Jugando en casa

Los Planetas cerraron el ciclo Les Nits del Fòrum de Barcelona con un concierto redondo

Concierto de los Planetas en las Nits del Fòrum, el viernes.Albert Garcia (EL PAÍS)

Como en sus mejores tiempos, cuando eran los reyes del Benicàssim que daba carta de naturaleza al indie, en aquellos años que parecía jamás tendrían fin en una España que hasta simulaba haberse olvidado de sus pesadillas, presuntamente arrinconadas por unas olimpiadas que nos iban a lavar la cara. Aquellas explanadas atiborradas de entonces veinteañeros que se desgañitaban con David y Claudia o De viaje, canciones que 20 años más tarde volvieron a sonar en el Fòrum auspiciadas por ...

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Como en sus mejores tiempos, cuando eran los reyes del Benicàssim que daba carta de naturaleza al indie, en aquellos años que parecía jamás tendrían fin en una España que hasta simulaba haberse olvidado de sus pesadillas, presuntamente arrinconadas por unas olimpiadas que nos iban a lavar la cara. Aquellas explanadas atiborradas de entonces veinteañeros que se desgañitaban con David y Claudia o De viaje, canciones que 20 años más tarde volvieron a sonar en el Fòrum auspiciadas por el Primavera, un festival cuyas raíces se hunden en aquellos años. Todo parecía lo mismo aunque todos habían cambiado, banda y público, unidas por esas viejas fidelidades que no se firman porque con vivirlas basta. Los Planetas cerraban el ciclo Nits del Fòrum, y estuvieron a la altura de lo que de ellos se esperaba.

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El contexto ayudó: noche de verano incluso junto al mar, nutrida asistencia de público pero sin llegar al agobio y, rematando la escena, una luna como mudo testigo de aquella nueva renovación de votos de fidelidad. Elementos clásicos en cualquier comparecencia de Planetas: Jota saludó al inicio de la noche bisbiseando algo que parte del público entendió o, si no lo hizo, hizo como si lo hubiera hecho. A partir de ahí, a Jota se le entendió como siempre a veces, hijo de su acento austral, primo del esfuerzo innecesario. Tampoco se le vio, se les vio, más allá de sus siluetas recortadas por los contras de luz, suficientes para ver a Florent encorvarse sobre su guitarra y a Jota fumar en escena, algo cada vez menos frecuente en los conciertos. Pero ellos son de otra estirpe, una estirpe ya añada que a estas alturas no encuentra motivos para abandonar sus costumbres. Sólo el infatigable celo de las personas de seguridad, intentando contener la alegría en platea, recordaban que otras muchas cosas sí han cambiado.

También las hierbas con las que Planetas han transitado desde el paulatino desdibujamiento del indie, entre las que se encuentra el flamenco que aromatizó el primer tramo del concierto. Verdiales, seguiriyas y los fandangos de Ya no me asomo a la reja, con un Santos que yo te pinte para recordar que pese a todo hay cosas que no cambian. Sonido en espiral, batería pétrea, guitarra flotante y Corrientes circulares en el tiempo como otro anclaje con su historia. A partir de ahí, una mezcla entre temas de su próximo nuevo disco, Las canciones del agua dijo J que se titularía, con temas del presente como El Negacionista o El rey de España, cargados de ironía, más un generoso reparto al baúl de éxitos infalibles de los granadinos con piezas del calibre de Un buen día, Segundo premio o Pesadilla en el parque de atracciones, compañeras de viaje de éxitos más recientes como Alegrías de Graná, Espíritu olímpico o Alegrías del incendio. Los Planetas en forma, Los Planetas alargando su historia, Los Planetas recordando lo que fueron para proyectarse en su mañana. Jugando en casa. Como cuando lo hacían en Benicàssim.

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