Un abrazo que resume un año de pandemia
El CCCB expone las imágenes de los ganadores del último World Press Photo, que anuncia cambios en el concurso de fotoperiodismo para 2022
Cuando dentro de unos años, décadas o siglos, las personas que recuerden o hablen del año 2020 lo asociarán, de forma irremediable, con la pandemia del coronavirus, que desde que comenzó a extenderse por todo el mundo ya ha acabado con la vida de cinco millones de personas. Y a la hora de ponerle imagen seguro que habrá una fotografía que ilustrará este mal sueño que está viviendo la Humanidad: la de Rosa Luzia, una mujer de 85 años que estuvo, como el resto de los personas de la residencia brasileña de Viva Bem, en São Paulo, aislada sin poder ver a sus familias y sin poder recibir afecto de ...
Cuando dentro de unos años, décadas o siglos, las personas que recuerden o hablen del año 2020 lo asociarán, de forma irremediable, con la pandemia del coronavirus, que desde que comenzó a extenderse por todo el mundo ya ha acabado con la vida de cinco millones de personas. Y a la hora de ponerle imagen seguro que habrá una fotografía que ilustrará este mal sueño que está viviendo la Humanidad: la de Rosa Luzia, una mujer de 85 años que estuvo, como el resto de los personas de la residencia brasileña de Viva Bem, en São Paulo, aislada sin poder ver a sus familias y sin poder recibir afecto de nadie por temor al contagio.
Después de cinco meses sin contacto físico y gracias al invento “la cortina del abrazo”, pudo ser abrazada por una de las enfermeras del centro, Adriana Silva da Costa, y trasmitirle ese afecto y esa esperanza tan deseados. No hace falta ver el rostro de Rosa, de espaldas, ni el de Adriana, tapado por la mascarilla, para ver el momento emocionante que vivieron las dos. El primer abrazo, la imagen, llena de lirismo realizada por el danés Mads Nissen el 5 de agosto de 2020, es una más de los millones de fotografías que se han hecho sobre esta enfermedad infecciosa, pero el jurado de los World Press Photo, el certamen más prestigioso del mundo del fotoperiodismo, ha considerado que merece ser la ganadora Premio World Press Photo del Año imponiéndose al resto de los miles de fotógrafos que han enviado sus trabajos para hacerse con unos de estos premios.
Tantas como 74.470 imágenes de 4.315 fotógrafos (el 24% mujeres, el doble que en ediciones anteriores), de 130 países de todo el mundo, que se han repartido los 45 premios de este año, entre ellos los españoles: Pablo Tosco, Aitor Garmendia, Jaime Culebras, Luis Tato y Claudia Reig.
Unos trabajos que han participado, por último año, en las ocho categorías de los premios, ya que, según anunció Sanne Schim van der Loeff, comisaria jefa de la fundación holandesa, tras la presentación de la muestra que podrá verse en el CCCB hasta el día 12 de diciembre, de cara a 2022 las bases serán otras para “brindar las posibilidades de ofrecer diferentes voces”; superar “una visión occidental del jurado” y establecer “una perspectiva regional”, tras dividir el mundo en seis zonas (África, Asia Europa, América del Norte y Centroamérica, Sudamérica, Sudeste asiático y Oceanía), dentro de las cuales se premiarán cuatro categorías: foto individual, largo recorrido, historias y proyectos en abierto.
Van der Loeff ha remarcado que, según datos de Periodistas sin Fronteras, el periodismo está total o parcialmente bloqueado en 73% de los países analizados, por lo que ha celebrado que este certamen permita mostrar las actuales “crisis, visibles e invisibles”, y el impacto de la pandemia a nivel global.
La exposición que puede verse en el CCCB está organizada (como las 16 anteriores) por Photographic Social Vision (PSV) con la colaboración principal de la Fundación Banco Sabadell. Y de todas las muestras de estas fotos galardonadas la de Barcelona es única en el mundo porque ofrece una visita guiada en línea, según Silvia Omedes, directora de la entidad, que resaltó que las imágenes de este año son un “resumen de un año excepcional sacudido por la pandemia, pero en el que sucedieron muchas otras cosas: historias íntimas de adaptación, supervivencia y resiliencia, sin olvidar los grandes retos y desafíos actuales como la escasez de los recursos y las consecuencias del cambio climático”.
Según Omedes, la pandemia también ha condicionado que haya “más freelance que fotógrafos de agencias y las restricciones hicieron que no hubiera tantos viajes y menos encargos a nivel internacional”. Un trabajo que para ella funciona como “herramienta de democracia ante el auge de la información no contrastada”.
Como el trabajo de Pablo Tosco, (con doble nacionalidad, argentina y española) ganador del primer premio en la categoría de Fotografías individuales, presente este miércoles en Barcelona donde explicó que pudo realizar Yemen: El hambre, otra herida de guerra, en la que se ve a Fátima, vestida con el burka y uno de sus nueve hijos, en su barca, preparando las redes en la bahía de Khor Omeira, Yemen. “Pude entrar al país, que lleva siete años en conflicto armado que provoca un vacío informativo enorme por intereses del poder, gracias a mi vinculación a Oxfam Intermón. Y allí contacté con esta mujer que, pese a que su pueblo quedó devastado por la guerra, decidió volver y comprar una barca con el dinero que obtuvo de la venta de pescado y subvertir el orden y el rol establecido, ya que son los hombres los que tienen que garantizar la subsistencia a sus familias. Fátima muestra las múltiples opresiones a las que se ve sometida la mujer en general y en Yemen en particular”.
Otros trabajos que han sido seleccionados entre los miles de fotografías hablan de historias tan distintas como los disturbios tras la muerte de Geroge Folyd en Minnesota (Estados Unidos); la explosión en Beirut en un almacén del puerto que costó la vida a 190 personas; el maltrato animal en las granjas porcinas que la han dado al español Aitor Garmendia el tercer premio en la categoría de Medio Ambiente; los incendios forestales en Portugal; los campamentos militares en Polonia o el mundo de los muñecos hiperrealista Reborn, que muchos adquieren con pasión.
Emoción hay en casi todas. Más en las que hablan del sufrimiento y dolor absoluto. Como en la del francés Jérémy Lempin, autor de la serie Docteur Peyo et Mister Hassen. En una de las fotos se ve a Marion, de 24 años, en la cama, donde la ha postrado la metástasis de su cáncer. La abraza su hijo de siete años en presencia de Peyo, un enorme caballo que forma parte de un programa de terapia asistida con animales que se lleva a cabo en Calais, Francia. Peyo, con ayuda de su entrenador Hassen Bouchakou, asisten a una veintena de pacientes al mes en este centro. Y por la cara del animal, se ve que sabe cuál es su cometido: dar bienestar y paz en estos momentos de enorme tristeza. Lo mismo que hizo Adriana abrazando a Rosa.