El rapero Morad, antes del juicio por robo: “Me he convertido en un hombre de provecho”

El cantante niega ante la jueza ser el autor de un intento de hurto que los Mossos le atribuyen “sin ninguna duda”

El rapero Morad, en el Palacio de la Justicia de Barcelona, este miércoles.CRISTOBAL CASTRO

Morad aguarda el comienzo del juicio en un banco sin respaldo, con la espalda encorvada y la mirada fija en el mundo que le llega a través de la pantalla de su iPhone. El rapero de 23 años, fenómeno de la música urbana con millones de seguidores, es en las distancias cortas un chico tímido. A ratos se cu...

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Morad aguarda el comienzo del juicio en un banco sin respaldo, con la espalda encorvada y la mirada fija en el mundo que le llega a través de la pantalla de su iPhone. El rapero de 23 años, fenómeno de la música urbana con millones de seguidores, es en las distancias cortas un chico tímido. A ratos se cubre la cabeza con la capucha de la sudadera, una Air Jordan de color negro. Estrecha la mano con firmeza, sonríe y habla sin titubeos. “Nervioso no estoy… He venido muchas veces a los juzgados”, dice cuando está a punto de sentarse en el banquillo, por segunda vez en su vida —la primera salió absuelto— por un robo frustrado en un piso de Barcelona. Confía en que, de nuevo, será exculpado. “Me fastidia que vuelvan estas cosas del pasado, porque no he hecho nada. Me he convertido en un hombre de provecho, con una carrera artística”.

En el pasillo, ya de pie, el rapero comparte ideas sobre su corta pero explosiva carrera musical, mientras su abogado cierra unas gestiones en la sala. “He madurado, me he alejado de ciertas cosas en el barrio que no estaban bien… Pero parece que a veces no le dan a uno la oportunidad de seguir adelante”, dice sobre el lastre que supone tener una causa pendiente. Morad pasó la adolescencia en los Bloques Florida de L’Hospitalet, fuente de inspiración de sus temas y escenario de sus videoclips virales.

“¡Morad El Khattoui!”, le llama una funcionaria. El cantante entra en la sala y toma asiento en el banquillo para afrontar una petición de dos años y medio de cárcel por un robo frustrado y un delito de amenazas junto a un amigo suyo, Kevin M.

Morad y Kevin optan por responder solamente a sus abogados, que se limitan a preguntar si el 12 de febrero de 2018 estuvieron en la calle Homer, en el barrio de El Putxet de Barcelona, y trataron de entrar en una finca con un destornillador hasta que fueron sorprendidos por un vecino. Ambos lo niegan. “Estaba en casa con mi madre”, dice Kevin. Morad se explaya un poco más. “No sé dónde iba exactamente ese día en el metro, pero seguro que a algo relacionado con la música. No estudiaba ni trabajaba, estaba plenamente dedicado a la música, a ver si lo conseguía”. Y lo consiguió. Menos de un año después, Morad lanzó su primera canción grabada de forma profesional (Lo que quiera) y ahí despegó de verdad. Ahora es algo parecido a una estrella.

En el juicio declara el vecino que aquella mañana de febrero vio a dos individuos manipulando la puerta de entrada a la finca con “lo que parecía un destornillador”. “Les pregunté dónde iban y me dijeron que esperaban a un conocido. Se alejaron un poco. Les hice tres fotos con el móvil. Entonces se abalanzaron sobre mí para atacarme, pero cerré la puerta de hierro con toda mi fuerza. Me amenazaron. Me dijeron: ‘Hijo de puta, te vamos a matar”, cuenta el hombre, que en su día reconoció ante la policía a Kevin y Morad como las personas que vio ese día.

Los Mossos compararon las fotos tomadas por el testigo con los vídeos grabados por las cámaras de seguridad del metro de Barcelona, al que accedieron los dos individuos tras el robo frustrado. Dos agentes de la policía declaran que, tanto por la fisonomía como por la ropa, las imágenes muestran “sin ninguna duda” a las mismas personas. Y que esas personas son el rapero y su amigo. “Es que hay muchos detalles. Uno de ellos tiene un tatuaje en el cogote que es inequívoco”, dice uno de los policías sobre Kevin, mientras Morad permanece absorto en la sala de vistas, los brazos cruzados como si tuviera frío.

La declaración de los agentes es un torpedo en la línea de la defensa, que se acoge a la absolución que otro juez dictó para Morad y Kevin en unos hechos muy similares. Dos días antes, el 10 de febrero de 2018, en una calle cercana del mismo barrio acomodado de El Putxet, dos individuos accedieron (también con un destornillador) a un bloque de pisos, subieron hasta la segunda planta y, tras romper una ventana, entraron en un piso y se llevaron ordenadores y teléfonos móviles. La Fiscalía pidió cuatro años de cárcel para cada uno de ellos. Fueron, sin embargo, absueltos. Aunque sus coartadas no eran muy convincentes, la ausencia de testigos clave sembró “dudas razonables” sobre la autoría del robo.

En el informe final del juicio, que dura algo menos de dos horas, el abogado de Morad, Fernando Martínez, pide la absolución de su cliente. Dice que ha habido irregularidades en la investigación de los Mossos. Que la identificación del rapero, en base a los informes policiales, no es clara. Que no hay indicios suficientes para dictar una condena. Y que no tiene ninguna necesidad de robar porque es un cantante que “se gana bien la vida”. Y apunta, sin apenas desarrollarla, una última idea: “Tiene muchas canciones contra los Mossos d’Esquadra…”.

Morad sale de la sala y se pone a hablar por el teléfono móvil. Se enfunda la capucha y se dirige hacia la calle junto a su abogado, rodeado por un mar de cámaras que finge ignorar y a las que, de hecho, ignora.

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