La fiscalía rebaja de prisión a multa la acusación contra un fotoperiodista de EL PAÍS
Albert García, detenido mientras cubría las protestas por la sentencia del ‘procés’ de 2019, afronta ahora el pago de una multa de 4.800 euros por resistencia a la autoridad
No es fácil convencer a la fiscalía para que cambie de criterio. Pase lo que pase en un juicio, digan lo que digan testigos e informes, suele mantenerse firme en sus planteamientos. Hasta el final. Por eso es singular lo ocurrido este jueves en la Ciudad de la Justicia de Barcelona. ...
No es fácil convencer a la fiscalía para que cambie de criterio. Pase lo que pase en un juicio, digan lo que digan testigos e informes, suele mantenerse firme en sus planteamientos. Hasta el final. Por eso es singular lo ocurrido este jueves en la Ciudad de la Justicia de Barcelona. La fiscal ha rebajado, no una sino dos veces (al principio y al final de la sesión) su acusación contra el fotoperiodista de EL PAÍS Albert García: a la hora del desayuno pedía año y medio de cárcel; a la hora de comer, el pago de una multa de 4.800 euros. La suerte de García, acusado finalmente de resistirse a la autoridad y provocar lesiones leves a un agente, está ahora en manos del juez, que decidirá si le absuelve o le condena en un proceso que las asociaciones profesionales consideran un “juicio a la prensa”.
La relación entre periodistas y policías a pie de calle es vidriosa, conflictiva. Al fiscalizar el orden público, los periodistas dan testimonio, en ocasiones, de actuaciones que se alejan de los protocolos. Es lo que se disponía a hacer García poco antes de las 22.30 del 18 de octubre de 2019. La quinta jornada de protestas por la sentencia del procés había sido muy violenta, aunque a esa hora el ambiente ya se había relajado. García vio cómo antidisturbios del Cuerpo Nacional de Policía (CNP) golpeaban en el suelo a un manifestante en la plaza de Urquinaona de Barcelona. Al descubrirse filmados y fotografiados, los agentes trataron de impedirlo.
Lo que ocurrió a continuación, en cuestión de unos segundos, es lo que se ha tratado de discernir en el juicio contra el periodista de EL PAÍS.
El antidisturbios 111171 ha declarado que se limitó a indicar a los periodistas que se apartaran un poco de la escena por su propio bien y para “asegurar la actuación” de sus compañeros. “No interrumpimos su trabajo ni evitamos que informen”, ha explicado por videoconferencia desde Vigo. Ha afirmado que se topó con “una persona vestida de oscuro”: García, que llevaba el brazalete reglamentario. El agente ha asegurado que no le reconoció como periodista y, sin embargo, ha añadido que hizo “caso omiso” a sus órdenes. García, en cualquier caso, le dio “un empujón”. “Entonces le agarro, empezamos a forcejear, me hace daño en el suelo, veo que no lo voy a poder reducir solo y pido ayuda. Pensé: al principio era una desobediencia, pero ahora me lo llevo detenido”. Seis días más tarde, ya de vuelta en Vigo, le diagnosticaron un pequeño esguince en el pulgar que la fiscalía atribuye a la “resistencia” de García. El agente ha añadido que los disturbios vividos aquellos días en Barcelona fueron peores que “los tiempos de plomo del País Vasco”.
García ha explicado que a los antidisturbios no les gustó que la prensa filmara y fotografiara la detención del joven de Urquinaona. “Le pegaron con las defensas, le tiraron al suelo, le dieron un golpe con la rodilla… Era una actuación que parecía fuera de todo protocolo y me dispuse a fotografiarla”, ha contado el acusado, meticuloso en sus respuestas pero inevitablemente tenso. “Estaba concentrado en fotografiar cuando un agente [el 111171] se me puso a un palmo. Intenté esquivarle un poco, pero me iba tapando para que no pudiera fotografiar”. Si hubo un agredido esa noche, ha afirmado, fue él: “Sin que me dijera nada, me dio un empujón muy fuerte. Le recriminé su actuación y protegí el equipo”. En cuestión de segundos llegó la detención, filmada por sus compañeros: García en el suelo, García conducido hacia las furgonetas con las manos esposadas a la espalda. Los agentes han contado que se “resistió” a la detención y que se negaba a caminar. Él ha replicado que no podía. “Me llevaron en una postura muy incómoda, me hacían daño. No me ayudaron a caminar de una manera… digna”.
Ante las versiones contrapuestas (acusado y testigos periodistas por un lado, presunta víctima y testigos policías por el otro), las únicas pruebas disponibles son los vídeos grabados esa noche. Aunque tampoco son definitivos porque en ellos no se aprecia con rotundidad qué grado de forcejeo o disputa mantienen García y el agente. Las mismas imágenes que llevaron a la fiscalía a acusar inicialmente al fotoperiodista de atentado a la autoridad (delito por el que solicitaba nueve meses de cárcel) le han llevado al término del juicio a solicitar una pena de multa de 4.800 euros por resistencia a la autoridad y un delito leve de lesiones.
A la espera de que el juez dicte sentencia, el caso se ha puesto muy de cara para García en el primer minuto del juicio, cuando la fiscalía ha anunciado que deseaba modificar sus conclusiones. El ministerio público pedía inicialmente otros nueve meses de cárcel (o sea un año y medio en total) por un supuesto episodio ocurrido dos horas antes, a las 20.30, también en la plaza Urquinaona. Según los atestados -confeccionados después de la detención del 18 de octubre- García cogió “violentamente del cuello” a un policía, le “tiró al suelo” y huyó. Pero eso nunca ocurrió, entre otras cosas porque el fotoperiodista pasó toda la tarde (así lo ha declarado una testigo) haciendo fotos desde un piso de la cercana calle Junqueres, para tener vista de pájaro de los incidentes. La Audiencia de Barcelona, de hecho, dio carpetazo a ese incidente por falta de “autor conocido”. Pese a conocer el archivo, la fiscalía no ha rectificado formalmente hasta el mismo día del juicio.
La fiscalía ha concluido que no hubo un “acometimiento físico violento” y reconoce que las versiones de las partes son “contradictorias”. Pero considera que hubo resistencia porque en uno de los vídeos se aprecia un “forcejeo” que, en su opinión, causó las lesiones al policía. La abogada de García, Marisa Díaz, ha insistido en que no hay prueba alguna y en que el agredido fue su cliente, víctima de “coacciones” por parte de la policía, que después de detenerle y en vez de dar marcha atrás hizo la bola más grande hasta confeccionar “atestados totalmente falsos”. “Por qué esa necesidad de mentir y hacer ver que Albert García es un delincuente que va vestido de negro y pega a los policías. A los policías no les gustó que tomaran esas imágenes. Pero capturar una imagen no es delito. Informar no es delito”.