Barcelona pone en marcha el primer súper cooperativo
Foodcoop Bcn es un reflejo del exitoso proyecto de Park Slope en Nueva York
Después de ver el documental Food Coop, dirigido por Tom Boothe, un grupo de unas 250 personas se reunieron con el ánimo embargado por ese exitoso experimento en las Cotxeres de Sants para poner el primer grano de arena de algo parecido en Barcelona. De esa reunión hace casi cuatro años ha nacido Foodcoop Bcn, el primer supermercado cooperativo de la ciudad que se acaba de inaugurar en el Eixample Esquerre. Entre ellos estaba Giulio Cappadona, que hoy atendía a los primeros clientes porque es uno de los empleados fijos del proyecto,...
Después de ver el documental Food Coop, dirigido por Tom Boothe, un grupo de unas 250 personas se reunieron con el ánimo embargado por ese exitoso experimento en las Cotxeres de Sants para poner el primer grano de arena de algo parecido en Barcelona. De esa reunión hace casi cuatro años ha nacido Foodcoop Bcn, el primer supermercado cooperativo de la ciudad que se acaba de inaugurar en el Eixample Esquerre. Entre ellos estaba Giulio Cappadona, que hoy atendía a los primeros clientes porque es uno de los empleados fijos del proyecto, además de socio fundador. “El documental nos dio la motivación de querer cambiar las cosas”, cuenta con emoción al ver que esa utopía ya es una realidad. Lo que aquí se emula, con otras dimensiones, es el súper cooperativo de Park Slope, que se creó en 1973 en el barrio de Brooklyn de Nueva York y cuenta con 17.000 socios.
En el pasaje Aragó, una callejuela escondida entre las calles Villarroel y Casanova a la que se entra por la calle Aragó, se encuentra este nuevo supermercado, que funciona como una cooperativa, donde solo los socios pueden hacer toda la compra con la excepción del pescado fresco -por motivos logísticos han descartado de momento venderlo. Unos 240 metros cuadrados albergan pasillos y estanterías como en cualquier gran tienda de alimentación, llenos de alimentos y productos de limpieza. Pero los criterios de compra que hay detrás son algo diferentes, cuenta Rosa Rovira, socia y miembro del consejo rector, con el objetivo de “poder comer sano, fresco y de proximidad en el centro de la ciudad, a un precio relativamente asequible” y la finalidad de que el consumo sea consciente y sostenible.
El proyecto ha arrancado con 470 socios y, según sus cálculos, es viable con 500. Así que están muy cerca de conseguirlos. Todos ellos pagan una cuota inicial de 90 euros y deben contribuir al modelo de súper cooperativo dedicando tres horas al mes a su funcionamiento, ya sea limpiando, reponiendo, en la caja o con cualquier otra tarea que se precise según los coordinadores. Además, para garantizar una buena marcha y la apertura de martes a sábado de 10 h a 21 h, el horario inicial con el que han empezado, pero que está sujeto a cambios en función de las necesidades, el súper cuenta con tres empleados fijos. Para cada turno, hay un trabajador y tres socios colaborando.
Con una política de precios lineal y transparente, los productos que llegan al súper proceden de la agroecología, la ganadería extensiva y la pesca sostenible, además de que son de proximidad y temporada. Los productores han recibido un precio justo por los alimentos y detrás hay unas condiciones laborales dignas. También se tiene en cuenta el vínculo con el territorio y la interculturalidad de los socios a la hora de escoger los alimentos. Reducir residuos promoviendo la compra a granel y los embalajes reutilizables es otro de los empeños de esta tienda, que el 12 de marzo celebrará su fiesta de inauguración.
El parto ha sido lento. Después de esa reunión inicial, siguieron muchas más de organización y para definir la idea y la manera de organizarse, en forma de círculos de trabajo independientes con una coordinación y un consejo rector, donde las decisiones se toman en asamblea. También hubo un período de recogida de fondos a través de títulos participativos y de arañar alguna subvención del Ayuntamiento de Barcelona. Después de casi un año de trabajo desde que encontraron el local, y con un crédito en una banca ética, Foodcoop Bcn ha abierto puertas.
Aquí las etiquetas no engañan, cuenta Rovira. Los socios tienen la garantía de que lo que encuentran en las estanterías va de acuerdo con sus valores a la hora de consumir. Más allá de cómo se alimentan, los socios también se enrolan en este proyecto motivados por la participación comunitaria y la intención de “transformar el modo de consumir poniendo a la persona en el centro en lugar del lucro”, añade Rovira. El modelo de sociocracia que hay en la organización de este modelo de supermercado es otro de sus reclamos. Para levantarlo, los impulsores han contado con la experiencia de otras iniciativas parecidas como el Super Coop Manresa o La Louve de París.