio: “También han conseguido cosas para la restauración”. Esta semana, el bar tenía más mesas y sillas de las permitidas en la acera, algunas pegadas a la fachada, lo que no está permitido. El dueño aseguraba que era mobiliario del Doobop, que tiene el interior en obras y provisionalmente las ha sacado a la calle. “Si nos deniegan las ampliaciones tendré que pagar finiquitos, cuanto más facturemos antes, mejor” apunta.

Otros han decidido tirar la toalla. No ven claro el gasto. Héctor, del Bar Esplugas de la calle de Sant Quintí, no ha pedido la consolidación de las mesas en la acera. “No tenemos 10.000 euros para la tarima ni 900 para los trámites de los técnicos. Además, no te dicen cuánto tiempo te dejarán tenerla, no sé si compensaría la inversión”.

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