Barcelona asume el reto de la Copa del América que Valencia descartó

La capital del Turia renunció a ser la sede por tercera vez del evento por su alto coste

Un cámara toma imágenes del trofeo de la Copa del América durante el acto de preentación el pasado martes en Barcelona. / Massimiliano MinocriMASSIMILIANO MINOCRI (EL PAÍS)

La celebración de la Copa del América de 2024 en Barcelona es una oportunidad para la ciudad y su economía, pero también conlleva riesgos. Valencia, sede de la competición en 2007 y 2010, se planteó optar a la de 2024, pero la candidatura se ha acabado acabó diluyendo: ni la ciudad y la Generalitat valenciana, ni la organización, lo vieron claro. Los primeros temían que el gasto se disparara a más de 180 millones d...

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La celebración de la Copa del América de 2024 en Barcelona es una oportunidad para la ciudad y su economía, pero también conlleva riesgos. Valencia, sede de la competición en 2007 y 2010, se planteó optar a la de 2024, pero la candidatura se ha acabado acabó diluyendo: ni la ciudad y la Generalitat valenciana, ni la organización, lo vieron claro. Los primeros temían que el gasto se disparara a más de 180 millones de euros. El equipo de Nueva Zelanda vio poco interés.

En Barcelona, el Ayuntamiento, la Generalitat y los empresarios presumen de una alianza poco frecuente y que evoca, aseguran, la que hizo posible los Juegos Olímpicos de 1992. El hito de la ciudad, en mayúsculas. Aseguran incluso que la regata más famosa del mundo está en el tercer puesto en impacto y audiencias tras unos Juegos Olímpicos y un Mundial de Fútbol. La alianza institucional tiene mérito extra, además, en un momento en que la candidatura a los Juegos Olímpicos de Invierno no logra la unión institucional. A parte del lío entre Cataluña y Aragón, no tiene consenso ni dentro del propio Gobierno de la ciudad, donde los socialistas abrazan la idea y los comunes de la alcaldesa Ada Colau expresan muchas dudas.

Sobre el impacto económico, empresarios y autoridades han hablado de mil millones de euros en Barcelona y el resto de Cataluña. Una cifra redonda de la que nadie explica el cómo ni dónde, pero que consiguieron trasladar a los titulares. También presumen de que las regatas traerán “turismo de calidad”, que suele ser sinónimo de visitantes con alto poder adquisitivo que gastan y compran sin estar pendientes del saldo de la tarjeta. Más seguro es, explican, que unas 200 personas por equipo se trasladarán durante dos años a la ciudad. Técnicos cualificados que llegan acompañados incluso de sus familias.

Sumado todo lo anterior, la llamada sociedad civil de la ciudad (una mezcla de políticos, empresarios, profesionales influyentes y prensa) vive un subidón de optimismo. El miércoles se pudo captar en el ambiente durante el almuerzo que el Gremio de Restauración celebró con motivo de las fiestas de Santa Eulàlia, la fiesta mayor de invierno.

Pero la Copa del América también rememora las dos ediciones de Valencia en 2007 (anunciada en 2003 con Rita Barberá, del PP, en el gobierno de la ciudad y celebrada con enorme fanfarria) y 2010 (no tanto). La regata más famosa del mundo no estuvo envuelta de la misma polémica ni ha dejado el rastro de la corrupción que legó la construcción del circuito de Fórmula 1 (hoy ocupado por chabolas) y la organización de las carreras en la ciudad entre 2008 y 2012. En el caso de las regatas, las infraestructuras construidas son hoy espacio de uso público.

Pero hay que señalar que las administraciones todavía están pagando 60 millones de un préstamo a entidades financieras privadas por la edición de 2007. Y otro detalle: el Gobierno central condonó la deuda de 350 millones contraída con el ICO para la inversión en la dársena.

Valencia también se había planteado optar a la regata en 2024, pero la falta de concreción en la inversión pública y en patrocinio privado lastró el interés

Valencia también se había planteado optar a la regata en 2024, pero la falta de concreción en la inversión pública y en patrocinio privado lastró el interés. Según fuentes de la Generalitat valenciana, gobernada por el socialista Ximo Puig, los anexos del contrato con la organización han sido uno de los principales problemas para no dar su aval para la celebración de la que hubiera sido la tercera edición de la copa en la ciudad. El ganador de la última edición y organizador, el equipo New Zealand, pedía 30 millones para el canon y 50 para garantías y añadía unos anexos que implicaban la construcción de instalaciones, la remodelación de otros y una serie de actuaciones, cuya “inversión no se concretaba”. “La horquilla de gasto era muy grande e inconcreta”, por lo que resulta muy complicado evaluar su rentabilidad, agregan las mismas fuentes.

El Gobierno valenciano estimó que el gasto total rondaría en total entre 150 y 180 millones de euros y, por ese coste, no vio claro el retorno. No se cerró a organizar las regatas, esperó a que el defensor del título y su intermediario en Valencia, el Club Náutico que presentó a la ciudad, concretaran más la inversión. El New Zealand lo interpretó como falta de interés y descartó la candidatura por la que el Ayuntamiento de la ciudad nunca había apostado. El alcalde Joan Ribó, de Compromís, que gobierna en coalición con los socialistas, ha insistido en que el préstamo que aún se debe pagar y su negativa a gastar cifras millonarias para la competición.

El Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE), financiado por la Generalitat, elaboró un informe muy positivo sobre el impacto económico entre 2004 y 2007 de la Copa del América. “El incremento acumulado a lo largo del periodo 2004-2007 de la demanda total asociada a la America´s Cup Valencia 2007 es de 2.768 millones de euros. Del gasto total, un 26% aproximadamente es gasto corriente, mientras que el 74% restante es inversión pública (principalmente en construcción de infraestructuras)”. El informe, publicado en 2007, ha sido criticado por incluir todo tipo de inversiones, muchas ya previstas antes de la Copa del América, como la ampliación del aeropuerto o el Metro de Valencia.

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