Ilusión y realidad en el Púbol de Gala
Un retrato hiperrealista y poco visto de la musa de Dalí centra la muestra temporal que acoge el castillo ampurdanés
El Castillo de Púbol (Baix Empordà) es el espacio más escenográfico de los Dalí, el lugar donde la participación de Gala es más palpable, tanto en su concepción como en su proyección. Hasta el 6 de enero acogerá la muestra Púbol de Gala. Ilusión y realidad. La realidad parte de un retrato de Gala sobre cobre vestida de rojo con reminiscencias rusas. “Un retrato muy poco visto y muy potente porque condensa muy bien P...
El Castillo de Púbol (Baix Empordà) es el espacio más escenográfico de los Dalí, el lugar donde la participación de Gala es más palpable, tanto en su concepción como en su proyección. Hasta el 6 de enero acogerá la muestra Púbol de Gala. Ilusión y realidad. La realidad parte de un retrato de Gala sobre cobre vestida de rojo con reminiscencias rusas. “Un retrato muy poco visto y muy potente porque condensa muy bien Púbol, es una Gala ya mayor, de las pocas veces que Dalí la presenta hiperreal, casi fotográfica”, detalla Montse Aguer, directora de los Museos Dalí. La “ilusión” llega de mano de dibujos y esbozos, algunos no expuestos nunca hasta ahora, relacionados con el castillo que proyecta la pareja. En ellos aparece Gala idealizada en una glorieta, en el jardín y el símbolo heráldico y real de la flor de lis.
La dicotomía ilusión-realidad envuelve siempre al binomio Gala/Dalí. Este año el punto de partida es Gala. Un retrato enigmático de una Gala real encuadrada en una tela que es una ilusión óptica con un fondo de trampantojo que podría ser Púbol, que observa el inexorable paso del tiempo. Esta pintura, de hacia 1976, se presentó por primera vez en la Galerie André François Petit de París en 1977 y el año siguiente, en el museo Guggenheim de Nueva York. La musa lleva un vestido estampado rojo obra de Elizabeth Arden y un collar de bisutería con imitación de turquesas. Lo luce en ocasiones que considera especiales, como el día de la inauguración del Teatro-Museo Dalí de Figueres, el 28 de septiembre de 1974. No es, sin embargo, la Gala soñada, ni idealizada; es una Gala real, casi hiperreal. El retrato está acompañado del vestido, el collar y la foto con incisiones que sirvió de modelo para la pintura y que muestra el proceso de creación del genio.
Y enfrente se presentan una serie de dibujos y esbozos que hablan de una Gala idealizada. El porqué de este contraste de dos ámbitos en una exposición es “porque Dalí, en una declaración que hizo a una revista en la que colaboraba en 1935, American Wicly, afirma que su obra atrae a médiums y a locos y señala que la diferencia entre un loco y un surrealista es que el loco no diferencia entre ilusión y realidad y un surrealista sí”, apunta Aguer. Esta declaración sirvió de base para mostrar los dos ámbitos, por un lado, la Gala real, muy poco vista en un óleo sobre cobre un soporte que Dalí no usa muy a menudo, y en frente una Gala idealizada esbozada, una Gala poética que “conecta con el mundo de Púbol, busca un ámbito para ella y juega con todo el tema del amor cortés”, añade la directora de los Museos Dalí. Destaca además que “Púbol es, de los tres ámbitos dalinianos, el más Gala-Salvador Dalí, porque hay mucha Gala”.
Púbol era muy importante para ella. Un día, ya cansada que su casa de Portlligat cada atardecer se llenara de jóvenes pintores que iban a ver al genio, le recordó la promesa que le hizo en la Toscana, “que conseguiría un castillo para su dama”. La dama a quien el pintor figuerense llevó con los ojos tapados a Púbol y allí le ofreció el castillo como regalo. Ella aceptó con la única condición de que splo pudiera visitarla por invitación escrita.
Entre ambos imaginaron como iba a ser esa mansión señorial en ruinas del Empordà. “Era la continuación de la sala oval de Portlligat, refugio de Gala”, señala Aguer. Sin arquitectos de por medio, Gala escribe el 17 de febrero de 1970 a Emili Puignau, constructor y amigo de la pareja: “Como os habréis dado cuenta, Púbol es mi “caballo de batalla”, el nuestro mejor dicho. Estoy fascinada por las posibilidades que esta casa en ruinas puede dar, también puede salir un monstruo. Hasta ahora trabajando juntos siempre hemos triunfado en Portlligat. Por lo tanto, tenemos una gran responsabilidad de un nuevo y grandioso éxito, vos y yo”.
Entre los dibujos que se exponen relacionados con el Castillo que proyectan a Gala y a Dalí aparece una Gala idealizada, contempla las rosas que le evocan su infancia en Crimea. Los dibujos son muy sutiles e inspiradores porque hablan de mundos míticos con unicornio y flores de lis, caballeros, damas y todo un universo mágico que también es muy presente en Púbol. “Esta muestra también permite enseñar al público que muchas veces para Dalí dibujar es compulsivo, es la manera que tiene de expresarse y lo hace sobre cualquier soporte, sobre dos hojas de papel del hotel Saint Regis-Sheraton de Nueva York, el reverso de una fotografía, o un cartón”, apunta Aguer. Los dibujos también muestran un proyecto, para la sala del piano y el baño de Gala donde aparece una letra G de grandes dimensiones en el centro.
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